Se puede estar muerto en vida. Es la situación que viven quienes pierden a un hijo. La paternidad es algo que traspasa las lindes de la lógica, de la vida y del instinto. Quien se reproduce, se prolonga en un cuerpo que no es el suyo. Lo protege como a sí mismo, acaso más, pues es un yo más nuevo, evolucionado, mejor. Más querido.
Si se pierde esa consumación del yo que es el hijo —paradójicamente se necesita de otro individuo para ese superego—, debe costar mucho encontrar sentido a la propia vida desmembrada.
Por ahí arranca Harlan Coben su nueva novela editada por RBA. Un padre, recluso desde hace cinco años en una prisión de máxima seguridad, condenado por haber asesinado a su propio hijo de tres años. Niega su culpa, pero no le importa cumplir condena, no hace mayor drama de su injusta sentencia pues, sin su hijo, la libertad no parece tan atractiva. ¿Para qué luchar?
Es un hombre aislado. Nadie va a visitarlo. Tampoco él quiere serlo. Su mujer lo ha abandonado. Sus familiares nunca van hasta su recóndita prisión.
Pero entonces, alguien viene a visitarlo. Su ex cuñada. ¿Por qué ahora?
Trae una fotografía casual. Pertenece a una familia de amigos suyos. Durante unas vacaciones en un parque de atracciones. Es una inocente foto de familia. Pero al fondo se ve un niño. Un de esos convidados no deseados que ahora podemos eliminar con Inteligencia Artificial, para crear la sensación de que vivimos en un mundo perfecto donde todas las fotografías salen perfectas, donde nadie se cuela en tu foto porque en nuestra utopía no sucede nada accidental. Pues ese niño que sale al fondo es Matthew, el hijo de David.
Sigue vivo. David no lo ha matado. Se abren mil interrogantes: ¿quién era el niño desfigurado de la cama de Matthew? ¿Quién lo mató y por qué lo hizo pasar por Matthew? ¿Dónde está Matthew? ¿Qué puede hacer David para resolver esta duda?
Y ya se ha disparado el thriller. Con un estilo vertiginoso y unos picos de tensión narrativa —mención especial para el capítulo 4— digna de aplauso. Si te gusta leer novelas entretenidas, que atrapan, esta te va a gustar.
Subtexto
El gran tema de fondo es la paternidad. Por debajo de la historia principal, subyace la vida de cuatro padres capaces de hacer lo impensable por sus hijos. La paternidad no es racional. Si tu hijo corre peligro, aun cuando se deba a su mala cabeza, moverás la moral a un lado, los escrúpulos a otro y la razón se irá bien lejos hasta que le hayas visto a salvo.
Ese motor, su empuje, es imposible de frenar.
Pero ese amor por los hijos puede ser malsano. Cuando no es abnegación, entrega, sacrificio, servicio… sino posesión, dominio y gobierno.
A este respecto, o bien la novela es buena, o bien a mí me ha inspirado buenas reflexiones. Yo diría que el mérito es de la novela.
Los personajes
David Burroughs. El protagonista, un sujeto con una vida normal. Azotado por la pérdida de su hijo, ha bajado los brazos y ni siquiera tenía fuerzas para defenderse de la injusticia de ser acusado de su asesinato. La perspectiva de que pueda estar vivo, por efecto del mismo resorte, es un catalizador que lo convierte en alguien determinado, implacable.
Rachel. La ex cuñada de David. Mujer fracasada y en un punto bajo de su vida. Personaje crucial. Ella es el disparador que pone en marcha toda la acción al visitar a David en la cárcel con una foto en la que aparece Matthew. Casi es una mártir en defensa de lo justo. El hecho de que tras esta desprendida entrega pueda haber una noticia capaz de rehabilitarla como periodista de investigación, le da cierta credibilidad a un personaje que de no ser así habría parecido irreal.
Curiosidad
Al final del texto, hay una página de agradecimientos. Al editor, a los familiares por aguantarlo, a su mujer por lo que tú ya sabes… y de repente le empieza a dar las gracias a personajes de la novela, además muy secundarios.
¿Y esto?
Es entonces cuando Coben explica que aquellas personas que hagan aportaciones —de cierta entidad— a ONGs de su agrado, podrán aparecer en su próxima novela prestando su nombre a alguno de los personajes de reparto, al fondo del bodegón. Y se facilita el e-mail para ello.
Nuevos tiempos.
Un buen libro
No será una novela que pase al canon occidental. No es un perfecto análisis de la condición humana (aunque tampoco carece de ello como he señalado antes), pero es un buen libro. No creo que ningún lector cierre este libro antes de terminarlo. Nadie lo abandonará por aburrido. Es una novela muy aseada, muy decorosa y que se lee con mucha facilidad y con interés.
Seguramente es un libro que los esnob menospreciarán por comercial. Como si escribir algo que miles de personas leerán con disfrute (ellos inclusive, aunque jamás lo reconozcan) fuese una bagatela al alcance de cualquiera y por tanto carente de valor. Ya quisieran muchos de esos apergaminados intelectuales, tan faltos de éxito como sobrados de soberbia, tener la quinta parte de lectores y ser traducidos a la décima parte de idiomas que un Harlan Coben.
Yo desde luego no pongo esta novela a la altura de Crimen y Castigo ni de El Gran Gatsby, pero si te apetece leer una novela interesante, con un poco de trasfondo, con una trama que te atrapa desde el principio y un ritmo narrativo que te hace disfrutar, pues esta me parece una buena opción.
Disfrutar leyendo no es pecado.