Por qué leer Lejos de Luisiana de Luz Gabás

Por qué leer Lejos de Luisiana de Luz Gabás

Lejos de Luisiana
Luz Gabás
2022
Editorial Planeta
750 páginas
Premio Planeta 2022

El Premio Planeta 2022 es para una historia dentro de la Historia. Una historia de amor —un amor obstaculizado por conflictos étnicos, sociales y de todo tipo— en el convulso escenario que representa la Luisiana del siglo XVIII. Una tierra donde todos se arrogaban el derecho de poseerla (Francia, Inglaterra y España) menos sus legítimos ocupantes, relegados a la mera condición de súbditos.

Y en esas que, la hija de un rico comerciante de la metrópoli, se va a enamorar de un indio tribal, guerrero y luchador. El conflicto está servido. Pero no sólo encontrarás uno: hay muchas vías de conflicto interrelacionadas. Muchas veces, son los propios personajes quienes viven en guerra consigo mismos, sobre todo la que tiene que ver con la circunstancia de elegir entre el amor de conveniencia o el preferencia.

Y esa historia de amor se narra dentro de un contexto social muy agitado.

Luz Gabás apuesta por una novela fluvial. Un escenario, el de las tribus norteamericanas durante la ocupación hispano-francesa no tan explotado por la narrativa española. Bienvenida sea una temática novedosa.

Luisiana. Un territorio actual de Estados Unidos, permanece en este siglo XVIII bajo dominio francés. Sin embargo, sobre su suelo se disputan su posesión con los ingleses que les van ganando terreno colonial. Los franceses, decidirán ceder Luisiana a España, con la subsecuente sensación de abandono para aquellos franceses que habían ido a la aventura de las Américas.

Por qué leer Lejos de Luisiana de Luz Gabás

Un libro profundo pero entretenido. Luz Gabás aprovecha muy bien la tensión de aquel período histórico para insuflar la tensión necesaria a su novela. La hay a raudales: franceses contra ingleses; tribus nativas contra todos y contra sí mismas; españoles con sus propios intereses; jesuitas expulsados y expropiados (saqueados); diferencias de clase; esclavos y patronos… El contexto es de los más ricos que encontrarás en una novela de nuestro tiempo.

No se puede soslayar la carga de profundidad de este libro. Estamos la década que precederá a la gestación de los Estados Unidos que, el 4 de julio de 1776, emitieron su Declaración de Independencia. Tengamos en cuenta que la novela inicia su recorrido en 1763. Los personajes habrán de transitar el enorme cambio que el mundo habría de conocer en los albores de una nación que apenas un siglo después dominaría el planeta y conquistaría la luna. Gabás explora con acierto —a mi parecer— esa sociedad de esclavos, criollos y forasteros de la que habría de resultar la futura nación.

Una novela optimista, que cree en la mejora generacional. En la apertura. Se ve en las generaciones jóvenes de la familia, que de manera orgánica, llevadas por la convivencia, se van aproximando a los esclavos, en contraste con sus mayores, en cuyas bocas Gabás pone las frases etnocentristas y xenófobas que los comparan con animales. El paroxismo de esta evolución, —muy moderada, no nos engañemos— llega en el amor que emerge entre los protagonistas.

Me gusta mucho la tolerancia histórica de la autora. No se ve el oportunismo de mirar la realidad del siglo XVIII desde el siglo XXI. Eso es ventajista porque todos acertamos la quiniela el lunes. Luz Gabás no es timorata en comentar los atropellos del colonialismo ni del esclavismo, pero los encuadra perfectamente en el contexto en que se daba, lo cual —sin justificarlos— los explica.

Por ejemplo en la página 136 se lee:

«—Todos llegamos aquí (América) con la misma idea —murmuró—. Empezamos de cero y creamos un mundo nuevo.»

Tal cual. Como si la opinión de los que estaban en ese “aquí” no tuviera la menor importancia. La idea colonial, puesta en boca de sus artífices. Daban por sentado que allí donde llegaran debía engrosar su imperio, con la naturalidad de quien se cree en su Derecho.

Les estalló en la cara una década después. Pues los americanos dijeron esta tierra es nuestra, y cuando superaron sus rencillas tribales los largaron sin miramientos. Este es el contexto político de la obra, telón de fondo o alfombra sobre la que camina la historia de los personajes.

Es interesante ver la evolución de los personajes. Los protagonistas, van madurando en la metanoia propia del cumplir años. Pero otros, presentan una evolución psicológica más inesperada e interesante. La del hombre poseído por sus ideas, que va siendo obligado a modular sus tesis. La de esa América tribal y fratricida que pone a un costado sus diferencias y se unen con la aspiración de dejar de ser esclavos.

