Por qué leer Onofre Superstar de Alfredo Escardino

reseña onofre superstar

Esta reseña Onofre Superstar me apetecía mucho hacerla. Es un libro diferente. Es una crítica a la industria literaria, siempre más ávida de ventas que de literatura. Rentabilidad antes que calidad. Todo es admisible si vende libros. Este libro, lleno de ironía y sensatez a partes iguales, te hace plantearte muchas preguntas. Como lector, como editor, como consumidor, como escritor… aquí no se escapa nadie.

Onofre Superstar245 páginas
Alfredo EscardinoEditorial Funambulista
2022Enlace para compra

Diferente. Original. Fresco. Divertido.

La acción inicia con un señor en una cornisa. Parece dispuesto a saltar sobre la madrileña Puerta del Sol. En vez de saltar, nos cuenta su historia. Con estas mimbres, ya te tiene atrapado desde el principio. Un comienzo de bestseller que no hace presagiar la profundidad reflexiva que tenemos por delante en las siguientes páginas.

Reseña Onofre Superstar

Nos situamos en un pub irlandés. Tres amigos, recién saldados en un ERE de la Caja de Ahorros para la que trabajan, fabulan sobre qué aire profesional y económico dar a su vida. En la tele, se anuncia un premio literario: dos millones de euros. Será para el libro más vendido del año en librerías. No para el de mayor calidad literaria ni el de más mérito narrativo, sino para el más comercial. Con esta medida se pretende estimular la creación literaria en tanto que motor económico e identitario.

Los tres amigos idean un negocio de barra de bar. Uno a la española, de baja inversión y retorno rápido y aparatoso: un pelotazo. Van a fabricar —delegando la redacción a una profesora universitaria y lectora profesional— un libro con todos los ingredientes de un bestseller: protagonista femenina empoderada, escenas picantes, ritmo trepidante, saltando de cliché en cliché; poco trasfondo y mucha facilidad de lectura.

Uno pondrá el rostro de escritor: Julio. Otro se encargará del formato jurídico y la representación, Cosme. El tercero, Pepe Néstor Baute, llevará el marketing, la joya de la corona. Para escribirlo, buscan a una mujer a punto de jubilarse, que pertenece al ambiente literario y trabaja ocasionalmente como correctora editorial. El golpe del siglo.

En los últimos años, el sector literario está mercantilizado. El premio literario más dotado fue a parar a tres señores ocultos bajo una conveniente fachada de mujer. Aprovechar el ascenso femenino para suplantarlo y vender. Premiado en el año en que se producirá la serie televisiva con la trilogía de estos escritores. Todo apunta a la monetización de la palabra escrita, lo cual convierte a la novela siempre en una divisa. Escardino publica este libro en 2022. Alfredo, no he podido evitar —mientras disfrutaba a Onofre Cox—, fabular una conversación contigo sobre tu opinión respecto del fallo de cierto premio a favor de tres señores ocultos bajo seudónimo de una mujer.

Si publicas novela, por narices tiene que ir a trilogía. O es un thriller con crímenes supersangrientos o es una novela calentorra. No me parece mal ninguna de las dos propuestas, lo que me parece mal es que se convierta en un estándar ineludible. De esto vemos mucho y muy bien narrado en esta novela ensayística o ensayo novelado.

Con esta obra reflexionas. También como lector.

  • ¿Podemos cambiar nosotros el mercado con nuestros hábitos lectores? ¿Será que el mercado está así porque a los lectores solo nos interesa el sexo y la violencia?
  • ¿Será que la lectura es un hábito de minorías que, si queremos universalizar, tiene que pasar sí o sí por rebajar la profundidad de sus propuestas? ¿Será que la novela vende solo si es ligera?
  • ¿No nos ofrecen más calidad literaria porque no la compramos o no la compramos porque no nos la ofrecen?

