La librera de París. Te parecerá una delicia de principio a fin.

La librera de París
0
(0)

Empieza así: “Era difícil no sentir que París era el lugar”.  No quiero caer en el tópico sobado de que “París es un personaje más de la novela”, pero tampoco es posible, —permíteme decir al menos eso— escribir una novela ambientada en París sin hablar de sus atributos. 

Si eres aficionado a la gran literatura, este libro te parecerá una delicia de principio a fin.

La librera de París propone un viaje en el tiempo. Escrita por Kerri Maher, es una novela histórica que narra la vida de Sylvia Beach, la fundadora de la icónica librería Shakespeare and Company en París. 

¿Cuál será el propósito de esta novela? ¿Relatar la historia de la publicación del Ulises de James Joyce, como una crónica de unos hechos concretos o habrá algo más allá?

Sí. Hay más. 

Logo Porque Leer

La librera de París

Portada de La librera de París

Autor: Kerri Maher

Publicación: Febrero 2022

Editorial: Navona Editorial

Páginas: 416

ISBN: 978-8419179012

⭐⭐⭐⭐⭐

Reseña de Álvaro Sánchez Oliveros

La novela se desarrolla principalmente en París entre 1919 y 1936, en el período de interbellum. La historia sigue a Sylvia Beach, una joven estadounidense apasionada por los libros, que regresa a París (donde pasó parte de su juventud) y decide abrir su propia librería de habla inglesa, Shakespeare and Company, en la orilla izquierda del Sena. Actualmente está justo al lado de Notredame y hay que hacer una cola insufrible para visitarla. Gajes de aparecer en Lonely Planet. 

Lo que comienza como un sueño modesto se convierte en un epicentro cultural: un refugio para escritores expatriados, artistas y intelectuales que buscan libertad creativa lejos de las restricciones de sus países de origen.

El arco narrativo principal gira en torno a la relación de Sylvia con el escritor irlandés James Joyce y su controvertida novela Ulises (Ulysses), que fue prohibida en Estados Unidos y otros lugares por considerarse obscena. Sylvia, como editora y amiga leal, asume un riesgo enorme al decidir publicarla bajo el sello de su librería, enfrentando desafíos financieros, legales y personales. 

En la novela, Sylvia ve en Ulises una obra maestra modernista, a pesar de su complejidad y controversia. Cuando ninguna editorial tradicional se atreve a publicarla debido a las leyes de censura, ella decide asumir el riesgo bajo el sello de Shakespeare and Company, que hasta entonces era solo una librería y biblioteca de préstamo, no una editorial. Esto implica un esfuerzo financiero enorme, ya que Sylvia invierte sus propios recursos, y un riesgo legal, ya que la obra podría atraer demandas o confiscaciones. La novela retrata este proceso con gran detalle, mostrando los retos logísticos, como la impresión en Francia (donde las leyes eran más laxas) y la distribución clandestina a otros países.

La publicación de Ulises convierte a Shakespeare and Company en un nombre reconocido en los círculos literarios mundiales. La librería se vuelve un símbolo de resistencia a la censura y un punto de encuentro para escritores como Hemingway, Fitzgerald y Pound, quienes celebran la valentía de Sylvia. Ulises no solo es un hito literario, sino que también eleva el estatus de Sylvia como una figura clave en la promoción de la literatura modernista.

Otros editores, al ver el impacto cultural y comercial de la novela, comienzan a codiciar a Joyce como autor. En la novela, se exploran las tensiones entre Sylvia y estos editores, quienes tienen más recursos financieros y experiencia editorial que ella. Además, la relación con Joyce se complica: él es retratado como un genio carismático pero exigente, con problemas personales (como su salud ocular y finanzas inestables) que pesan sobre Sylvia. La rivalidad no solo viene de fuera, sino también de las dinámicas internas en la comunidad literaria parisina, donde egos y ambiciones chocan. Esto es muy interesante y le da una capa de profundidad que Maher presenta con mucha habilidad. 

La librera de París

La narrativa también explora su vida romántica y las dinámicas de la comunidad literaria parisina, con cameos de figuras legendarias como Ernest Hemingway, Gertrude Stein, Ezra Pound y F. Scott Fitzgerald. La ambientación es rica en detalles: las calles bohemias de París, las tertulias literarias y el ambiente progresista de la época, donde la homosexualidad era legal en Francia desde 1791, permitiendo relaciones más abiertas.

