La señal de la cruz. Margot Douaihy. Novela negra.

Esta es la novela de debut literario de Margot Douaihy. Dice la edición que se trata del primer caso de Sor Holiday, por lo que se espera que haya más entregas que, mirando su éxito, no sería de extrañar y mirando su calidad, es de desear. Por cierto, cuenta con las bendiciones de Don Winslow.

Viene pegando fuerte. Su Philip Marlowe, su Sam Spade, su Mike Hammer, su Ned Beaumont, o su Harry Bosh, es sor Holiday, una monja queer con aspecto punk y estética death metal que imparte la asignatura de música en un colegio pijo de Nueva Orleans y es aficionada a la novela negra y los casos por resolver. Como premisa no podemos negar que es rompedora. Sistémica, pero rompedora.

Si te gusta la novela negra, dale su oportunidad.

De qué trata

Sor Holiday es profesora de música en un instituto privado. Se trata de un centro elitista y privado en Nueva Orleans: el Saint Sebastian. Ella es el verso suelto del claustro de profesores; la hermana díscola.

Un día, mientras fuma a escondidas, arde el colegio. Un fuego provocado. Hay víctimas mortales resultado de ese incendio. Ella actúa con heroicidad y logra sacar del edificio a dos alumnos que estaban allí en ese momento.

De momento, bomberos y policía inician sus pesquisas forenses. No tardan en recelar de ella, y sor Holiday, viendo el talante de la investigación, inicia sus propias indagaciones, por cierto, mucho más iluminadas que las poco claras pericias de los policías y de una extraña investigadora de incendios del cuerpo de bomberos.

Pocoa días más tarde, un segundo ataque: otro incendio. Otra vez, provocado.

Sor Holiday, descubre que alguien intenta incriminarla ¿Quién, por qué, es alguno/a de sus detractores? El relato acompaña a la protagonista en sus pesquisas para llegar al fondo del asunto mientras, como religiosa postulante, trata de encontrar su lugar en el mundo y su propia identidad.

Literatura de género

Novela negra, con todo lo necesario para ser canónica. Sangre, violencia, un criminal al que hay que atrapar… es una novela de detectives con algo más de trasfondo, que se interesa por algo que está más allá de las colección de pesquisas y la resolución del caso. Por ejemplo, se detiene en explicar la psique de los personajes, ayudando al lector a entenderlos, mucho más de lo que haría una novela de detectives al uso. Tampoco es novela policial porque la protagonista no es una inspectora sino una monja, los policías son actores muy secundarios y además un poco imbéciles.

Recordemos El padre Brown de Chesterton. Esa propuesta era novela detectivesca, propia en la época, donde se utilizaba el método deductivo y el sagaz sacerdote resolvía casos viendo las soluciones donde nadie era capaz de hacerlo.

Aquí hay acción. El crimen no se muestra ya consumado, sino que acompañas el momento, las víctimas sangrando con heridas lacerantes, fuego, el miedo de las víctimas, los olores de cuerpos chamuscados… esto es la novela negra, por diferencia con la detectivesca. Se comparte el objetivo, resolver un caso delictivo, pero se difiere en los medios y en la forma de contarlo.

Como buena novela negra, aborda algo más que un crimen. Intenta contarnos algo más de la sociedad en la que se desenvuelven sus personajes ¿Qué nos quiere decir esta? Nos hablará de la sociedad de los prejuicios, a partir de un personaje totalmente atípico. Nos dirá que con los prejuicios, igual que con la belleza, el veneno está en el ojo del que mira.

La señal de la cruz de Margot Douaihy

Creación de un personaje icónico: Sor Holiday

Ya dijimos que es el primer caso de sor Holiday. Esta condición ordinal nos hace pensar que habrá más novelas protagonizadas por este personaje: una saga. Lo que funciona, explótese.

Y para que eso marche, se necesita un personaje reconocible. Único y genuino. Esta premisa se ha conseguido de sobra:

Cuando celebrábamos misas especiales o recaudábamos fondos después de una tormenta, íbamos de casa en casa por nuestro faubourg. Así conocí a algunos vecinos, preguntándome y preocupándome de qué pensaban de una monja como yo. Tampoco es que yo hubiera sabido qué pensar de una monja como yo: un diente de oro a causa de una pelea de bar, pañuelo y guantes negros que ocultaban mis tatuajes, mis raíces negras asomando por un pelo muy decolorado.

