Linghun de Ai Jiang

Linghun de Ai Jiang
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Linghun significa alma en chino. Y de almas va este libro. Y de migraciones, y de oportunidades y de diferencias sociales. Y de la familia y sus relaciones. De cómo aceptamos la muerte como una regla del juego que tal vez no nos gusta, pero que se aplica a todos sin objeciones.

Es una novela de muertos que se aparecen. De casas embrujadas. Terror, si quieres. Sobrenatural, más bien.

Y ante este nicho lector podemos resultar cortos de miras. Podemos comportarnos como un grupo de scouts contando cuentos de miedo en una noche de acampada, o podemos mirar más al fondo.

Y aquí hay mucho fondo que mirar. Jiang ha puesto lejos la raya del horizonte, para que quepa mucho trasfondo.

Una novela para leer activamente, pues.

Argumento

Una familia llega a un poblado llamado HOGAR. Emigran allí porque, en HOGAR, los difuntos de la familia se aparecen e interactúan de forma completamente normal dentro de las casas. Ellos buscan recuperar el contacto con el hijo primogénito.

Pero HOGAR es algo más que una promesa de reencuentro. Wenqui, la niña protagonista y narradora en primera persona, nos va dejando ver una sociedad colmena, de comportamientos unísonos y no pocas veces hostiles.

El pueblo está lleno de gentes sin techo. Son los rezagados. Los encuentros intermundo se producen sólo dentro de las casas. Si no puedes conseguir una, te quedas sin saludar a tu difunto de cabecera. Los rezagados esperan a las puertas de las casas a que algunas familias se marchen para ocupar sus casas y tener así acceso al milagro.

Migraciones y diferencias sociales muy pronunciadas. Una sociedad colmena, de comportamientos gregarios y patrones de conducta rígidos y uniformizados.

Wenqui conocerá a Liam, un rezagado. Ambos, cada uno en un segmento de la sociedad de HOGAR, comparten una ilusión: salir de ese lugar y volver al mundo real. ¿Lo lograrán o no será ese el mejor camino?

En el pueblo también vive La Señora. Una mujer anónima y solitaria. Vive en una casa y su comportamiento es objeto de habladurías. No consigue que en su casa se produzca la aparición. ¿Por qué?

Estructura y estilo

Hay tres personajes en los que se concentra la historia:

  • Wenqui: la protagonista. Narradora en primera persona de la mayor parte del relato.
  • La señora: sus pasajes se escriben con un narrador en segunda persona.
  • Liam: sus capítulos se narran en tercera persona.

Los capítulos llevan el nombre de uno de estos tres. De manera alterna, la historia se va mirando desde la perspectiva de cada uno. Wenqui, recién llegada y residente de una casa. Liam, que nos ofrece el contexto de un rezagado (así llaman a los que no tienen casa en HOGAR) y La Señora, que es una mujer del pueblo que rompe un poco con las taxonomías tan rígidas del entramado social de la aldea.

Es un juego de contrapesos interesante y ameno. Como esquema no es ninguna revolución, pues ya se ha usado en muchas obras, pero es eficaz y sirve muy bien al propósito de esta historia.

La prosopografía de los personajes resulta un tanto vaga. Cuesta imaginarlos con nitidez. No es una técnica borgiana de describir someramente para que cada lector imagine a su preferir y siempre sepa a conveniencia. Es simplemente escueta a ese respecto, no sabría decir si de forma deliberada, o de forma adolecida.

Trasfondo

El fenómeno migratorio y sus realidades. Los protagonistas son emigrantes. De un orden especial, claro. No han ido a buscar subsistencia, prosperidad o libertad. Pero permiten que Jiang pueda plasmar la sensación de desarraigo, la añoranza del origen, la dificultad de la adaptación o el rechazo de la comunidad de acogida. Y claro, eso da que pensar.