Plantea una secuencia temporal lineal, lo que facilita seguir la evolución de Sylvia desde la mujer indecisa hasta una figura pionera, valiente y referente, sin saltos de analepsis que compliquen la lectura.

De hecho la narración se divide en cuatro partes:

  • 1ª – 1917-20
  • 2ª – 1921-22
  • 3ª – 1925-31
  • 4ª – 1933-36

Temas importantes 

A Joyce no le dejaban publicar el Ulises. Decían que era un libro inmoral. Sylvia Branch es una rebelde que empeña su dinero, su futuro y su imagen para imprimir esa novela que nadie se atreve a objetivar en libro. Para llevar al público una obra literaria mayúscula y dejar que decida por sí mismo.

En tiempos de cancelación y censura encubierta, como los que vivimos, esta novela es una lectura muy necesaria. 

«Cualquier cosa remotamente interesante es considerada inmoral por nuestros compatriotas, lo que está asfixiando las artes, incluido el cine»

Novela sobre la amistad. Sobre la camaradería y también sobre las zancadillas en el mundo editorial y en el gremio de los artistas. 

Sylvia, una mujer lesbiana en una relación duradera con la librera francesa Adrienne Monnier, representa la independencia y el coraje de las mujeres en un mundo dominado por hombres. París se presenta como un oasis de tolerancia comparado con la América puritana.

De alguna manera, esta es también la historia de un sueño americano en suelo europeo. 

Contraste

Por momentos me ha recordado a Henry James. O a Edith Wharton. Ese contraste entre Estados Unidos y Europa (hoy más desdibujado) que hace cien años era evidente. La protagonista compara ese París progresista, donde las mujeres homosexuales podían relacionarse de forma despenalizada con los Estados Unidos puritanos, de Ley Seca y trato áspero. 

Tiene un nexo común con la obra Madame de Treymes escrita por Edith Wharton en 1907. En aquella pieza corta, Wharton nos cuenta la historia de una mujer estadounidense en Francia, divorciada y que quiere contraer matrimonio con un hombre americano. En esa novela, se expone claramente la doble moral de la sociedad francesa del momento: en Estados Unidos el divorcio no se admitía y mucho menos una nueva alianza, sin embargo, el divorcio era legal en Francia, pero socialmente la mujer divorciada era repudiada. Es decir, la ley progresista no era resultado de una sociedad igual de avanzada. Por contraste, Francia se veía mucho más avanzada socialmente que Estados Unidos, pero quienes lo vivían sabían que era una diferencia de cara a la galería. 

En esta novela se cuenta algo similar. Aunque es una novela escrita en este tiempo, se ambienta en el lugar y momento en que Wharton creó a su Madame de Treymes. La coincidencia es muy significativa, sobre todo si tenemos en cuenta que Sylvia Beach es un personaje real y lo que se cuenta en la novela tiene base verídica. Sitúo la cuestión. Sylvia Beach era homosexual. En los Estados Unidos de su época, las tendencias homosexuales no estaban aceptadas. En Francia sí. Se permitía. Sin embargo… os dejo que leáis lo que dice en la página 66:

—Francia lo acepta en teoría, de acuerdo con la ley. Y muchas familias, como la mía, aceptan las amistades especiales de los hijos. Pero, por lo demás… —Movió ligeramente el dedo como si dijera: «No tanto»

Inspiración histórica

La novela está basada en la vida real de Sylvia Beach (1887-1962), una figura clave en la historia literaria del siglo XX. Fundó Shakespeare and Company en 1919 como una librería y biblioteca de préstamo para angloparlantes residentes en París. 

En 1922, publicó la primera edición de Ulises cuando ninguna editorial se atreviófinanciándolo de su bolsillo y asumiendo todos los riesgos. La librería cerró en 1941 durante la ocupación nazi (Sylvia se negó a vender un libro a un oficial alemán, y amigos como Hemingway la ayudaron a ocultarla). 

Hoy, la Shakespeare and Company actual (abierta en 1951 por George Whitman) rinde homenaje a su legado.

Kerri Maher, quien vive en Boston y tiene un MFA de la Universidad de Columbia, investigóexhaustivamente mediante cartasmemorias (como las de Sylvia) y archivos. Es su tercera novela de ficción histórica sobre mujeres influyentes, tras The Kennedy Debutante y The Girl in White Gloves(sobre Grace Kelly). 

