La transmigración. Una novela para despertar en un cuerpo que no te pertenece

La transmigración reseña Juan Jacinto Muñoz-Rengel
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Una premisa fácil de resumir: las mentes cambian de cuerpo. Todas. La sociedad entera. Y el mundo se va al garete, porque esto es una distopía. 

Una reflexión profunda sobre la materialidad de nuestra existencia. Y sobre la futilidad misma de esa materialidad:

«La misma idea de arte, desaparecida, para siempre. No persistirá siquiera su recuerdo. Como si se la hubiese tragado la tierra. Como si ese hubiera sido siempre nuestro único destino. Polvo eres. Como si nunca hubiéramos tenido reservado otro posible horizonte. Y al final de los tiempos, después de tanto estéril conato de civilización, solo quedará la tierra»

La victoria última del naturaleza sobre su castigador.

Una novela sobre la otredad. Un ejercicio de empatía que debe haber supuesto un enorme esfuerzo a su autor: imaginar tantos detalles, ponerse en el papel de tantos personajes en una situación tan extrema. Personajes que, a su vez, están haciendo un esfuerzo por empatizar con el cuerpo en el que han aparecido y con la vida que este llevaba.

Lo que pasa es que no es una distopía más, de las que ahora parecen imprimirse a paladas, sean o valiosas literariamente. Esta novela está incluso en la línea de «Las intermitencias de la muerte» de José Saramago. Cambia la premisa pero es una ambición similar. Es una novela de una calidad muy elevada. A mí me ha parecido excelente. 

Tal vez, la novela más alegórica que he leído este año. Y si me pongo a escarbar…

Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, 

Transmigrar:

1. intr. Dicho especialmente de una nación entera o de una parte considerable de ella: Pasar a otro país para vivir en él.

2. intr. Dicho de un alma: Pasar de un cuerpo a otro, según opinan quienes creen en la metempsicosis.

De qué va

La novela comienza por la presentación de unos personajes desconcertantes. Un pederasta, Ángel; una mujer, Andrea Lledó, víctima de malos tratos que vive con una gata llamada Campoamor; un cirujano, Fernando Garrigues, recién retirado… mientras presagia, en melodía constante, un gran cambio que se va a producir en tres días. 

Y claro, te engancha. ¿Qué cambio será este del que habla? ¿Cómo afectará a estos personajes que me ha presentado?

El cambio, no es espóiler sino premisa, es una gran transmigración. Es decir, las mentes de los personajes que nos han presentado, comienzan a aparecer dentro de un cuerpo distinto. Una extraña suerte de metempsicosis, de reencarnación súbita colectiva. 

Andrea aparece dentro del cuerpo de Fernando. Fernando, dentro del pederasta y Ángel dentro de Andrea. 

Siguen siendo ellos, plenamente conscientes de su identidad personal, simplemente que ahora ya no están dentro del que siempre ha sido su cuerpo. 

Y acompañar a los personajes en esa situación límite, es muy interesante. Están en una caja problema de la que no saben salir y de la que ignoran cómo se ha producido y por qué.

Y pronto toman cuenta de la distopía. Las ciudades parecen haberse vuelto locas. Accidentes de todo tipo, problemas que surgen aquí y allá de manera simultánea. El individuo comprende que su caos individual es colectivo.

De pronto, seres que vivían adaptados, mejor o peor, pero adaptados, están perdidos. ¿Qué hacer con ese nuevo cuerpo? ¿Asumir su vida? ¿Tratar de seguir siendo yo dentro de ese nuevo cuerpo o asumir la vida que tenía ese cuerpo? ¿A qué casa voy: a la suya o a la mía donde ahora soy un desconocido? ¿Quién ocupa ahora mi cuerpo? ¿De quién son mis hijos ahora, míos o de mi cuerpo, sea quien sea ahora ese cuerpo?

Y se suceden más casos de transmigración. Y más y más y más… hasta el colapso de la civilización. Las calles se llenan de personas desorientadas, que se miran las manos, que estrenan un nuevo rostro todos con el mismo gesto: cara de póker. 

Lo que se sigue tienes que descubrirlo tú. 

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La transmigración

Portada de La transmigración

Autor: Juan Jacinto Muñoz-Rengel

Año: 2025

Editorial: AdN Editorial (Grupo Anaya)

⭐⭐⭐

Reseña de Álvaro Sánchez Oliveros

Reseña

Un libro que nos llena de preguntas. De esos con doble digestión, que sigues rumiando horas después de haber aparcado la lectura. Un libro de fondo. 

