- Carta de una desconocida
- Stefan Zweig
- 1922
- Traducción de Clara Formosa Plans (2023)
- Colección: Pequeños Placeres, 20
- Ediciones Invisibles
- Páginas: 88
Sinopsis de la edición:
En la Viena de 1900, el prestigioso novelista R. —un gran seductor, poco dado al compromiso—recibe una carta de una mujer cuyo nombre no le dice nada. El tono apasionado de la carta le fascina y le sorprende a la vez: aquella mujer lo conoce muy bien y, sin embargo, para él la remitente es una auténtica desconocida.
Reseña
«Carta de una desconocida» presenta una historia de amor desgarradora. Una joven de clase baja se enamora perdidamente de un escritor famoso e inalcanzable. Desde ese momento, su vida gira en torno a él, en una devoción que raya en la obsesión.
«Solo a ti quiero hablarte, contártelo todo por primera vez; tienes que conocer toda mi vida, que siempre ha sido tuya y de la que nunca has sabido nada.»
La obsesión la consume. Relega a un segundo plano a su hijo, sus relaciones familiares y su propia estabilidad económica. Sacrifica todo por un amor no correspondido, un anhelo que la acompaña a lo largo de su vida.
El contraste total. Del amor platónico de ella con el voluptuoso y exclusivamente sexual de él. Frente a la intensidad y la entrega desmedida de la protagonista, encontramos al escritor, un hombre que vive con pasión el presente, fugazmente. No ofrece un futuro compartido ni la reconoce como parte de su pasado. Ella es el tiempo Cronos, y él es Kairós. Ella es infancia, adolescencia y madurez. Él es siempre un cuarentón interesante que vive de forma desenfrenada. Su cumpleaños se celebra sin cesar en la obra, pero él se mantiene inmutable en el tiempo. Ni envejece ni madura. Claro, no es Cronos, sino Kairós.
Es una novela tan mínima en extensión como sugestiva. Ya sólo el planteamiento y el formato epistolar —que induce inevitablemente a la narración en primera persona— seducen:
«Sólo quiero hablar contigo, decírtelo todo por primera vez. Tendrías que conocer toda mi vida, que siempre fue la tuya aunque nunca lo supiste. Pero sólo tú conocerás mi secreto, cuando esté muerta y ya no tengas que darme una respuesta; cuando esto que ahora me sacude con escalofríos sea de verdad el final. En el caso de que siguiera viviendo, rompería esta carta y continuaría en silencio, igual que siempre. Si sostienes esta carta en tus manos, sabrás que una muerta te está explicando aquí su vida, una vida que fue siempre la tuya desde la primera hasta la última hora».
Estructura
La estructura es una carta. Cierto es que la misma la podemos dividir en tramos que se diferencian por la cantidad de revelaciones, por la información que tiene el lector en cada tramo.
Evoluciona del «Ayer murió mi hijo» a mutaciones de esto.
Podemos establecer una estructura temporal. Muy esquemática y simple:
- Recibe la carta
- Lee la carta
- Tras la carta
Personajes
Ante todo es una historia de personajes. Por un lado está la mujer que envía la carta. De buen comienzo, le vemos ramalazos tóxicos:
«Ahora sólo te tengo a ti en el mundo, sólo a ti, que no sabes nada de mí, que juegas o coqueteas con personas»
La primera frase trasluce una conducta pasivo-agresiva. Deja paso a un reproche: juegas con las personas.
Dice sentir un dolor que busca amparo en él. No aspira, sin embargo, a consuelo, ya que la tenencia de la carta es confirmación de la muerte de la mujer. Es un desahogo póstumo y estéril. La carta es —ella misma lo dice—, su último aliento de vida.
Es una mujer posesiva hasta lo enfermizo. No puedo apoyar esta afirmación en un pasaje del texto sin revelar claves de la trama que no quiero deslucir a quien tenga la fortuna de no haberla leído aún. Digámoslo así:
«Ahora te había conseguido, (…) porque ya no podías escaparte de mí nunca más.»