Maher trabajó en la librería actual, lo que le dio autenticidad al retrato. Unido al rigor y los documentos consultados para su confección, podemos considerar esta novela una magnífica fuente para conocer el proceso que llevó a la publicación de una de las novelas más difíciles de leer y de un emblema del siglo XX. De paso, nos permitirá recorrer las calles del París literario de aquellos años a mitad de camino entre la Gran Guerra y la invasión alemana. 

Tenemos una novela que transcurre en París. Pero también tenemos una novela que mira al otro lado del Atlántico y nos devuelve un retrato de un periodo oscuro de los Estados Unidos: Ley Seca, intolerancia y censura puritana protestante. Los autores que entran y salen de la librería Shakespeare and Company son pseudo exiliados que no podían dar salida a su obra artística en aquel país. Ezra Pound, un personaje secundario en esta novela, dice así:

«Hoy en día ser un artista auténtico en Estados Unidos es una mierda» 

Estilo agradable 

Nada que ver con Joyce. El estilo de Maher es accesible, inmersivo y emotivo, con una prosa que evoca el encanto de París en los años 20 sin sobrecargar con detalles. Es una mezcla de biografía novelada y drama literario, con diálogos muy naturales que humanizan a los personajes históricos (el propio Joyce se representa como carismático pero egoísta y problemático). Algunos lectores critican que se centra mucho en Joyce, haciendo que la relación con Adrienne parezca secundaria, y que hay “name-dropping” de famosos, pero en general, es alabada por su ritmo y su homenaje a las librerías. Me parece una bobada esa crítica porque la novela es la historia de la publicación del Ulises, por lo que Joyce debe ser pieza central. Entiendo que a lectores/as con determinadas sensibilidades les gustase más protagonismo de otros elementos de la novela, pero entonces sería otra novela y no esta. El name dropping no es un clicbait de la novela para atraer lectores: es que el París de aquellos años reunió a la flor y nata  de las artes.

Tiene guiños que la hacen deliciosa. Por ejemplo, hay alguna que otra frase sin traducir, en francés, que le da esa ambientación tan necesaria y que te hace sentirte tan forastero como a veces, tal vez, se sentiría Sylvia. 

El personaje de Sylvia

Buena parte del éxito de la novela cae sobre el personaje de Sylvia. Lo ha trabajado muy bien Maher.

Empieza siendo una joven insegura. Respecto de París, respecto de su sexualidad, respecto de sí misma. Nada que ver con la Sylvia que conoceremos más adelante. Un arco dramático muy bien dibujado por la autora. 

Sylvia se nos presenta como una joven con inquietudes literarias. Pero también con todo el peso de la herencia.

“¿Podría llegar a escribir alguna vez con tanta valentía, sabiendo que su padre, clérigo, a quien quería profundamente, leería cada palabra? Una cosa era que él aceptara tranquilamente cada palabra que ella escribía, y tal vez incluso su discreto safismo —porque su soltería, y tal vez a casarse y nunca había cuestionado nunca la había animado a casarse y nunca había tenido, que, al fin y al cabo, las amistades femeninas que había tenido, que, al fin y al cabo, habían cubierto todas las posibilidades, desde lo enteramente platónico hasta, en raras ocasiones, lo desgarradoramente íntimo—, pero otra cosa muy diferente sería que escribiese sobre sus deseos con el tipo de honestidad que admiraba en la nueva literatura empezaba a encontrar en las revistas más progresistas”

Sylvia no hace sino cautivar.   En lo particular me ha pasado. Es frágil y fuerte. Tan pronto duda de sí misma como se enrola en la Cruz Roja y marcha al frente de combate a Serbia. Una mujer que debió ser de un tipo muy especial.

“La conserje de las lecturas inglesas de París”. Así la refirió nada menos que Ezra Pound. 

Uno de los temores que tenía al leer los primeros capítulos es que Joyce fagocitase Sylvia Beach. Es demasiado tentador, supongo, pero esta novela es la vida de Sylvia y brilla justo en el centro de la historia. Y me gusta. 

«Había momentos en que tenía que recordarse a sí misma que aquella era su vida real, que James Joyce era amigo suyo y que se llevaba lo suficientemente bien con ella como para ir a la librería la mayoría de los días de la semana y quedarse allí una hora o dos.»

