Prácticamente Ruth

Prácticamente Ruth
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Novela inesperada y muy potente. Nunca había leído a Tyler Jones y la verdad, me ha dejado muy buen sabor de boca. Tiene una capacidad de evocar imágenes literarias muy intensas y muy permanentes en el recuerdo.

¿De qué trata?

En un rudimentario pueblo un niño busca ayuda del enterrador. Su padre se ha suicidado.

Esto pone en marcha la inhumación del cadáver. Siguiendo el cauce de supersticiones que tienen que ver con el suicidio y su afectación respecto del paso al otro mundo, se va formando una historia llena de morbosidad y miedo.

El hijo pequeño del suicida había muerto el año anterior. La pena había hecho que el suicida cogiera piedras de la lápida de su hijo, incapaz de despedirse de su recuerdo. Eso desata acontecimientos paranormales que acaban con su vida. Abel, el enterrador —y protagonista— tambien perdió a Hannah a las pocas horas de nacer y afectado, realiza una práctica similar con piedra de la lápida de su hija.

Prácticamente Ruth

Esto abrirá un mundo de horror para Abel. Las consecuencias de sus actos no se harán esperar de la forma más dolorosa.

Alterar una tumba es una forma de profanación. Al menos en Ashville lo parece. En un mundo que sólo se explica desde la superstición, no respetar suelo santo del cementerio se paga muy caro.

¿Cómo? Eso ya te toca a ti leerlo.

Al poco de suceder estos hechos aparece un extraño individuo. Factótum del ricachón del lugar, hará un encargo muy extraño a Abel, el enterrador y protagonista.

Desde aquí se armará una trama interesante llena de tensión y enigmas. De terror del bueno.

Atmosférico

Un libro especial. Un buen libro de terror te tiene que envolver. Tiene que ser totalitario para meter al lector dentro de su mundo y aislarlo del real mientras lee.

Se consigue de sobra en esta novela. El pueblo se llama Ashville. Villa de las cenizas. Un pueblo que domina un valle, cuyo pináculo es el monte Ashwood (ceniza-madera). Todo evoca muerte en este ambiente.

Las metáforas empleadas ayudan lo suyo. Por ejemplo, la luna no está menguante ni creciente, sino que parece un hacha a punto de caer sobre Ashville.

Terror a fuego lento. Libre de repullo. Es un terror de esos que te va calando como un sirimiri de esos que dices «Bah, si no llueve» y cuando te quieres dar cuenta estás chorreando.

Una novela poco conocida para mí que me ha fascinado. El autor, leída solamente esta novela, me parece una autoridad del género.

Todo suma.

La muerte y el más allá. No se personifican en la novela pero son omnipresentes al punto de parecer un personaje principal, no sólo telón de fondo y tema.

Trasfondo

La novela aborda la relación con la muerte. Concretamente con la de los seres queridos: ¿recordarlos es apresarlos u honrar su memoria? ¿Es una manifestación del amor que hemos sentido y aún sentimos por esas personas o un testimonio de nuestra propia incapacidad para superar el duelo y dejarlos ir?

Dejar descansar a los muertos. En esta novela, “profanar” sus tumbas, aunque sea movidos por el cariño, desata unas consecuencias que nadie quiere para sí.

Las personas mueren. Tras ello, son enterradas y desaparece su estela. Esta novela discute ambas certezas. Todos los personajes que vemos asomar están un poco sepultados por la pérdida de un ser querido. La vida nos va enterrando en dolor y pérdida poco a poco hasta que nos consume las fuerzas y somos nosotros mismos quienes morimos y enterramos un poco de la vida de los demás con nosotros.

Vivos y muertos no están desconectados. Los muertos continúan viviendo en el que sigue en pie y le recuerda. Los muertos pueden participar de la vida del vivo: siendo un recuerdo feliz y luminoso o en forma
de pérdida y melancolía, pero sea como fuere, influyendo en el estado de ánimo de la persona.

En definitiva: los muertos están vivos. Viven en otras coordenadas, extrañas a este mundo.

«La muerte no es una pérdida. Es un lugar. Ven a verlo»

Así lo resume y explica esta novela. Muy buena.

¿Qué aprendemos?

El ser humano es implacable. Por eso, el conocimiento superior se nos oculta. ¿Qué hay después de la muerte? ¿La nada? Tal vez esa respuesta científica —o limitada por nuestro alcance científico actual— sea la mejor respuesta, puesto que si el ser humano pudiera aprehender esa parcela, la de la inmortalidad que siempre ha anhelado, estaría dispuesto a cuanto fuera necesario —fuera moral o inmoral— para controlarla.

Al precio que fuera.

Esta obra nos hace ver que la muerte es necesaria. Sin ella, el mundo perdería el equilibrio.

La muerte hace que todas las cosas enrasen. Allana. Esta novela plantea la posibilidad de alcanzar la inmortalidad de unos a cambio de la vida de otros. Si eso fuera posible, la vida sería una divisa que todos querrían arrebatarnos.

Qué suerte que la muerte existe. Qué suerte dar con una novela así de importante y de bien escrita.

Si pudiéramos cruzar al otro lado, tal vez no gustase. La naturaleza sigue un orden. No sabemos qué hay después de la muerte, pero sabemos que la naturaleza tiene un curso y nosotros sólo somos una pieza dentro del engranaje de ese tren, no el maquinista.

¿Qué tiene de especial esta novela?

Tiene lo que pediría un amante del género de terror. Todo. Ambientación, atmósfera, personajes enigmáticos, sucesos extraordinarios, una historia morbosa y oscura al fondo… todo. Y además está bien escrita. Fluye con agilidad.

Pero es única en sensibilidad. Tiene un tratamiento de las relaciones humanas propio de otros géneros más apegados a la novela realista. Hay algunas escenas de una delicadeza y emotividad que te hacen emocionarte como casi nunca leyendo terror.

Leyendo terror pasas miedo. Tal vez ansiedad. Todo por efecto de empatía con el personaje. Pero que leyendo terror te conmuevas por una escena de amor entre un matrimonio que encara sus últimos días juntos… Excelente. Pieza única.

Es una novela que te pone al borde del llanto. La descripción que hace del sentimiento de pérdida post mortem es verdaderamente notable. Sólo por leer esa parte ya merecería la pena, pero es mucho más.

Me ha parecido una novela muy disfrutable. De esas que se escapan a los grandes grupos editoriales y rescatan las editoriales como Dilantando Mentes, que se hacen fuertes en la curación de propuestas dentro del inmenso piélago de novelas disponible. Claro, cuando la editorial la trabaja el que la vive y además la vive leyendo, suceden cosas así. Verdaderos regalos para el lector.

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Alvaro

Con el tiempo y el acúmulo nuevas lecturas, se va olvidando lo que vamos leyendo. Me parece que escribir sobre ello me ayudará a recordar mejor cada pequeña o gran historia que lea. Si de paso las pongo en común contigo y te puedo animar a leer o no un libro, me parece más útil que unas notas guardadas en un cajón como un ermitaño de tinta. De qué va y qué me ha parecido, sin más vuelo ni pretensiones. No son reseñas de entendido, sino de lector a lector.

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