Por otro lado R, el destinatario. Sabemos de él mucho menos que de ella. Escritor, tranquilo y solitario. Crápula y pájaro de cuentas. Un buen tipo. De posición acomodada, como el propio Zweig. De hecho, lo que sabemos de R. lo sabemos por la remitente anónima: protagonista, narradora, planteamiento, nudo y desenlace de este relato. Ella, desde su en extremo subjetivo punto de vista nos dice quién es R.
«a ti, ciertamente, sólo te gustan las cosas fáciles, juguetonas, nada pesadas, tienes miedo de inmiscuirte en un destino ajeno.» (…) «te quiero tal como eres, ardiente y distraído, olvidadizo, entregado e infiel, te quiero así, sólo así, como siempre has sido y como aún eres»
R. es soledad. Su vida desenfrenada y de prodigalidad, conduce al solipsismo. Vaga en lo superficial y se pierde cualquier profundidad.
Estilo
El encumbramiento de una historia sencilla. No he encontrado autor como Zweig con esa capacidad de tomar una historia que, en realidad es muy sencilla, y darle tanta trascendencia, tanta emotividad y recorrido.
La literatura más elevada emerge de lo cotidiano, vernáculo, prosaico. Si eres Zweig, claro.
El texto está plagado de sensaciones, emociones y subjetividades. Alude a sentimientos, anhelos, colores, matices, sensaciones… con mucha profusión. Y es que aquí lo importante es el cuadro psicológico de la remitente. La historia en sí, cabe en tres frases.
El texto comienza siendo muy enigmático y se va despejando.
«Sólo hice una cosa: por tu cumpleaños siempre te hacía llegar un ramo de rosas blancas, exactamente iguales a las que me regalaste después de nuestra primera noche de amor. ¿Te has preguntado alguna vez, en estos diez u once años, quién te las podía enviar?»
Me permito una digresión: ¿Sería del párrafo anterior de donde sacó la idea Stieg Larsson para su Harriet Vanger?
Trasfondo
La temática del suicidio aparece desnuda y sin tapujos. Epitafio del propio autor.
Hoy una relación así, sería tildada de acoso:
«Ya hacía tiempo que habías vuelto, lo veía en tus ventanas iluminadas, y no me escribías.»
Tal vez también entonces.
A Zweig le interesa el alma humana. La recoge en su variedad y complejidad infinitas. No juzga a los personajes en esta obra. No hay maniqueísmo para dividir buenos y malos.
Lo que encontraremos reprochable en R. también lo perpetrará ella. Vivirá del abuso de hombres que la quieren como ella quiere a R. Del escritor sabremos que es altruista, generoso, empático… Si a priori podría parecer que la historia tiene malo y buena, Zweig se ocupará de mostrar comportamientos diferentes de cada uno para tener en ambos personas reales, de carne y hueso. Buenas y malas a la vez. Humanas.
Es un rasgo agradable de encontrar. Demonios y ángeles puros deslucen mucho cualquier novela con pretensión realista.
Edición
Ediciones invisibles edita este libro. No se puede hablar de una edición precisamente invisible, sino muy al contrario, una muy esmerada. El libro es una verdadera cucada. Tanto por diseño como por formato: rústica cosida de tamaño muy contenido. El libro perfecto para llevar encima y disfrutar en un trayecto en metro, un viaje en tren…
Y además, es de Stefan Zweig. Para mí, garantía de éxito.
Es uno de mis Zweig favoritos. Que, además, también leí en esta preciosa y cuidada edición, sin duda un pequeño placer en toda regla. Me ha gustado regresar a la historia con tu reseña, y señalo esto que dices: «No he encontrado autor como Zweig con esa capacidad de tomar una historia que, en realidad es muy sencilla, y darle tanta trascendencia, tanta emotividad y recorrido», ¡no puedo estar más de acuerdo contigo! Para mí, justo eso, es la clave de lo enorme que es este autor. Me quedan muchas de sus obras por leer, pero voy avanzando poco a poco… (qué bueno que tenga tanto escrito y de diferentes formatos y géneros).
Un saludito.
A mí también me queda Zweig que leer. Una suerte.