Sylvia es una activista. Lo demuestra en su participación voluntaria como ayuda en la I Guerra Mundial. También presenta batalla a la Administración Norteamericana que censura desde unas tesis puritanas protestantes:

Pero ¿qué podía hacer ella desde París? Apoyar números prohibidos de revistas controvertidas como The Little Review era un comienzo —eso cuando le llegaban intactos—. Seguramente podría hacer algo más.

Cuando Sylvia decide publicar Ulises, el personaje se amplifica. Pasa por todo el catálogo de emociones imaginable: el arreó inicial, todo optimismo e ilusión; la incertidumbre de la materialización, el síndrome del impostor, las dudas… Todo el itinerario emocional retratado con precisión. Un personaje que Maher consigue dibujar con tanto detalle que incluso nos anticipamos ya como lectores a sus reacciones. Así de bien llegas a conocer a Sylvia Beach si lees esta novela.

Sylvia no es un dechado de virtudes sin defectos. No nos la pinta así Kerri Maher, con acierto. Yo en Sylvia encontré una mujer sin balance, entre dos aguas. Por un lado James Joyce, al que protegía y sobreprotegía. Por otro lado, Adrienne. Su pareja, de la que dependía emocionalmente. Adrienne la protegía, era su colchón emocional, estratégico, motivador y financiero. Adrienne protege a Sylvia tanto como Sylvia a Joyce. Sylvia no desarrolla relaciones de interdependencia con nadie: o es protegida o protectora. 

Esto tensionó su relación con Adrienne. Todo el afectuoso cuidado que le brindaba la francesa, no lo recibía de vuelta, sino que Sylvia lo derramaba en Joyce, y más que en Joyce, en la obra de Joyce . Es la obra de Joyce lo que refugia Sylvia custodiando al escritor. Sin él, aquella librería, hoy —en otra ubicación— imposible de visitar, habría sido una más. Sylvia lo sabe. Su éxito un éxito merecido, pero auxiliar al genio de James Joyce. También Joyce es quien es gracias a Sylvia, pero al fin y al cabo la obra la escribió él.

El personaje de Sylvia fascina. Creces con ella y admiras su tesón, su afán de superación, su perseverancia, su capacidad de saber sufrir para salir victoriosa. Casi es más interesante la vida de Sylvia que la novela de Joyce. 

Sylvia es memoria y deseo. La pelea entre lo que quieres ser y lo que siempre has sido. Entre el porvenir y la trayectoria. Un estupendo juego de grises que contiene el secreto que hace de un personaje un ser humano real: sus contradicciones. 

Quién es Joyce en esta novela

Es un hombre iconoclasta. Tanto al escribir como al vivir, verbigracia el no matrimonio con Nora Barnacle. Un tipo decidido a romperlo todo, cualquier convención literaria o social.

Si lo que se deja ver en esta novela es cierto:

Joyce es un tipo macilento. Débil y apocado. Intenso a ratos, insufrible enfermo a otros. Es amigo y felón. Trepa y borrachuzo. Genio y figura. Mejor escritor que persona. Mejor novelista que amigo. Pesetero. Convenenciero como el más viejo feriante y capaz de traicionar a su mejor amiga por tal de colocar un libro suyo a un editor.

Estos genios son para admirarlos, pero no para tenerlos cerca. Desgastan. Eso es lo que se desliza de la lectura de este libro, o mejor dicho, lo que a mí se me alcanza. 

Un tipo desagradecido. Un avariento capaz de escupir en el plato. Cuando va a dejar en la estacada a la mujer que le ayudó cuando nadie lo aceptaba, Joyce dirá:

«y la peor de todasla Srta. Beach, que cree tener algún tipo de propiedad sobre una novela que no ha escrito y me impide ganar el dinero que aseguraría mi futuro debido a esta noción infundada.»

Cuando leas la novela, cuando sepas qué indiscretos sacrificios tuvo que hacer Beach por Ulises y por su enfermizo autor, moralmente resultará de difícil digestión. 

En una de las cartas que son fuente narrativa en esta novela, Margaret Anderson (editora en EEUU) escribe:

«A Jane y a mí, Joyce siempre nos pareció un escritor genial, pero no íntegro»

Es un Odiseo. Cuando está escribiendo su Ulises, casi está escribiendo autoficción. Su propio viaje inacabado. Dice así:

«—A veces pienso —comenzó a decir, tan silenciosamente que ella casi no podía oírlo— que estoy condenado a ser un exiliado que escribe ininterrumpidamente y para siempre sobre su tierra natal.»