Las diferencias socioeconómicas y cómo estas condicionan las vidas. Imaginemos que pudiera existir el privilegio de hablar con nuestros seres queridos que ya han partido al gran viaje. ¿No sería este un Derecho Universal de primer orden? En HOGAR, si tu prosperidad te niega el acceso a la vivienda, se te niega también el disfrute de ese privilegio. De nuevo, da que pensar.

La muerte y su aceptación. La muerte es un problema de vivos, no de muertos. Para estos no existe. Esta reflexión que ya hago mía, pertenece a la novela Persecución de Toni Sala. En esta novela, sin embargo, toma más cuerpo, porque está más enfocada en el tema. Llama la atención el atraso cultural, tecnológico y general que la autora plantea en HOGAR. Allí donde no hubo evolución, la superchería tiene cabida. Sus habitantes, sin embargo, provienen de la sociedad avanzada. Traen móviles que no podrán usar y proceden de ciudades modernas y cuidadas, tan distintas a los edificios musgosos y mefíticos de HOGAR. ¿Por qué abandonan esa comodidad? Porque los ciudadanos del siglo XXI, donde la tecnología nos procura todas las comodidades y caprichos, viven frustrados ante la incapacidad para darse el anhelo supremo: regatear la muerte. La ciencia y la tecnología no llegan ahí, y hay que emigrar a la fe. La muerte es una regla justa. La misma para todos. Pero los seres humanos híper desarrollados del siglo XXI no aceptan nada que niegue su voluntad. La muerte nos aterra tanto como a un hombre del siglo V o a una mujer del siglo XV.

Linghun de Ai Jiang

Ya dijimos que este libro tiene mucho mar de fondo.

Hay mucho de secta en HOGAR. El diseño social o la eugenesia está muy presente en el texto. Signos muy reconocibles que también nos hacen pensar y, si tenemos espíritu crítico, disentir cuando toca. En el colegio de HOGAR los niños tienen una asignatura de naturaleza asamblearia llamada HOGAR. Las sesiones se abren repitiendo mantras, órdenes sagradas y patrones de conducta que blindan la pervivencia del sistema. Es algo así como educación para la ciudadanía, que nunca suele ser una ciudadanía universal, sino la que refrenda la opinión del que diseña la asignatura.

La disidencia. La protagonista no quiere estar en HOGAR. Pronunciarlo en voz alta le trae problemas. En las sociedades adocenadas existen siempre tabúes. La gente de ideas no es bien recibida allí donde la irracionalidad impera.

La libertad como divisa. ¿Usted quiere un privilegio? Pague con su libertad. En HOGAR, la asignatura HOGAR se diseña como un espacio donde cada niño, en la inocencia de su edad, exponga lo que sucede en el interior de sus casas. Un espacio de pretendida confianza para que el pequeño/a abra las puertas de la intimidad familiar y permita al grupo controlar la vida privada.

Reflexionemos sobre la libertad. ¿Bajo qué supuestos nos pide nuestra sociedad cederla?

La moral y la ética en situaciones límite. La gente que no puede conseguir casa en HOGAR espera años durmiendo en la calle, frente a las casas habitadas por afortunados que gozan de la compañía de sus difuntos. Cuando alguna casa queda libre, la codicia de que es objeto, desencadena batallas sangrientas al más puro estilo de Los juegos del hambre.

Al hilo de uno de estos episodios, se lee:

Todo lo que me reveló fue el corazón podrido de este lugar y lo que le hace a la gente que se queda: la pérdida de la moral y la ética, incluso cuando podrían pensar que la razón que los impulsa es sólida, que su amor y su dolor son suficientes para justificar sus horribles acciones.

HOGAR es la ilusión de una muerte rebobinada. Una promesa de felicidad que sojuzga a las personas, que entregan su libertad, su vida y su familia, su integridad física y moral. Cuando la codicia es muy pesada, la moral suele ser liviana. Para compensar.