En el primer capítulo conocemos su contexto. Ella trabaja en un colegio donde sus emanaciones de personalidad son penalizadas con castigos como limpiar las vidrieras del convento y la iglesia. Aunque ella considera su comunidad como una orden progresista, pertenece a una congregación —las hermanas de la Sangre Sublime—, de costumbres un tanto exageradas por el cliché literario. Las ramas progresistas no suelen imponer castigos. Las otras tampoco, eso quedó en el pasado. Esto es utilizado aquí de manera efectista, tiene una intencionalidad de generar conflicto y acentuar al personaje por contraste con su entorno conservador. En el mundo real, en el común de las congregaciones no se imponen castigos de este tipo a las monjas, pero esto es literatura de género: show business. Sirva para lo que pretende: crear una monja moderna y malmandada; de buen corazón. En algún momento dice servir a la imposible verdad de la devoción queer. Sí, se busca crear un personaje a la contra, lo cual es arriesgado porque puede resultar caricaturizado o peor, enlatado y previsible. Pero ha salido bien, puesto que sor Holiday también nos cuenta sus dilemas y su vulnerabilidad y un pasado infeliz que explica buena parte de lo que es ahora.

Sor Holiday es un poco antiheroica. Viene huyendo de un pasado que al principio aparece muy nublado y que la narración disipa de forma progresiva. Tal es su huida que, ha tomado los hábitos por las razones equivocadas.

Escarbar en el personaje le da hondura. Es una mujer lesbiana, que tuvo una relación larga con otra mujer bisexual que acabó casada con un hombre, circunstancia que a sor Holiday la ha marcado para mal. Es hija del rechazo, del ostracismo. Su androfobia, es tal que hasta su “fe” se resiente de ella:

Me abstuve de unirme a la oración. Rara vez rezaba el padrenuestro. Aunque me encantaba su cadencia, solo pedía perdón a María, solo a las mujeres.

Sin duda es de un catolicismo sui generis.

Al respecto, es el único pero que se puede poner. Es un personaje sistémico, que parecería diseñado por el programa de mano de cualquier organización woke. A este respecto, le falta un poco de originalidad, normal, si pretende encajar en un estereotipo ideológico que siempre enlata. Pero en líneas generales es un personaje controvertido que invita a mirar.

El lector de novela negra busca trama. No es que vaya a comprar esta ficción como icono de una ideología —LGTBI o cualquiera otra— para ver reverenciados todos los tótems de su doctrina.

Estructura y estilo

Narrador homodiegético —participa de la acción— en primera persona.

La acción es bastante lineal. Planteamiento, nudo y desenlace. A este respecto no aporta grandes innovaciones. Es una novela consagrada a la eficacia de la historia que nos quiere contar. Que se entienda y punto.

Cuando quiere explicar a sor Holiday sí plantea analepsis. Rompe con el hilo temporal y busca en el pasado hechos que configuraron a la protagonista. Esto se hace mediante memorias de la monja, que construyen para el lector el edificio psicológico de Holiday. Es la única ruptura de la linealidad temporal, pero no me lleva a decir que la trama no es lineal, porque lo que cuenta el flashback lo aporta al personaje, no a la trama.

En cuanto al estilo, es conservador. De nuevo apuesta por la eficacia: la prioridad es agradar al lector, no hacerlo discurrir por complicados entresijos.

El uso de comparaciones es intenso. El lenguaje figurado es brillante, en cuanto a estilo, lo mejor es el manejo de las comparaciones y símiles que establece para evocar imágenes literarias que te ayudan a visualizar la historia. Es realmente buena Douaihy en esto. Alguna metáfora también se deja ver, pero en una medida más escasa, sin duda es el más difícil de los recursos comparativos, pero cuando las plasma, son originales y brillantes.

El mantra mostrar pero no contar, lo controla perfectamente. Margot Douaihy tiene un doctorado en escritura creativa que le rinde bastante, porque su estilo es de una ortodoxia contemporánea impecable.

La protagonista lee novela negra. Es aficionada a ella y deja caer referencias admirativas a Philip Marlowe, el icónico personaje de Raymond Chandler, que para sor Holiday es el mejor y sospecho que para Margot Douaihy también. Este libro es deudor de Chandler en algunos elementos, ¿Qué novela negra posterior a él no lo es?

Temas de fondo

Estamos en el contexto de la Iglesia Católica. La novela presenta una visión reformista de la Iglesia. No por algo tan grueso como irrelevante de poner de protagonista a una monja punk. Muchas monjas son más modernas que muchos feligreses laicos desde hace mucho tiempo.

La modernización se manifiesta en detalles, afirmaciones que se deslizan:

Quizá el padre Reese estaba exhausto. Todos lo estábamos. Pero venga ya. Muchas veces había deseado ser yo o cualquiera de mis hermanas las que estuviéramos en el púlpito, compartiendo esa pasión que sentíamos todos los días.

El papel de la mujer en la Iglesia.

Se ofrece una visión muy antagónica del clero. Baste señalar que la protagonista llama al obispo con el sobrenombre de Padrino. A sus vicarios les pone otros motes igual de amables. A todos, en el halo de ideología woke que ocupa el texto los refiere como patriarcado ¿Esto nos habla de una monja anticlerical? No, pero sí muy partidaria de un clero de hombres y mujeres.