Un hombre al que daban de lado los supuestos adalides y prima donas de las vanguardias.

«Virginia Woolf se había negado a abrir su imprenta al Ulises, cosa que eliminaba cualquier posibilidad de publicación en Inglaterra»

Virginia Woolf y su esposo decepcionaron a su tiempo respecto del Ulises de Joyce. No enfrentaron la opinión burguesa de esa época:

«Siempre ha pensado que los Bell y los Woolf son irónicamente conservadores»

¿Qué decepción, verdad?

Sin embargo Joyce es también una persona de carne y hueso. Esconde un lado humilde, sensible y de buen amigo. Le cabe el honor de haber escrito unas obras literarias complejas y determinantes en la literatura universal. También el de caer y levantarse. El de equivocarse y rectificarse. 

Un tipo al que vas a detestar y al que vas a perdonar. 

Mujeres nuevas

En Sylvia Beach y en Adrienne Monnier vemos mujeres nuevas. Al abrigo de un París que ignora lo que le aguarda la siguiente década, los años veinte dejaron emerger libertades desconocidas hasta entonces para las mujeres en otras esquinas del planeta:

«pasar horas con sus libros y su máquina de escribir, reseñando las últimas novelas o defendiendo la igualdad de las mujeres en los liceos»

Y esto se respira en el texto. Constantemente. Se delizan conversaciones  sobre la cuestión de género —ignoro hasta qué punto pertenecen a la ficción—, entre Ezra Pound y Sylvia. En ellas Kerri Maher nos deja entrever que incluso los hombres más avanzados todavía no estaban preparados para abordar según qué puntos de vista. 

Hay algo que reconocer a Sylvia Beach: su condición pionera. Era la editora perfecta para la obra de Joyce. Si lo que hizo tan difícil el parto de Ulises fue su condición novedosa, el cambio que traía, ¿qué diremos de Beach? La sexualidad de Beach era tan escandalosa para su país como la novela de Joyce. Su decisión de triunfar en el mundo editorial siendo una mujer era tan revolucionario como el concepto estilístico de la obra de Joyce. 

Los años veinte del pasado siglo nos trajeron vanguardias modernas y desconocidas. Con cima en Joyce y su Ulises, con ese mezclar perspectivas, voces y géneros, redefiniendo la novela para centrarse en el artificio literario y hacer del texto un laboratorio de experimentación literaria. Pero ¿acaso fueron menos vanguardistas esas mujeres que dieron un paso al frente para reclamar voto, trato y espacio en todos los ámbitos de la sociedad? Jamás hubo cambio —o principio de cambio— social como ese. 

Personajes destacados

•  Sylvia Beach: Protagonista principal, una mujer fuerte, idealista y apasionada por conectar lectores con libros. Evoluciona de soñadora a heroína literaria, lidiando con inseguridades personales.

•  James Joyce: El escritor excéntrico y demandante cuya amistad con Sylvia es el motor del drama. Retrato matizado: talentoso pero manipulador, con problemas de salud y familia. El tipo pasaba a diario por la librería de Sylvia.

•  Adrienne Monnier: Pareja romántica de Sylvia, dueña de una librería francesa vecina. Apoyo emocional clave, representa la estabilidad en un mundo caótico. Es además un catalizador para Sylvia. La empuja a emprender, a escribir, a relacionarse… una pareja de las que alimenta. En vez de freno, acelerador. En vez de lastre, rueda. Claro que ese apoyo incondicional pasa por altibajos, en unos casos con razón —casi siempre— de Adrienne, y en otros, motivados por celotipias, deseo de atención, etc. Y esto está muy bien porque el personaje se nota real. No es un ser de luz. Me podrás decir que al ser personajes que han existido en la realidad, no hay más que hacer un retrato fiel para que resulten reales. Y tendrás razón. Pero también un retrato se puede dibujar mal por muy quietecito que se esté el modelo, ¿no crees?

•  Personajes secundarios: Hemingway (amigable y aventurero), Pound (práctico y excéntrico), Stein (intelectual y excéntrica), y menciones a otros como Fitzgerald. Todos aportan color al ambiente literario.

