Un libro para mirar el lado más oscuro del ser humano, sin sensacionalismo, sino desde la perspectiva psicológica y de criminología. De lo mejor en No Ficción reciente.
Si no conocemos la Historia, estamos condenados a repetirla. Si aplicamos el silogismo a los crímenes más abyectos de nuestra crónica negra, entonces este libro resulta muy necesario.
El crimen nos interesa y nos aterra. Nos interesa porque nos aterra. Pensamos que, si conocemos la mente del asesino, podremos anticiparlo, ponernos en guardia y huir de su ejecución.
Por eso, este compendio de criminología, psicología y otras diversas ciencias nos llama tan poderosamente la atención.
¿Es el crimen una involución? El título del libro se puede explicar a medida que avanzamos en la lectura:
«Estos rasgos (…) atavismos(…)eran vestigios de etapas anteriores de la evolución humana(…) el delincuente nato representaba un “regreso” a un estado primitivo, más cercano a la bestia que al hombre civilizado»
En este libro, la autora reúne diez crímenes de los que el país entero estuvo hablando durante semanas. Horrores que los años no borran del recuerdo popular. Pero ese no es el objetivo del libro. La recreación de y en aquellos sucesos no es la intención de Corazzini. Es un libro que parte de esos ejemplos paradigmáticos, resonantes, conocidos, y desde ahí, desde ese lugar común, desgrana el perfil psicológico, la etiología y la explicación, si se quiere, científica de esos espantosos casos. Si hubiera sido el libro que temes —el amarillista— cualquiera podría haberlo escrito. El que es, lo escribe Corazzini porque tiene formación en psicología, en criminalística y oficio como periodista de cierto recorrido en la página de sucesos.
Es un libro muy técnico si atendemos a la profundidad y precisión con que se refiere a la psique del criminal. Pero se hace de una manera distendida, divulgativa, accesible. Es el equivalente en lectura a sentarse delante de la tele a ver Mentes Criminales o cualquier otro programa del mismo corte.
Un recorrido por la crónica negra española. Si usted es un lector de otro país de habla hispana, el retrato del asesino le servirá igual. Si es un lector español, pondrás cara y recuerdo a los relatos. Y si te pica la curiosidad, por lo acaecido en las últimas semanas, el caso de José Bretón está en este libro. Obviamente no se le entrevista ni se le da voz.
Este libro es un bestiario. Un catálogo de criminales espeluznantes, de los que paralizan un país. Un paseo por las ramificaciones del mal, con una mirada mitad científica, mitad curiosa. No ficción escrita con el compás de un thriller.
No es un libro de ánimo cientificista, pero sí hay una cierta aproximación. Cuando menos, un interesante enfoque divulgativo. Plantea preguntas como: ¿puede una lesión cerebral convertirnos en asesinos?
Se presenta la receta para el perfecto asesino: la combinación de un ambiente social inadecuado y un sistema límbico deficiente. El asesino ¿nace o se hace? Un poco de las dos cosas.

Y se van mencionando un buen número de neurocientíficos que refrendan las sucesivas afirmaciones y teorías que aborda Corazzini (Adrian Raine, Jesús Pujol, James Fallon, etc.) respecto de criminales como Patrick Nogueira, que descuartizó a sus tíos y primos —de 3 y 1 años— en el chalé de Guadalajara en que residían.
Con un sistema límbico dañado, el homicida desconecta emocionalmente de la escena. El impacto emocional de la violencia no le sacude, es impermeable a los afectos. No reacciona.
Y claro, esto abre el debate del determinismo frente al libre albedrío. Si con un TAC se puede decir quién es un psicópata y quien no, podrían hacernos a todos uno y obrar en consecuencia. Llenar las cárceles de inocentes asesinos en potencia.
No se puede negar que el libro es muy interesante por la forma en que se ha planteado: más allá del morboso interés, se quiere mirar de manera racional y científica el lado más oscuro del ser humano.
El capítulo inicial nos lleva a una afirmación: los que padecen psicopatía, suelen presentar un esquema cerebral similar, con las mismas anomalías morfológicas. Sin embargo, un “mapeo” mental determinado, un setting concreto no desemboca inmediatamente en asesinato en serie.
Ni todos los que presentan esa configuración cerebral, que podemos decir propsicopática, terminan matando personas, ni todos los que tienen un esquema normal son incapaces de asesinar.
Ahora bien, si a esa configuración genética le añadimos un entorno que produzca traumas, entonces sí podemos haber encontrado a nuestro pequeño criminal del mañana. «Yo soy yo y mi circunstancia» dejó dicho Ortega, y un siglo después, la neurociencia médica parece elogiar su aguda anticipación.
Se nos hace pensar con este libro. Eso siempre es algo muy de agradecer. Existen patrones cerebrales que se repiten en cada asesinato. Sin embargo, esos patrones, no anulan la voluntad ni el entendimiento del asesino, desde el punto de vista penal. El Derecho debe regular ese nuevo alcance de la ciencia: ¿podemos responsabilizar de sus actos a alguien cuyo cerebro lo inclina a actuar de determinada manera? Evidentemente la sociedad debe imponer su mejor funcionamiento y la seguridad de todos, pero la pregunta está ahí. Queda para nuestra reflexión moral.