La obra es también una bofetada al eurocentrismo histórico. Ese colonialismo prepotente y arcaico choca contra una tierra que siempre estuvo ahí y que emergió sobre su decadencia para marcar un nuevo tiempo.

Gabás hace reflexionar sobre la política. No en vano ella misma ha sido alcaldesa de Benasque. Parece decirnos que la política es un mal necesario, porque el desgobierno es aún peor.

Haríamos mal en soslayar el estilo de la autora. Ha conseguido una novela muy pulida y bella. Por ejemplo, el mimo y la precisión con que recrea la época se aprecia en el detalle más insignificante. Hasta se pasea con soltura por la terminología de la navegación fluvial de aquel entonces—navegar a espía y a sirga— si la ocasión lo merece para lograr un bruñido superior.

Me parece un libro bien premiado. Desde luego, otros años he echado en cara al prestigiado galardón esa propensión a otorgarse a obras tópicas, absolutamente maniqueas y llenas de estereotipos. Personajes planos para tramas pueriles.

«Lejos de Luisiana» no es así. Los personajes tienen conflictos internos, evolucionan, cambian de opinión y de conducta con el paso de los años, son veletas de las circunstancias y seres profundamente interesados. Las decisiones que toman no son certeras y en definitiva no son monolíticamente buenos o malos. Son reales y complejos.

Es un libro de violencia tambien. Esos enfrentamientos constantes entre distintas maneras de entender y de explotar América impacta de manera dramática en la vida de los personajes, cuyas vidas están en pausa permanente, siempre mecidas por la imposición de la batalla de turno.

La metáfora que compara la vida con el fluir del río es constante. Además, tiene muy buen encaje en el contexto de tribus indias que da fondo y primer plano a tantos pasajes de la historia.

La novela tiene lo mejor de dos mundos. De la novela histórica y de la novela romántica. Se aprende sin esfuerzo algo acerca de cómo se gestaron los Estados Unidos de América. Pero no se siente uno leyendo un sesudo atlas histórico, porque en realidad casi toda tu atención se centra en la historia de amor de Ishcate y Suzette a través de las generaciones. El amor: motor del mundo. La codicia, el poder, el orgullo, también generadores de acción humana —no cabe duda— pero más débiles que el amor ante la adversidad. En este libro, Gabás parece advertir que el amor es más fuerte que las diferencias raciales, que las convenciones sociales; las guerras, los años, los obstáculos.

Y es también un libro patriótico. No nacionalista, sino patriótico. Un libro que habla del amor a la tierra donde has nacido, diste tus primeros pasos, despertaste a la vida… El amor a la tierra que es escenario de tus recuerdos. No es un libro que legitime el amor a la tierra de unos personajes sobre otros. Es un libro donde todos aman su tierra y sus raíces, convirtiéndose así en un sentimiento humano, que profesan todos por igual, sin más dignidad en unos que en otros. El nacionalismo queda así reducido al absurdo como arma arrojadiza, porque el de enfrente ama sus paisajes, sus recuerdos y sus conexiones, tanto como tú las tuyas.

No es un libro maniqueo que reduce la historia. No es un texto donde hay buenos y malos —eso me ha gustado mucho— sino donde todos profesan el mismo vínculo con su cultura y su tierra de crianza. Donde las guerras aparecen porque todos, unos y otros, son movidos por los mismos deseos y las mismas codicias. Sin buenos y malos, un libro de seres humanos buscándose la vida y persiguiendo sus sueños, más elevados o más pecuniarios.

Un libro que tiene mucha densidad. La alianza entre lo romántico y lo histórico produce una fecundación cruzada. Hay mucho más trasfondo histórico del que da una simple epopeya de amor obstaculizado. Mucho más valor humano y antropológico del que tiene una simple aproximación histórica a un contexto.

Un libro que acredita el premio con que se reconoce.

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Alvaro

Con el tiempo y el acúmulo nuevas lecturas, se va olvidando lo que vamos leyendo. Me parece que escribir sobre ello me ayudará a recordar mejor cada pequeña o gran historia que lea. Si de paso las pongo en común contigo y te puedo animar a leer o no un libro, me parece más útil que unas notas guardadas en un cajón como un ermitaño de tinta. De qué va y qué me ha parecido, sin más vuelo ni pretensiones. No son reseñas de entendido, sino de lector a lector.

Esta entrada tiene un comentario

  1. Antonio

    Coincido contigo en la apreciación del Planeta y en la valoración de la novela de Gabás.

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