Una historia coral. Te presenta una cascada de personajes en capítulos sucesivos y de forma que cada uno es un arco narrativo diferente que luego todos entroncan en un único arco narrativo principal. En lo particular, me encantan ese tipo de estructuras narrativas. 

Es una novela atípica. Tiene ritmo, no te exige un gran esfuerzo para seguir una trama que, en cambio, te da mucho trasfondo de reflexión. Una trama aparentemente sencilla bajo la que vive una subtrama filosófica que te invade con preguntas profundas. 

Lo mejor de esta obra: para ser una novela tan solvente desde el punto de vista filosófico y de reflexión, está montada sobre una trama muy ágil, con una dosis de tensión narrativa notable. Encontrar aunado lo mejor de ambos mundos, —lectura de fondo y lectura de entretenimiento— es algo que pocas veces sucede.

A veces veo el escepticismo, el existencialismo y el nihilismo. 

«no somos más que una lechaza de polvo estelar recién eyectada en la marea de lo fortuito»

A veces no. Es una novela para leer, releer, pensar y repensar. Es una invitación permanente a la reflexión. 

El estilo de Muñoz Rengel es algo que hay que experimentar. Todo está en su sitio: ritmo, sonoridad literaria, agilidad en la trama, capítulos que no son de relleno, naturalidad en los diálogos, idiolecto de cada personaje… donde mires encuentras activos que dan calidad a la obra. 

El narrador ahora habla en tercera persona, ahora en segunda. Los diálogos son indirectos, es decir, están narrados. Esa característica normalmente actúa como la maicena, es decir, hace espesa la lectura. Aquí no sucede. No me preguntes cómo, pero Muñoz-Rengel hace que fluya.

No se corta en emplear palabras diferentes. Élitros. Yo no conocía ese término que el autor consigue utilizar sin resultar pedante y que al cabo de dos párrafos tú también dominas. Otros, como bradicinesia resultan más inaccesibles al uso, por ser muy técnicos, pero igualmente son enriquecedoras para el lector que no busque una lectura siempre fácil.

Una novela con una perspectiva filosófica notable. Una mirada crítica con nuestro modo de vivir:

«hemos centrado todos nuestros esfuerzos en autoenvenenarnos, abusando de pesticidas y fertilizantes, rodeándonos de nanoplásticos, de ftalatos, parabenos, bisfenoles y todo tipo de disruptores endocrinos, intoxicándonos con los metales pesados en el agua y los hidrocarburos en el aire, con las radiaciones.»

Las afirmaciones ecofilosóficas son netas. Por ejemplo nos lleva a una escena cruda en una macro-granja donde uno de los personajes despierta convertido en un mozo del matadero. Nos hace caer en la cuenta del maltrato animal, del abuso del planeta, del especismo… y al propio cambio que origina el caos en esta novela lo precede una calima, ciertas señales climatológicas. Quien quiera entender, que entienda. 

A mí en determinados compases me ha recordado a Insurrección animal, de Sarat Colling. Tangencialmente tal vez. 

Es una novela incómoda en varios compases. Yo, que no soy un gran animalista, casi me hago vegano al leer un capítulo donde se narra la crueldad con los animales que explotan en una granja, donde les practican dolorosísimas mutilaciones sin sedación, porque la sedación costaría un dinero que no quieren gastar en paliativos para animales. Si tienes una sensibilidad especial con los animales, esta novela es dura, prevenido quedas. Yo creo que ahora soy más animalista que antes de leer la novela.

Hay otra reflexión de fondo que me parece genial. Tiene que ver con las cosas a que damos importancia en nuestra vida. Prefiero poner un párrafo tan elocuente que se explica por sí mismo:

«Y has echado mucho de menos para echar de menos a alguien, ni a la oficina que no has dedicado un solo pensamiento al trabajo, ni a tu agenda, ni a las reuniones sin cancelar, ni a los encargos o los plazos. Tampoco te acuerdas para nada de tu teléfono móvil, de tus redes, de tus grupos de mensajes, de estar siempre informada y disponible.»

Una mirada algo idealista asoma al fondo. En un momento dado el autor expone la historia de la humanidad a través de tres fracasos capitales: la religión; la industrialización descontrolada y la digitalización. De ésta última habla como de una oportunidad perdida:

«Tuvimos una oportunidad para unirnos todos de nuevo, miles de millones en una sola tribu. Una sola llama, una mente colmena. Pero preferimos el ruido.»