Una nimiedad

En la cuarta parte de esta novela, la que la autora apunta al periodo 1933-1936 se lee:

«En aquellos días, en lugar de encontrarse con una docena de estadounidenses conocidos cuando iba a tomar un café o una copa de vino al Dôme, Sylvia tenía muchas más probabilidades de sentarse a hablar de España o Alemania con alguno de los muchos artistas refugiados que habían llegado de aquellos países, huyendo de Franco o de un Reich cada vez más draconiano, en particular con relación al antisemitismo y el antiintelectualismo que hacían peligrar la vida de tantas personas, entre ellas sus nuevos amigos Walter Benjamin y Gisèle Freund.»

En el periodo de 1933-1936 pocos españoles exiliados a causa de Franco se pudo encontrar Sylvia Beach en París. 

Interprétese como una licencia literaria, dado el contexto de la novela y su relevancia tangencial. 

Los exiliados españoles de la Guerra Civil, en lo que se conoce como «La Retirada», comenzaron a llegar a Francia masivamente entre finales de enero y principios de febrero de 1939.

Este éxodo se produjo como consecuencia directa del avance de las tropas de Franco en Cataluña. El 26 de enero de 1939, tras la caída de Barcelona, la afluencia de refugiados civiles y militares hacia la frontera se intensificó, llevando al gobierno francés a abrir oficialmente el paso para los combatientes el 5 de febrero de 1939.

Algo similar encontramos en el Episodio 30. Alude a la fecha del 6 de junio de 1936, a una lectura literaria que tuvo lugar en Shakespeare & Company. A estas lecturas, y ágape posterior, asistía la flor y nata de la literatura del momento. Dice el libro que en ese ateneo y en sesiones anteriores, los cerebros allí reunidos conversaban

a menudo sobre el destino de Francia en una Europa que parecía cambiar cada día, con una guerra en España y un dictador en Alemania…” 

Pero el 6 de junio de 1936 faltaba más de un mes para que iniciara la Guerra Civil Española. Había ruido de sables, pero guerra declarada como tal, no. Hitler llevaba en el poder tres años y medio cuando Franco se subió en el Dragon Rapide. 

Por supuesto que el golpe de estado sería tema de conversación en esos círculos literarios. Ni qué decir de la guerra y dictadura posterior. Pero el seis de junio no, a menos que hubiera una bola de cristal en Shakespeare & Company. 

Por qué leer La librera de París 

Ideal para fans de ficción histórica con toques biográficos. 

Es una lectura encantadora para amantes de los libros, la historia literaria y París. Permite una visión fresca de figuras icónicas, enfatizando el impacto de una mujer en la cultura global. 

Es una novela para quienes disfrutan de la literatura. Hay muchas referencias literarias: Moby Dick, Madame Bovary… de autores, Whitman, las hermanas Brönte, Wharton (de la que no hablan demasiado bien) y Joyce, por supuesto… Es una verdadera delicia porque estás sumido en un café literario mientras lees la novela.

A veces, las referencias son explícitas a la obra o el autor. A veces, dan por sentado que el lector sabrá descifrar de qué le están hablando. Por ejemplo: 

«Cuando terminó su contrato con la Cruz Roja, Sylvia supo que era hora de comenzar el siguiente capítulo de su vida. Sin embargo, antes tenía que hacer una parada más en París. La ciudad la llamaba, otra sirena la distraía de la nueva etapa. Tenía que ser una sirena. Si no, ¿por qué sonaba como la Penélope de Ulises, una voz amorosa que la llamaba a casa desde el otro lado de la vastedad que las separaba?»

Si te gustan historias de superación, amistad y el encanto de las librerías, esta te atrapará. Es inspiradora, especialmente en temas de coraje frente a la adversidad, y te dejará con ganas de visitar (o revisitar) Shakespeare and Company.

El precio de una vida excepcional 

La novela permite al lector reflexionar sobre el precio de una vida singular. A cualquier persona con inquietudes literarias le gustaría escribir una obra como Ulises. Mítica, difícil, intelectual, referente de estilo, revolucionaria en todos los ámbitos conceptuales y estilísticos. Una obra única.

Sin embargo, Joyce se dejó la salud —física y mental— en ella. 

A todos nos gustaría editar una obra envuelta en ese halo de leyenda. Prohibida, vendida en estraperlo, perseguida, escrita contra viento y marea… Es una novela de odisea, pero su proceso de escritura también es una epopeya casi mayor que la propia narración. Dos por uno. 

