Subcampeón. La historia de un futbolista que padece TOC

Subcampeón libro reseña
4.5
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Subcampeón escrito por Ander Izagirre y Zuhaitz Gurrutxaga, 2023. Editado por Libros del K.O. Tiene 356 páginas.

Subcampeón es la historia de un Ícaro moderno. Es la autobiografía de Zuhaitz Gurrutxaga, un futbolista de primera división que llegó a quedar subcampeón del campeonato nacional de liga y a jugar en Champions League con la Real Sociedad. Un chico que iba para estrella pero cuyo camino se truncó por culpa del Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC), la depresión, etc.

Es un libro de fútbol. A mayores, es un libro sobre salud mental. Un relato en primera persona. Literatura del yo —egográfica la bautizó Sánchez Dragó— o no ficción.

Una estrella. Fama, éxito, dinero… pero el fútbol pudo con él. Esta es la historia de un ídolo de barro, un futbolista profesional de élite. «lo que yo no sabía es que cumplir tus sueños puede ser una manera de arruinarte la vida»Si estás pensando que no te gusta el fútbol, para. Espera, porque esto no es un libro solo para futboleros y podrías estar perdiéndote algo. Es una mirada en primera persona a la salud mental y la devastación que puede ocasionar.

El capítulo dos (son capítulos de tres hojas) te sobrecogerá. Gurrutxaga nació con estrechamiento de aorta. Toda su vida ha estado cardioamenazado y cardiovigilado. Y ha sido deportista de élite. Imagina la preocupación de esos padres. Dale la oportunidad de leer diez páginas al libro y verás lo que te digo.

Es una historia que hay que leer. Llena de humanidad y vida ¿Ves? Mucho más que pelotazos. Ahora bien, si te gusta el fútbol, lo disfrutarás más. Esto también es cierto y hasta lógico. Si no te gusta, —pero nada, nada— no es para ti a menos que leas en diagonal las partes más peloteras. Pero es un libro que atrapa y no quieres soltar. De los de «un capítulo más y lo dejo».

Salud. El gran tema.

El tema del libro no es el fútbol. La salud mental y emocional es el gran asunto de este libro. El fútbol es la autopista sobre la que viaja. Gurrutxaga era un prometedor futbolista, con una carrera esperanzadora por delante, quien sabe si no hubiera sido de la selección española que maravilló al mundo, aquella de sus coetáneos: Casillas, Xavi, Iniesta, Ramos… Te suena, ¿no?

Pero esa carrera se fue al garete. ¿Por qué? Por su Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC). Un padecimiento que lo va a hundir en un pozo y arruinar su vida como futbolista, y como chaval joven. Porque no sólo le va a entorpecer el rendimiento deportivo, sino también el afectivo, el sexual, la motivación… Sigue convaleciente, lo que pasa es que Zuhaitz ha aprendido a pintar de azul su laberinto. Ahora convive y mantiene bajo control su problema.

Heroico ¿no crees?