Con innegable talento satírico, Alfredo Escardino narra esta divertida historia. Pero no te engañes: al libro no le falta un ápice de seriedad. Ironía, sí, rigor también. Te lleva constantemente a hacerte preguntas:

  • ¿Qué tipo de libros compramos? ¿Por qué?
  • ¿Qué influencia tiene en nosotros las listas de los más vendidos?
  • ¿Son siempre los bestsellers los libros que más nos conviene leer?
  • La dinámica actual de mercado: ¿premia el mérito literario o más bien la facilidad para leer y por tanto vender un libro?
  • Dado que las editoriales no son ONGs y tienen todo el derecho a producir beneficios: ¿a quien corresponde el deber de fomentar esa literatura meritocrática y de nivel?

Y luego, de fondo, la gran pregunta universal: ¿hasta dónde puede llegarse para logar ser rico, famoso y/o exitoso?

Onofre Superstar no es más que una excusa. Una forma de denunciar a esa industria editorial que obliga al escritor a pensar, no en términos literarios, sino mercantiles. Un mercado que ve al escritor como si fuera un fabricante de secadores de pelo, sin otro afán que vender. Subyace permanentemente la idea de que, cualquiera, con un poco de habilidad para tocar temas de moda, desde una postura actual, con unos añadidos de acción, erotismo —o pornografía, si vende más—, tensión violenta y ligereza narrativa, puede ser un superventas por encima de escritores con pedigrí, preocupados por temas universales que son tratados en su obra con hondura y reflexión.

Los personajes

Los personajes son:

Julio, que encarnará a Onofre Cox en la farsa. Se nos dice que es un tipo con labia, pero no le sale palabra cuando tiene que hablar con la chica de la que está perdidamente encaprichado, se pone nervioso con la prensa, con los libreros, con los fans, etc. Es un personaje que experimenta una evolución enorme durante el relato.

Pepe Néstor Baute. El cerebro de la operación. Se encarga del marketing. La puesta en escena, las relaciones públicas, prensa, redes sociales… Llevaba ese tipo de tareas en la Caja de Ahorros de la que todos proceden —ERE mediante— y se presenta como un trilero. Es un solterón que vive todavía en el hogar materno, al parecer en medio de un entorno de fervor religioso que le ha traído problemas en el pasado.

Don Cosme. También procede de la Caja de Ahorros de Levante. Era el encargado del área legal. Vocación jurídica frustrada en esa mala decisión de trabajar para un banco. Vocación amorosa frustrada al elegir a una mujer que no es su primer amor de juventud, al que todavía añora. Es un personaje conformista en el buen sentido, que vive una felicidad incompleta pero soportable.

Beatriz de Azcárraga y Mendiguchea. La monitora del gimnasio al que asiste Julio. Lectora activista y desvelo carnal del protagonista. Pertenece a una familia de la aristocracia, pero trabaja como monitora para ganar un dinero por su cuenta queriendo escapar de los condicionales que impone su apellido. Es un personaje femenino resuelto y por donde respira buena parte de la historia. En una novela que nace de un plan maestro, Bea es el factor inesperado.

Hay un personaje que me parece magistral. Se trata del padre de Julio. Es un personaje evocado, nunca presente en la acción, pero siempre en el recuerdo de su hijo. Las reflexiones del protagonista van invariablemente al recuerdo de su padre, que siempre habla en forma de aforismo, silogismo, admoniciones o reconvenciones. Es en boca de ese padre ausente donde Escardino sienta las bases filosóficas del texto más de una vez. Por ejemplo (pág 96):

«Julito, hijo, los ricos, los agraciados y los poderosos se pueden permitir el lujo de seguir las reglas. Los demás, ya sabéis lo que os toca».

El sector financiero, de paso, se lleva algún capón también. Dice (pág 68):

«Durante años y años, el departamento de formación de la Caja de Ahorros de Levante lo había instruido para contar milongas a inversores crédulos, para timar a jubilados con gangas inverosímiles, para engañar a parejitas de recién casados con carísimos seguros de hogar que, a la hora de la verdad, cubrían poco o nada. Porque, según sus formadores en la entidad de crédito, a mentir se aprende.»