¿Una mente colmena? No gracias. Bendita oportunidad perdida. Veo algo idealista pensar que Internet era nuestra oportunidad de ser una sola tribu. Simplemente no creo que esté en nuestra naturaleza. La Historia de la Humanidad, de momento, así lo avala.

El texto ataca un uso agresivo del planeta. Pone de manifiesto una sociedad del exceso y al producirse el hecho distópico, en el nuevo tapete, los seres humanos se comportan como animales, imponen la ley del más fuerte.

Pero en medio de la adversidad también aparecen los mejores. Los que cuidan del otro. Los que hacen rebaño y protegen al más débil. Los que se hacen sordos a sus problemas y prestan sus oídos al del otro. Los que no avanzan si alguien se queda atrás.

Es una exaltación del individuo. De la libertad de acción y de la responsabilidad moral sobre nosotros mismos, aun en escenarios como el que plantea la novela. Donde no hay ley ni quien la haga cumplir, algunos siguen un camino de rectitud porque sus propios códigos morales los mantienen ahí sin necesidad de coerción. 

En cualquier situación se mantiene el juicio moral. Eso nos presenta el autor. Puedes elegir y por eso eres responsable de tus actos incluso cuando el contexto lo dificulta, o directamente empuja en sentido contrario. 

Apunte absurdo

Sí. Es una novela seria, muy filosófica y como veremos a continuación, una potente alegoría y un toque de atención a las maneras de nuestro tiempo. Lo que te voy a decir a continuación no debe disuadirte de esa opinión. 

Me he reído muchísimo con esta novela. Que sí, que he captado el horror de perder tu cuerpo, la ansiedad de no tener tu identidad aun cuando sigues siendo tú. No he perdido de vista eso en ningún momento… Pero cada vez que algún personaje al que me han presentado en su vida anterior aparece en un cuerpo nuevo, esa narración del momento en que se queda descolocado pensando «qué coño ha pasado aquí» y lo perdido que se ve al ser abordado con toda familiaridad por gente que jamás ha visto… con eso me he reído muchísimo. A carcajadas. 

Ya está dicho. Un apunte menor, pero insoslayable. 

¿Alegoría de nuestro tiempo?

¿Hay alguna situación en la que sintamos que estamos obligados a vivir en una piel que no nos corresponde? 

Nuestro cuerpo es nuestra apariencia. Lo que se ve desde fuera. No es nuestra mente, que permanece oculta. 

La sociedad actual nos obliga a vivir así. Mostrar opiniones al exterior que, tal vez, no son aquellas con las que se identifica nuestro cerebro ni nuestro espíritu, pero que nos vemos obligados a sostener por miedo a no encajar; a ser tildados de algo que tiene mala prensa. También cuando tienes un mal día, o incluso una mala racha, pero cuelgas en Instagram una fotografía que es todo felicidad, facilidad y disfrute. La dictadura del éxito muchas veces nos hace habitar una apariencia que no es realidad, sino ficción.

Son transmigraciones permanentes que asumimos a diario. No es tan descabellada la situación que plantea Muñoz-Rengel si la miramos así, ¿verdad?

Y la transmigración tiene que ver con la identidad. Piensa: ¿si de repente estuvieras dentro del cuerpo de otra persona quién serías tú: esa mente que sigue pensando dentro de la otra persona o ese cuerpo que siempre ha sido el tuyo, dentro del que has crecido y experimentado?

En la novela no cabe duda: el cuerpo es una parte importante de lo que somos, pero nosotros no somos nuestro cuerpo. Es nuestra fachada al mundo, pero el hogar dentro de ese edificio son nuestra conciencia, nuestros recuerdos, nuestra historia. Tu identidad está en tu interior, no en lo que se ve. Ese es el toque de atención de esta obra. El golpe a la mandíbula del materialismo, de las apariencias, del fingir un éxito o una felicidad que nos son ajenos. 

Realidad material o inmaterial. Qué somos nosotros, qué nos define. En una escena, una esposa espera en casa a su marido. Ha salido a buscar víveres y ella teme que “esas calles hostiles podrían devolverle sólo su cuerpo, conducido por otra persona”. Esto es, de nada le sirve tener su cuerpo si quien hay dentro no es quien había. Para la novela, somos esa realidad inmaterial, amalgama de ideas, creencias, recuerdos y consciencias que llevamos dentro. 

La transmigración. Una creencia que viene de lejos 

El concepto de transmigración ha recibido diferentes nombres y matices de interpretación en múltiples culturas y religiones, mayormente como el ciclo en que el alma, espíritu o conciencia pasa a otro cuerpo tras la muerte. 