Subcampeón libro Gurrutxaga

Un tema siempre al fondo. La problemática de tener condiciones para una práctica —en este caso deportiva pero perfectamente extrapolable a otras ocupaciones—, y una emocionalidad que no te deja explotarlas al máximo porque te frena la presión ambiental; las expectativas de los demás; el peso de la responsabilidad, etc. De eso va el libro y le confiere universalidad más allá del rectángulo de pasiones que es un campo de fútbol.Lo de trascendencia que tiene, se puede escarba. Vas a leer decenas de páginas de fútbol, referencias futbolísticas; personalidades del mundo del balompié… Si no te va el fútbol puedes perderte algo, pero también dejas de lado muchas historias a pie de césped. Si te gusta el fútbol el libro es adorable. El autor —el exfutbolista— lo ha resuelto muy bien. No tiene grandes alardes literarios, pero juega bien con las palabras. Sin embargo —como buen central— tiene una prosa eficaz. Te cuenta lo que te quiere contar sin titubeos. Escribe sin perderse en mayores florituras, tiene una historia sólida, lo sabe y, como discípulo de Clemente que es, patapum y lo suelta a correr.Una vida puesta negro sobre blanco. Vas a descubrir muchas cosas de la idiosincrasia vasca, que yo por lo menos ignoraba, como la preciosa tradición de trabajar en auzolan.Una historia que desde temprano, mueve a la reflexión. La presión de la competición; la exigencia del deporte profesional desde que tienes apenas trece años… No es sano llevar ese peso sobre la conciencia y la consciencia desde esa edad. Hay que darse cuenta del material con el que trabajamos: son niños. Aparece el asunto del nacionalismo vasco con mucha naturalidad. Sin polemizar ni vender nada. Un elemento más de la vida de un chaval guipuzcoano de los noventa. Sin crispación ni militancia. Sin acritud. Un rasgo. «Siempre he tenido facilidad para meter la pata de las maneras más rocambolescas. No le encuentro una explicación. ¿Son los nervios, la inseguridad, el subconsciente que me sabotea cualquier aproximación al éxito para así librarme de la responsabilidad? ¿Será que no me atrevo a ser campeón? Quizá sea un sistema de seguridad: mi cerebro no soporta la presión, asi que me salta un fusible, me desconecto de la realidad, cometo alguna cagada incomprensible y así me quedo a salvo en el lugar que me corresponde: subcampeón.»Ajusta cuentas con este asunto casi al final. Y con valentía, a mi parecer. Se recrimina a sí mismo cobardía, pero qué valiente hay que ser, Zuhaitz, para reconocer dónde somos vulnerables, dónde hemos fallado.Me parece un libro necesario a nuestro tiempo. (Ojo mitin). Apenas entres a una red social te bombardeará el ejército del éxito: jóvenes millonarios; chicas que desfilan por la vida embutidas en complementos de dos mil euros; ingresos pasivos; estoicismo de envoltorio de chicle; autoayuda por un tubo; tetas siempre arriba; vehículos de alta gama; nadie cena una papa asada y un huevo cocido en casa todo el mundo cena con velas en restaurantes… Nadie es normal. Éxito, éxito, éxito… ¿Y la gente que lleva una vida normal? ¿Con esos que hacemos? Y viene Gurrutxaga y te cuenta su historia. Menudo sopapo en la cara. Una historia de fracasos. De tropiezos. De altibajos. De reinventarse. De reconocer que no somos perfectos sino vulnerables.De afirmar que tenemos Derecho al Fracaso. A no ser perfectos. A envejecer. A tener canas, flacidez y tetas caídas. Y que está muy bien. Que basta con ser buena persona. Un libro muy bien escrito. ¿Por qué lo digo? Porque a una literatura del yo le exijo dejarme claro quién es ese yo. Y tengo la impresión de conocer bien a Zuhaitz. No me identifico con él, pero no impide que pueda empatizar y eso debe ser apunte de escribir bien. Muñoz Molina —mi favorito en mi idioma—, dice que al final escribimos un poco mejor cuando conocemos en la realidad lo que estamos contando en la ficción. Y me ha caído bien Gurru. Noto que, pese a las enormes dificultades de relación social que le planteó su problema, el tipo siempre te está hablando de este amigo y el otro. De personas que le recuerdan de categorías inferiores, de amigos que hizo en tal o cual ciudad, lo mismo en Guipúzcoa que en Zamora o en México. Se hace querer pese a todo su drama. Y contra lo que él mismo dice: es un valiente. Sí Zuhaitz, porque como siempre digo a mis hijas, valiente no es el que no tiene miedo —racionales o irracionales—, sino el que se enfrenta a ellos. Necesitamos miedos para poder ser valientes. El miedo es la materia prima de la valentía. Tener los huevazos de escribir un libro así no es de marrullero. Es de zurdo fino.

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Alvaro

Con el tiempo y el acúmulo nuevas lecturas, se va olvidando lo que vamos leyendo. Me parece que escribir sobre ello me ayudará a recordar mejor cada pequeña o gran historia que lea. Si de paso las pongo en común contigo y te puedo animar a leer o no un libro, me parece más útil que unas notas guardadas en un cajón como un ermitaño de tinta. De qué va y qué me ha parecido, sin más vuelo ni pretensiones. No son reseñas de entendido, sino de lector a lector.

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