- Lucerna y Albert
- Lev Tólstoi
- 1857-58
- Genero: Relatos
- Edición a cargo de Acantilado (2024)
Dos relatos de Tólstoi, consagrados a su pasión melómana. De nuevo Lev Tólstoi en el catálogo de Acantilado, esta vez con una propuesta breve, que tiene la virtud de comprimir todo el estilo de un genio así como un pequeño bombón puede reproducir el sabor de toda una tarta de chocolate. Nos situamos unos diez años antes de la aparición de Guerra y Paz.
Estos relatos emergen de experiencias personales. Tólstoi visitó Lucerna, en un recorrido que también le llevó por ciudades como Zurich, Friedrichshafen, Stuttgart, Baden-Baden, Frankfurt, o Dresde.
Lucerna
Lucerna es algo así como un diario de viaje. Nos habla en primera persona el príncipe Nejliúdov. Se alza el telón con una soberbia descripción del paisaje.
Lucerna está ubicada junto al Lago de los Cuatro Cantones. Ahí se sitúa la acción. Y empieza con una descripción física del soberbio entorno natural, estropeado por esos turistas ingleses que allá por mediados del siglo XIX empezaron a hacer un turismo prepotente aupados a su riqueza burguesa, y a transformar los destinos de su preferencia a golpe de esterlina. Esta conducta de colonialismo amigable es censurada por Nejliúdov, que como personaje, actúa aquí como vocero de Tólstoi:
Esto es lo que se llama «el paseo». Y es ahí por donde pasean arriba y abajo las inglesas con sombreros de paja suizos y los ingleses con trajes resistentes y cómodos, disfrutando de lo que han creado. Puede ser que esos malecones y esas casas, esos tilos y esos ingleses queden bien en otro lugar, pero desde luego no aquí, en medio de esta naturaleza extrañamente grandiosa y al mismo tiempo indeciblemente armónica y delicada.
A los ingleses les hace un traje. El estilo más solemne de su graciosa britanidad es rastrillado por Tólstoi. Lo llena de epítetos que tuvieron, a ojos de la crítica literaria inglesa, muy mal encaje:
«falta absoluta de comunicación (…) nula necesidad de acercamiento (…) solo expresa la conciencia de su propio bienestar y una falta absoluta de atención en lo que los rodea (…) en sus movimientos no se revela una sola emoción del alma»
¿De qué trata?
El relato tiene dentro de sí su propia sinopsis:
El 7 de julio de 1857, en Lucerna, frente al hotel Schweizerhof en el que se hospeda la gente más rica, un miserable cantor ambulante pasó media hora cantando canciones y tocando la guitarra. Cerca de cien personas lo escuchaban. Tres veces pidió el cantante que le dieran algo. No hubo nadie que le diera nada, y muchos se rieron de él
Sobre esta cuestión cimenta Tólstoi su clásica parénesis. Lanza una furibunda crítica contra el capitalismo feroz de la aristocracia británica, a la que contrapone con la belleza formal, la vida espiritual, el arte, la naturaleza, etc. Frente al dinero, la poiesis.
Denuncia la hipocresía de la civilización occidental. Esa que, elabora leyes para masas, pero es incapaz de ejercer la caridad hombre a hombre. Dostoievski, recogerá el guante algunos años más tarde cuando, en 1880, publica su novela Los hermanos Karamazov donde uno de sus personajes señalará el mismo defecto fatal:
«Me he dado cuenta de que cuanto más amo a la humanidad, menos amo a cada hombre en particular»
Respecto el estilo, poco que decir: Tólstoi. A todo el armazón conceptual le añade belleza y musicalidad. Ritmo fónico, sintáctico y narrativo. No será su obra más reconocida, pero calidad tiene de sobra. Se reconoce en el texto el ADN Tólstoi.
Un relato corto, catequético y de altura. Un autor a la contra de su tiempo. Literatura.
Albert
Albert es un relato breve escrito en 1858. Inicia en “una mancebía”, que es una forma fina de aludir a un puticlub o prostíbulo. A ese lupanar van caballeros de alta sociedad. Este es un dato importante en un Tolstói siempre moralizante, que aprovecha para atizar así a la aristocracia zarina.
Allí llega en un estado lamentable Albert. Se trata de un vagabundo que se destapa como un talento musical digno de elogio. Un genio. En esa reunión está Dmitri Ivánovich Delésov. Se trata de un hombre adinerado, melómano como el propio Tolstói, que va a quedar fascinado por la habilidad de Albert y, con filantropía, lo lleva a su casa para restaurar su maltrecha vida.
Pronto chocará Albert con las rutinas de una vida ordenada. No se deja el genio aprehender por las seducciones mundanas: techo, abrigo, yantar y descansar. Albert no es pájaro para jaula, por mucho que esa gayola sea de oro y seda.
Tal unión no es posible.
Tolstói refleja el trato que la sociedad dispensa al talento. En la filantropía de Delésov hay una mezquindad dentro: domesticar el genio; hacerlo disponible para que actúe a capricho de sus mecenas. Albert es incapaz de encontrar un lugar en este mundo de lujo y superficialidad.
Albert es un hombre atrapado en un ciclo de autodestrucción. Su genialidad musical está eclipsada por su incapacidad para adaptarse a la sociedad. El arte puede no ser un buen modo de ganarse la vida, pues cuando se somete a la ley de oferta y demanda, se calza un corsé que no deja fluir sus ocurrencias con tanta libertad. Y la libertad es esencial al arte.
Tolstói, con Albert explora temas profundos. La dicotomía entre el arte y la vida, la fragilidad del genio artístico y la repulsa de la sociedad hacia quienes no acatan sus normas. La lucha interna de Albert y su alienación son una crítica a la sociedad que valora el talento solo por su capacidad de entretenimiento, sin comprender al individuo tras el arte.
Entramos en el mundo interior de Albert. Participamos de su sufrimiento y sus breves momentos de triunfo. Asistimos a un final lleno de simbolismo.
“Albert” es un relato conmovedor y trágico. Invita a reflexionar sobre el talento y la manera en que la sociedad trata a los individuos excepcionales. Es una obra que combina la maestría literaria de Tólstoi con una crítica social incisiva.
Genial. Tolstói.