Esta idea puede denominarse metempsicosis, reencarnación, transmigración propiamente dicha, renacimiento, metensomatosis y palingenesia, entre otros términos, aunque sus significados han variado históricamente.

La transmigración Reseña Juan Jacinto Muñoz-Rengel

Por tanto, Muñoz-Rengel está partiendo de un concepto que siempre ha interesado. 

La metempsicosis: Tradición griega, especialmente defendida en los escritos de Pitágoras, Platón y la escuela neoplatónica. Implica una transmigración del “alma” humana entre organismos, y la posibilidad de que almas humanas reencarnen en animales, según el mérito y la evolución espiritual.

Reencarnación: El término más difundido hoy, sobre todo en religiones orientales como hinduismo, budismo, jainismo y taoísmo. Aquí, el alma atraviesa ciclos (samsara) de nacimiento, muerte y renacimiento, dirigidos por el karma y la evolución espiritual.

En las dos formas, reencarnación y metempsicosis, podemos decir que depende de tu comportamiento así será tu próxima identidad. En la novela esto no funciona así. Todo el mundo cambia a otro individuo. Si eras una bellísima persona te puede tocar un delincuente degenerado y viceversa. 

Transmigración: A menudo intercambiado con los anteriores. Referido tanto al alma que cambia de cuerpo como a su tránsito hacia otras formas de existencia tras la muerte.

Renacimiento: Predominantemente budista, implica múltiples vidas, aunque además recalca la continuidad de la conciencia y no necesariamente de un alma permanente.

Metensomatosis: Adoptado en corrientes filosóficas para denotar el paso de alma por distintos “cuerpos”.

Palingenesia: Usado en filosofía y misticismo occidental para expresar el renacimiento espiritual o esencial, a veces generalizado a conceptos de regeneración de la vida. Esto ya es distinto porque se trata de renacer dentro de tu mismo cuerpo a nivel espiritual. Eres una oveja descarriada y te conviertes en un modelo de conducta. 

En Egipto, aunque Heródoto lo atribuyó a los egipcios, hoy se duda que creyeran en la transmigración tal como la entendían griegos; se habla más bien de la vida en el más allá. El gnosticismo, hermetismo y neoplatonismo revivieron la idea de metempsicosis vinculándola a la salvación y redención. Es una especie de camino de salvación, expiación… es decir apela a la responsabilidad personal para con la propia existencia. En el espiritismo, las almas progresan a través de sucesivos cuerpos para alcanzar perfección moral y espiritual. Vagan errantes y todo eso… ya me entiendes. 

Algunas culturas tribales y chamánicas creen en la migración o transformación espiritual en otros seres o elementos tras la muerte, vinculando la reencarnación a la naturaleza y los ancestros. O sea que te puedes convertir en una lechuga o en un pino pinsapo. 

En general, las tres grandes religiones monoteístas rechazan la transmigración en sus doctrinas oficiales, pero han tenido sectas y corrientes místicas que la han admitido como herejía o interpretación alternativa.

La transmigración, bajo sus muchas variantes, es una idea antigua y transversal a casi todas las culturas, que parte de la pregunta sobre la continuidad y destino del alma o conciencia tras la muerte. En la India está ligada al progreso espiritual y el karma; en Grecia y Occidente, a la purificación; y en otras culturas, a la relación con la naturaleza y los ancestros. Cada cultura la ha adaptado, reflejando sus respuestas al misterio de la vida, la muerte y la evolución espiritual.

Eso y más es esta novela. Una que, cuando acabas de leerla y como ella misma dice, te deja un poso de realismo en la mente: no seremos más que un “estéril conato de civilización”. Nada más.

Título: La transmigración.

Autor: Juan Jacinto Muñoz-Rengel.

Género: Novela de ciencia ficción social con elementos especulativos y thriller psicológico.

Editorial y fecha de publicación: AdN Editorial (Grupo Anaya, S.A.), mayo de 2025.

ISBN: 978-84-1038-96-4.

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Alvaro

Con el tiempo y el acúmulo nuevas lecturas, se va olvidando lo que vamos leyendo. Me parece que escribir sobre ello me ayudará a recordar mejor cada pequeña o gran historia que lea. Si de paso las pongo en común contigo y te puedo animar a leer o no un libro, me parece más útil que unas notas guardadas en un cajón como un ermitaño de tinta. De qué va y qué me ha parecido, sin más vuelo ni pretensiones. No son reseñas de entendido, sino de lector a lector.

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