Sin embargo, Sylvia Beach sacrificó salud, tiempo de calidad con Adrienne, atención a su familia… por seguir la estela luminosa de ese cometa Joyce que brillaba con una fuerza que la atrajo como la farola a la polilla. 

Una vida excepcional conlleva un precio alto. ¿Compensa? A Joyce seguro que sí. A Sylvia… léelo tú mismo y fórmate tu propia opinión. 

En esto reconoceremos que es un buen libro. Permite diversas interpretaciones. Distintas miradas. Cada lector, leyendo el mismo libro, leerá uno diferente. 

Desde luego a mí, por lo argumentado, me ha parecido una novela sensacional, de las que más me han gustado este año sin lugar a dudas. 

Y llego al punto de cerrar esta reseña. ¿Cuál será la mejor forma de hacerlo? Esta historia de filias y fobias, de idas y vueltas, de victorias y derrotas, de amistad y traición… Entonces recordé que Joyce mandó una nota a Beach, citando el poema “In memorian” de Tennyson:

Lo creo, pase lo que pase;

lo siento, cuando es más vivo el dolor;

es mejor haber amado y perdido

que no haber amado nunca.

Un genio. 

Todo el mundo dice que la buena Literatura debe rebasar los límites de su tiempo. Pero cuando lo hace, los valores aceptados hasta ese entonces se protegen contra ella.

Esto sucedió al Ulises de James Joyce. Cada capítulo adopta un estilo, tono y técnica narrativa distintos, desde monólogos interiores hasta parodias periodísticas o fragmentos teatrales, desafiando las expectativas de una trama convencional. El flujo de conciencia de sus personajes también rompía con la novela más lineal concebida antes. La sinceridad y la crudeza de estar dentro de la cabeza de alguien se hizo insoportable a la sociedad norteamericana que la censuró. Sus neologismos y ciertos episodios cargados de una voluptuosidad inusual en la época rebasaron todos los límites. Se prohibió su publicación por inmoral, dejando a un enfermizo Joyce desesperado y al borde de la quiebra. 

Entonces se cruzó en su camino Sylvia Beach. Una estadounidense que acababa de abrir una librería especializada en literatura en inglés en París. Sylvia creyó en la novela que todos daban de lado. Supo comprender el genio incomprendido y puso la valentía, el esfuerzo y el dinero que Joyce —todo talento literario— no encontraba. 

Esta novela es la historia de esa relación entre Joyce, Sylvia y Ulises. Conoces Shakespeare & Company, la librería más famosa de París, hoy imposible de visitar a menos que hagas noventa minutos de fila.

La historia de una mujer en un mundo de hombres. La historia detrás de la novela más rompedora del siglo XX. El día a día del principal corro literario de aquel París del interbellum. Un libro que merece la pena leer. 

¿Cómo vivió Sylvia Beach en París? ¿Cuál es el relato de la odisea para conseguir publicar una obra literaria maldita y perseguida? ¿Cuál fue el coste personal que tuvo para ella pasar a la historia como la primera editora de Ulises?

En paralelo, se habla de literatura, de los entresijos de la edición, de traducciones, de revistas literarias, de proceso de escritura… De veras que es una gozada.

Uno de los libros que más me han gustado este año. 

Valora este libro

¡Haz clic en una estrella para puntuarlo!

0 / 5. Recuento de votos: 0

Hasta ahora, ¡no hay votos!. Sé el primero en puntuar este contenido.

Ya que has encontrado útil este contenido...

¡Sígueme en los medios sociales!

¡Siento que este libro no te parezca interesante!

¡Déjame saber qué libros son tus preferidos!

Cuéntame, ¿qué es lo que no te gusta de este libro?

¿Te gusta leer?

Recibe mis reseñas en tu correo

¡Sin spam! No te mando nada más que reseñas

Alvaro

Con el tiempo y el acúmulo nuevas lecturas, se va olvidando lo que vamos leyendo. Me parece que escribir sobre ello me ayudará a recordar mejor cada pequeña o gran historia que lea. Si de paso las pongo en común contigo y te puedo animar a leer o no un libro, me parece más útil que unas notas guardadas en un cajón como un ermitaño de tinta. De qué va y qué me ha parecido, sin más vuelo ni pretensiones. No son reseñas de entendido, sino de lector a lector.

Deja una respuesta