Linghun de Ai Jiang

Se critica el drama del acceso a la vivienda. Una denuncia a la falta de moralidad en la subasta de viviendas en que se ha convertido el mercado inmobiliario en tantos países desarrollados. Si quisieras leer al respecto, seguro que pensarías en novelas sesudas de autores realistas, pero no creo que encontraras muchos ejemplos más desnudos y mejor contados que esta novela. Los aspirantes a comprar una vivienda en subasta, se baten en duelo cual gladiador hasta quebrar huesos, abrir heridas y matar adversarios. Todo, bajo la atenta mirada de los vendedores, —aupados a un atril desde el que son presentadores del espectáculo— vacíos de cualquier sentimiento de empatía. A más contendientes, más violencia y más pujas, más subirá el valor de su propiedad. La vida misma.

Se critican las privaciones de los estados a los ciudadanos. Cuando un sistema social cree poder prometer la felicidad, entonces esa promesa se vuelve un castigo para los supuestamente beneficiarios de tal dicha. Pasó en la Unión Soviética, en la Alemania Nazi, en la China de Mao… El paraíso no es de este mundo. La felicidad prometeica exige ser blindada y custodiada. Eso, la mayor parte de las veces se hace sometiendo la libertad. En HOGAR, por ejemplo, no se pueden utilizar los teléfonos móviles. Los jóvenes lo viven como una limitación muy alienante respecto de quienes eran antes de llegar a ese lugar:

Liam se detiene en las afueras de la ciudad y saca un viejo iPhone de su bolsillo. Es un iPhone 8, dos generaciones posterior al mío. Tiene un viejo cargador de teléfono de esos que se conectan a un adaptador para el encendedor de cigarrillos, y lo enchufa al coche. HOGAR es un lugar donde todos los tiempos se encuentran, se cruzan, se desconectan de aquellos para los que el tiempo sigue avanzando. (Pág. 137)

Entonces, qué significa Linghun en esta historia. Es el nombre de La Señora. Mejor dicho, el nombre que le impone su difunto esposo. La Señora es la gran reflexión de la novela. No consigue ver a su muerto. Con Linghun, la autora nos está diciendo que hay personas que viven sin arrojo, sin decisión, a expensas de otros, pusilánimes. Son muertas en vida. Hay personas que viven una vida espectral, sin ejercer ninguna batalla por la libertad. Esas personas están tan muertas como cualquier fallecido. Por eso su marido no la visita. La ignoraba en vida y la ignora también ahora.

La vida no vivida es una enfermedad de la que se puede morir. Carl Jung.

Morir y emigrar. Ambas cosas exigen aprender a dejar atrás. Cada día la vida nos exige nacer a algo nuevo y morir a lo anterior. Emigrar es eso: nacer a un nuevo hogar y morir al anterior. Si tengo que destacar una lectura al fondo de esta historia de fantasmas es este paralelo que hace la autora.

Una historia de fantasmas, pretexto de una novela muy filosofal.

En síntesis, una novela que me ha encantado. Es una novela de terror de premisas muy conocidas ya por el lector de terror —difuntos queridos cuyos fantasmas se aparecen en casas embrujadas—, pero reconvertida en la historia de una pequeña sociedad distópica sobre la que la autora derrama un buen florilegio de preocupaciones sociales. Una mirada a la realidad de la vida desde el mundo fantasmal. La muerte, esa compañera sobre la que las religiones —y los ateos— creen saberlo todo y sobre la que solo conocemos una cosa: que llegará y no sabemos cuándo ni dónde.

Buen libro. Seas o no lector de terror, te gustará.

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Alvaro

Con el tiempo y el acúmulo nuevas lecturas, se va olvidando lo que vamos leyendo. Me parece que escribir sobre ello me ayudará a recordar mejor cada pequeña o gran historia que lea. Si de paso las pongo en común contigo y te puedo animar a leer o no un libro, me parece más útil que unas notas guardadas en un cajón como un ermitaño de tinta. De qué va y qué me ha parecido, sin más vuelo ni pretensiones. No son reseñas de entendido, sino de lector a lector.

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