¿Le ponemos un pero?
Como lector, a veces tienes la sensación de estar cursando un seminario sobre criminología. Hay fases en que el texto se vuelve demasiado teórico, casi parece un libro de texto, no por el estilo, —que siempre es ameno—, pero sí por la exhaustividad tal vez innecesaria en un texto de pretensiones divulgativas antes que académicas.
Un lector complacido —como el que suscribe— dirá que hay una vocación de ofrecer la mayor precisión, la mejor información.
Un detractor, dirá que ha volcado sus apuntes del máster de criminología victimología y delincuencia que adorna su currículum.
Me da igual. Para mí, es un libro donde un ciudadano de a pie aprende de criminología en una dosis asimilable.
Un libro que hay que saber leer
Los lectores sensibles, los mojigatos y los propensos a escandalizarse encontrarán un desafío en la lectura de este libro.
Es un libro crudo: trae del recuerdo crímenes abyectos, inefables, monstruosos. La evocación de esas carnicerías podrá con los altamente sensibles. A los mojigatos les parecerá mal mencionar casos concretos con nombres y apellidos, ponen mucho celo en su labor de abogado de pobres. Los escandalizables, los más melodramáticos, encontrarán irreverente la precisión quirúrgica con que Corazzini habla de los asesinos que trae en el camarote este barco.
La autora nos habla de un mundo de grises. De la frontera entre la conciencia (y responsabilidad) plena de los hechos y la falta de control de los propios actos. Desgraciadamente, en estos casos no podemos ser binarios, no podemos caer en el maniqueísmo, no es blanco o negro.
Estos asesinos ultrapeligrosos, pueden no estar plenamente conscientes de lo que hacen y a la vez tener cierta conciencia de lo que están haciendo. Retirarles la libertad sí, pero no encerrándolos en una cárcel común y corriente, sino en algo más parecido a un sanatorio.
Y aquí, la autora nos está señalando un desafío legislativo evidente. Como ya hemos dicho, un libro que puede generar debate.
El asesinato no es patrimonio del esquizofrénico ni serlo desemboca irremediablemente en violencia. A pesar del prejuicio popular, esto es así.
Libro excelente para ignorantes como yo. Escuela de patologías a las que desde ahora me referiré con mayor conocimiento de causa. Desambiguación de términos como psicópata, sociópata, etc.
Pero lo mejor del libro es la forma en que se ha escrito. Con vocación literaria. Este libro se podría haber redactado con el preciso y metódico registro periodístico y habría funcionado con corrección. Sin embargo, hay pasajes narrativos, con frases geniales, con propuestas como el narrador en segunda persona para acompañar a Diana en su último paseo por A pobra do Caramiñal, que se agradecen mucho. Aumentan la potencia expresiva del texto, sumergen al lector mucho más adentro del frío y preciso análisis criminalístico. Te vinculan emocionalmente con lo que te está contando.
Después se dedica un espacio —generoso— al asunto terrorista. Se mira al terrorismo como fenómeno a comparar con el asesino no ideológico. Desde luego se llega a conclusiones interesantes. Podemos decir que aquí se sale un poco del contexto español y aparecen atentados en más lugares, aunque el núcleo son los atentados de Barcelona.
En general, es un libro muy completo. Puede interesar a casi cualquier lector. El que busque más detalle psicológico lo tendrá. Quien busque un poco de true crime con explicaciones forenses, también.
Referencias lectoras que me gustaron
No puedo ponerle un “pero”. O espera, sí. En la página 368, ya casi al final de la travesía, incrusta el monólogo referido a Brooks, ese personaje de Cadena Perpetua que sale de la cárcel y se suicida porque lleva tanto tiempo entre rejas que, como los pájaros domesticados, si se le abre la jaula, mueren lejos del comedero y la seguridad del barrote.
«Brooks se ha institucionalizado»
Para un lector constante —como siempre se refiere Stephen King a sus mayores adeptos—, es imperdonable que atribuya la cita a la excelente película y no al creador de esos personajes y de la soberbia historia que nos cuenta. La novela corta se titula Rita Hayworth y la redención de Shawshank y fue publicada en 1982. La puedes encontrar en Las cuatro estaciones I: Primavera y verano. La productora encargada de la realización de la película es Castle Rock Entertainment. La creó el director cinematográfico, Rob Reiner. Para bautizarla eligió el nombre de Castle Rock, ciudad ficticia y literaria creada por, adivina quién.
Esta mínima alusión, casi un guiño, no puede entenderse como una pega al libro de Corazzini, sino un arrebato de lector.
Es una obra muy bien escrita. Me quedo con eso. Por encima de lo exhaustiva y lo rigurosa que me ha parecido, literariamente está muy bien resuelta. Es difícil lucir maña expresiva al abordar temas así. Era tentador haber descansado en el rigor y la sapiencia derramada en sus páginas, pero no, se ha querido hacer por lo bonito, con una expresión cuidada. Como lector, eso se agradece.
Es un libro definido por una periodista, y narrado por una escritora. Y ambas son la misma persona.