El clan. Inspectora Elena Blanco 5.

El clan. Inspectora Elena Blanco 5.

Imposible leerla sin leer lo anterior. El clan empieza justo donde terminó Las madres. Como si no hubieran pasado un par de años.

La última escena de una, es la primera de otra. Parece que solo hubiese pasado una página. Es el mismo instante.

Todas las novelas de la pentalogía tienen ese mismo efecto. En el caso de Las madres y El clan es más exagerado. Casi es una novela mayor partida en dos actos. Puedes leer La nena o La red púrpura sin haber leído lo anterior y entender el arco narrativo principal a pesar de perderte muchos detalles. Aquí no pasa. Está tan imbricado a su predecesora que no es inteligible en ausencia de aquella.

Se vende como el desenlace del ciclo literario. Lo es, y como los buenos equipos de fútbol, llega hasta el último minuto jugando con los mismos argumentos que ha jugado todo el partido: acción, muertes y una sociedad que es la personificación del mal, más allá del papel relevante que puedan jugar algunos villanos circunstanciales.

El mal existe porque la sociedad lo pide:

No queremos verlo. Solo queremos lanzarnos a la calle y disfrutar como adictos, sin preguntarnos cómo llegan a nuestras manos todas estas cosas. ¿Quién coloca a las mujeres en la calle para que se prostituyan? ¿Quién consigue que ese vestido o esa fruta llegados de la otra punta del mundo sean tan baratos?

De qué trata

Elena Blanco busca desesperadamente a Zárate. Sabe que estaba tras la pista de algo llamado El clan cuando le perdió la pista.

El propio Zárate se lo ha confirmado. Lo ha dejado escrito con vaho en un espejo del cuarto de baño donde lo asaltaron en la escena final de Las madres.

Manuela, felón de la BAC, la puso en la encrucijada. Si quiere salvar a Zárate tiene que dimitir y clausurar la Brigada de Análisis Criminal que dirige.

Elena Blanco está desesperada. Intenta encontrar a Zárate como sea, pero su salud emocional es muy precaria y comienza a dar traspiés. Vive bajo una enorme presión que aporta tensión narrativa esta novela.

Antes, en bastardilla, otro arco narrativo. Como en todas las novelas de la serie, la historia principal intercala capítulos en cursiva que nos muestran otra historia, relacionada con la principal pero contemplándola desde un ángulo diferente. Una analepsis. En esta ocasión, estamos en 2003 en Liberia, en plena guerra civil. Asistimos a una carnicería dantesca y vemos cómo “El clan” trafica con armas que proporciona a la guerrilla insurgente.

Y volvemos a la letra regular. Elena Blanco es apartada de la BAC, acusada de asesinato (esto no te lo detallo) y ahora, a la dificultad de buscar a Zárate sin la menor pista tiene que añadir la de hacerlo como prófuga.

Ya está anudada la trama. Todos los pilares del ciclo narrativo llevados al límite: la BAC amenazada de extinción; Elena Blanco apartada, relevada y prófuga; de Zárate nada se sabe, El Clan matando a pleno rendimiento… Una historia de codicia y corruptela europea tras la que late el corazón de una África sangrante.

Tu lectura te llevará hasta ver cómo termina todo. Prepárate para un viaje lleno de sacudidas, no apto para dengues.

Estilo

En esto no hay novedades. Lo mismo que hemos comentado de las novelas precedentes en este ciclo narrativo se puede decir de esta.

El clan. Inspectora Elena Blanco 5.

Capítulos cortos, uso del presente narrativo, narrador omnisciente, acción constante y tensión. Y violencia a paladas.

Dibuja imágenes muy impactantes en la mente. Muy difíciles de contemplar sin sentir impacto emocional. Impresiona. Si fuera una película, al menos podrías retirar la vista y devolverla cuando hubiera pasado la escena que te cuesta asumir. Como esto es literatura, por mucho que cierres los ojos seguirás viéndolas, porque el cine está en tu mente y no detiene la cinta.

No es una novela para personas altamente sensibles.

El estilo es muy eficaz. Rendido a la trama.

Los personajes están razonablemente bien dibujados. No es un mapa psicológico completo, pero puedes conocer rasgos de pensamiento de todos y entender sus conductas.

Trasfondo

La novela negra necesita aportar un elemento de juicio social. Un punto crítico. No se pliega exclusivamente sobre el crimen, sino que mira al fondo, a sus causas, al caldo social en el que se han cocinado.

Al respecto, “El clan” es la más completa del ciclo. Propone una reflexión profunda sobre la inmigración, el mercadeo de seres humanos, el ejercicio despótico del poder que se hace sobre estas personas y sobre sus vidas.

Propone una reflexión profunda sobre la inmigración, el mercadeo de seres humanos, el ejercicio despótico del poder que se hace sobre estas personas y sobre sus vidas.

Para sacudir conciencias, nada como la dureza de esta novela. Necesitamos ver la realidad de la inmigración subsahariana, sus problemáticas; sus éxodos y todo a lo que tienen que hacer frente antes de arribar a nuestras playas como un banco de peces exánime.

¡Son seres humanos!, parece gritarnos esta novela. Resulta muy interesante en el ámbito de los temas sociales que plantea y que, sin duda, se hacen palpables merced a la desnudez con que relatan la violencia que viven estas personas.

«¿Quién vigila al vigilante?», se preguntaba Juvenal. Esta novela también lo hace. Nos quiere llevar a una reflexión acerca del ejercicio del poder. Aquel que ostenta la responsabilidad de protegernos de la delincuencia, también puede ser un delincuente. La ensaladilla que forman los políticos, jueces, policías y poderes económicos puede dar forma a una amalgama de intereses que vivan al margen de la ley, pues controla a quienes la diseñan, quienes la hacen cumplir y quienes la sancionan. La mirada de esta novela nos hace conscientes de que la democracia y la libertad son tesoros y todo aquel que tiene un tesoro será objeto de la codicia de quien se lo quiera arrebatar.

Una novela que mira con pesimismo nuestro tiempo. Un retrato de una sociedad donde existen intereses económicos que empañan y corrompen el ejercicio del poder y frente a las que no podemos hacer nada porque son fallos orgánicos del sistema. Bajo la premisa de que todo gobernante, —todo cargo dotado de una capacidad ejecutiva— es corruptible, bajo la idea, no ya de que todos tienen un precio, sino de que siempre habrá alguien dispuesto a venderse, la sociedad democrática tal como la conocemos está condenada a ser presa de las mayores atrocidades bajo una máscara de normalidad.

Una mirada pesimista, pero tal vez realista. Conviene leer esta saga y muy especialmente descifrar los mensajes implícitos de este brillante cierre de un ciclo narrativo que, dentro de su género, es una referencia obligada entre los lectores.

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Alvaro

Con el tiempo y el acúmulo nuevas lecturas, se va olvidando lo que vamos leyendo. Me parece que escribir sobre ello me ayudará a recordar mejor cada pequeña o gran historia que lea. Si de paso las pongo en común contigo y te puedo animar a leer o no un libro, me parece más útil que unas notas guardadas en un cajón como un ermitaño de tinta. De qué va y qué me ha parecido, sin más vuelo ni pretensiones. No son reseñas de entendido, sino de lector a lector.

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