Quien roba a un ladrón. Se oye de fondo esta aleccionadora reflexión. Onofre Cox, Julito, trata por todos los medios de estafar para ganar un premio literario, —trasunto de alguno que tú yo sabemos—, que está más que amañado. Estafar para ganar un galardón que a su vez es otra estafa. Eso se palpa en este libro.

Para Alfredo Escardino el sector se ha vendido al mercantilismo. Su crítica consiste en que se busca y promociona exclusivamente al escritor que da al público lo que quiere leer, no lo que debe o merece leer. Esto, empobrece el ejercicio mismo de la escritura, pues deja de ser un medio que eleva al lector a nuevas cotas, situaciones o reflexiones y se rebaja al promedio social, más próximo siempre a la lectura fácil. Un ejemplo gráfico de este «dar al público lo que quiere leer» lo encontré en la página 86, cuando en una feria nos presenta a una escritora de éxito, Lulú Monamour. Nos dice:

«Al parecer se inició en el oficio de escritora con folletines románticos para adolescentes. Y lo hizo con bastante éxito. Sin embargo, fue en el momento en que dotó a esas novelitas rosa de una fuerte carga erótica cuando sus ventas se dispararon».

Un buen palo para cierta autora superventas ¿No crees? No es que esté mal escribir eso, sino el hecho de que no fuera tu compromiso orgánico desde el principio, sino un muñón que añades a tu literatura natural buscando el calentón que te haga vender.

El libro entero es así. Es una crítica muy elegante pero muy ácida a tendencias y personalidades del establishment literario, tan perfectamente diluidas como nítidamente reconocibles.

En cuanto al estilo, es correcto, sin alardes. Lleva al lector por donde quiere, consiguiendo que no pierda el hilo de la historia en ningún momento. Me ha llamado la atención el juego que hace con las subordinadas, que aparecen concatenadas como frases separadas por punto y seguido, cuando sin embargo empiezan por un conector (y/ que, sin embargo/ etc.) dando cierta sensación de dinamismo o de frases cortas. Por ejemplo (pág 49):

«Nada que ver con lo de esta tarde, donde tendrá que dirigirse a una audiencia que se prevé multitudinaria. Y que estará expectante por conocer al escritor…»

O más claramente en la página 115:

«Una mujer estirada, clasista y muy mandona. Que dedica su muchísimo tiempo libre a llevarle la contraria, a hacerle la vida imposible.»

A mí me parece una obra muy bien resuelta. Una estructura narrativa sin fisuras, con un trazo lógico en el que nunca te pierdes y con una secuencia de acontecimientos perfectamente creíble, si quitamos algunos reencuentros casuales, demasiado calzados, pero que no desmerecen la historia porque no conforman la trama principal.

Un texto que juega con varias voces narrativas. Escrito en presente narrativo —una de mis debilidades lectoras—, se logra un relato muy ágil sin menoscabo de la densidad ensayística que socapa la historia. Un libro que, además, tiene espacio para ser muestrario de la condición humana: traición y abandono; codicia desmedida; egocentrismo; hedonismo y materialismo; lujuria, ascenso y degradación; personas que se mueven por intereses, debilidad y pobreza de espíritu, etc. Todo eso lo vas a tener en este libro.

Escardino consigue un oxímoron magnífico con su novela. Parodia una historia alrededor de los libros prefabricados, esos bestsellers llenos de efectos pero vacíos de trasfondo. Y al hacerlo, el mismo consigue un libro totalmente opuesto: una novela trascendente y llena de reflexiones que no morirán en un futuro inmediato.

Pero he aquí otro oxímoron: el que añado yo. Creo que este libro —que está muy bien escrito—, es tan trascendente y tan necesario que debería ser un bestseller.

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Alvaro

Con el tiempo y el acúmulo nuevas lecturas, se va olvidando lo que vamos leyendo. Me parece que escribir sobre ello me ayudará a recordar mejor cada pequeña o gran historia que lea. Si de paso las pongo en común contigo y te puedo animar a leer o no un libro, me parece más útil que unas notas guardadas en un cajón como un ermitaño de tinta. De qué va y qué me ha parecido, sin más vuelo ni pretensiones. No son reseñas de entendido, sino de lector a lector.

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