¿Son estas ideas de la protagonista o de la autora? Yo esto no lo sé. Actuando con rigor, tendremos que anotar estas opiniones en el casillero de la protagonista, es decir, del personaje y no confundir a la autora con su obra. Ya hemos dicho que aquí hay un narrador homodiegético —está dentro de la acción—, protagonista y equisciente. Es decir, el lector está limitado al protagonista, sabe tanto como él, y su opinión condiciona el relato. Actuando con menos rigor y con más voluntad interpretativa, yo diría que esta opinión tan renovadora, es de la autora ¿Por qué? Porque si hubiera querido ocultarse tras su personaje, habría vertido sus opiniones sólo por boca de ella. Sin embargo, sus hermanas de congregación, con las que está continuamente marcando la diferencia para caracterizar a la protagonista por contraste, coinciden sin embargo en sus críticas y falta de aprecio al mandón obispo y adláteres.

Los estereotipos son un tema capital de la novela. Sor Holiday es sospechosa de provocar el incendio, de inicio. ¿Por fumar un cigarro? ¿Por casi perder la vida sacando alumnos del colegio? ¿Qué pirómana prende fuego a una instalación colectiva y se pone a sacar víctimas del fuego como si fuera un bombero en éxtasis místico? Sin embargo, la toman por sospechosa en un momento determinado. Y por qué: por su aspecto. De otros alumnos difíciles del centro también se recela. De los niños bien, no. De los profesores de aspecto respetable, tampoco.

Ideología woke. La ideología woke queer es una corriente de pensamiento que combina principios del movimiento «woke», que busca concienciar y combatir las injusticias sociales y desigualdades, con la teoría queer, que cuestiona las normas de género y sexualidad tradicionales. Promueve la aceptación de identidades de género y orientaciones sexuales no normativas, criticando las estructuras sociales que perpetúan la discriminación y la opresión. La novela, en muchos momentos, habla por este patrón ideológico, siendo su personaje un arquetipo que encaja a la perfección, salvo por su condición de religiosa católica, cuya Iglesia sería presentada como el paradigma de esa estructura normativa opresiva. Pelín maniqueo el planteamiento, pero muy en la línea del postulado ideológico actual. Ya se dijo, por muy intencional que sea, no tiene mayor significación a la novela porque está consagrada a la resolución de una trama y pocos lectores se pondrán a reflexionar sobre las bases de su pensamiento a partir de esta obra. Es una corriente de pensamiento muy en boga, guste a quien guste y pese a quien pese; pero creo que ocupa demasiado espacio en la narración, que a veces resulta un poco pesada o panfletaria.

Nueva Orleans. La ciudad es escenario y casi un personaje más de la obra, pues resulta objeto de bastantes hipálages y personificaciones:

Nueva Orleans era una ciudad que podía presumir de muchas cosas, sobre todo de los castigos recibidos.

Mucho más que un decorado de fondo.

Proust decía que el olfato es el sentido humano más conectado a la memoria. Como viajar en el tiempo. «El inmenso edificio de la memoria»

El ejercicio de la memoria es importante en este libro. Mediante analepsis a las que se salta desde diálogos internos de la protagonista y narradora, se nos va explicando el quién y por qué de sor Holiday. El presente es un significante cuyo significado está en el pasado. La cita a Proust, célebre por su búsqueda del tiempo perdido y la memoria, es un guiño metaliterario que refuerza el propósito de la autora de explicar el presente desde el pasado.

Hay más referencias metaliterarias. Destaco algunas que son testigo de las lecturas de la autora y de las que seguro es deudora esta novela:

«Un diablo rubio», habría dicho Dashiell Hammett.


Conclusión

Buena ópera prima. Correcta novela negra. Lectura entretenida. La buena novela negra, es una receta que se cocina a fuego medio. No es un buen asado como las obras más literarias, ni tampoco un platillo al microondas como el siempre vertiginoso thriller. La señal de la cruz es así. Amena, fluida pero no fugaz. Acción con pausa, no es anticlímax en ningún tramo, pero tampoco fulgurante. Sus puntos flacos tal vez haya que buscarlos en las pesquisas, donde puede desearse más ingenio en la colección de huellas e indicios que hagan todo más creíble; y en el sobrado matiz ideológico de su contexto. Sus puntos fuertes, que bien valen su lectura: un personaje interesante y original; y un final apoteósico.

Si eres amante de la novela negra, te gustaría leerla.

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Alvaro

Con el tiempo y el acúmulo nuevas lecturas, se va olvidando lo que vamos leyendo. Me parece que escribir sobre ello me ayudará a recordar mejor cada pequeña o gran historia que lea. Si de paso las pongo en común contigo y te puedo animar a leer o no un libro, me parece más útil que unas notas guardadas en un cajón como un ermitaño de tinta. De qué va y qué me ha parecido, sin más vuelo ni pretensiones. No son reseñas de entendido, sino de lector a lector.

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