Por qué leer Ver oír y callar de Cándida Morillo González

Por qué leer Ver oír y callar de Cándida Morillo González
3
(2)

La historia da comienzo con Valentín el Colorao. Activista de la lucha obrera en la España de la II República. Alcalde de su pequeño pueblo. Un hombre aguerrido pero con una visión ética de la realidad. Tiene una hija, toda fuerza y temperamento: Juana. Con la noticia del alzamiento militar de Franco, la vida de esta familia salta por los aires, con esa difícil disyuntiva: muerto junto a vosotros, vivo sin vosotros, desde el exilio. Juana se irá con él dejando atrás la típica vida predestinada, doméstica e insulsa de la mujer rural en la España prebélica.

Me gusta la voz narrativa de la autora. Es directa, sencilla, pero que no renuncia a una prosa con cierta belleza.

Una novela ambiciosa en cuanto a temática. No es el mero relato de una saga familiar marcada por la Guerra Civil Española. Aquí se va a ver el propio siglo XX. La ruralidad atrasada y analfabeta, la injusticia social… Pero sobre todo brilla el bosquejo de la mujer a través de todas estas décadas. En un momento, muy al principio de la novela, Valentín el Colorao, —presintiendo que tendrá que poner tierra de por medio—, dirá así a sus hijos varones:

«Si las cosas se ponen feas dejad que la Juana opine como uno más. No es hombre, pero le sobran reaños y a vosotros os falta pelo en la barba, así que escuchad lo que tenga que decir.»

La idea de la mujer en sociedad también está dividida. Se nos va a contar que:

«Los socialistas respetan la trayectoria histórica de su partido y defienden la ideología igualitaria que propugnaban, votando a favor de la concesión del sufragio a la mujer. Sin embargo, las posturas no son unánimes. La oposición de Margarita Nelken al sufragio femenino, bajo el argumento de que, con el nivel de preparación que la mujer tiene en ese momento, el clero influiría en el sentido del voto femenino, es decisivo para el triunfo de las derechas.»

El libro es un vapuleo. No se tarda en detalles, no te quiere contar si al no haber lavavajillas lavaban en jofaina o cantaban seguidillas… No, Cándida Morillo no es de mucho prolegómeno. Salta sobre el tema y te regala unas escenas cargadas de visualidad y de toda la dureza que esconde el conflicto.

Es una historia con un posicionamiento claro. Pero no es dogmática. Lo mismo te cuenta un fusilamiento de una columna de personas que huye del alzamiento, que te cuenta la quema de una iglesia que tiene dentro detenidos por sus ideas partidarias del levantamiento.

Es la historia de un país partido en dos. No roto en mil pedazos, sino en dos. Claros, nítidos, definidos a veces en demasía —con lo que representa perder el matiz—. Un país donde, o estás conmigo, o estás contra mí. Un país donde aparecen dos bandos, tal vez estereotipados en cierto modo, en el que tiene que encajar todo el mundo, independientemente de lo que piense.

Es una novela dura. Emocionalmente, supone un esfuerzo leerla. Esa vida truncada del exiliado que tan bien se narra en esta novela. Juana va a decir:

«Yo quiero un futuro, qué más da dónde»

En cuanto a estructura narrativa me ha gustado. Cada capítulo es una persona, una historia de una vida truncada por el tsunami de la llegada de la Guerra Civil. Todas esas historias, aparentemente paralelas, convergen de alguna manera en un hilo conductor que son los ‘Coloraos’. Pero esto, siendo necesario, no relega a aquellos al papel de meros actantes, nacidos para dar lustre a los protagonistas, sino que cada uno tiene su propia historia y testimonio.

Digo que no es un libro dogmático. Tampoco es equidistante de los contendientes. Pero sí es ecuánime. No es tan maniqueo como con facilidad —y por ende asiduidad— acostumbramos a leer sobre el particular. Tienes a presos fusilados, que eran personas de la clase media conservadora, católicos, etc. de los que se dice que su pecado era sólo que «no se habían incorporado a la defensa de la República» y, por tanto, habían sido «detenidas y encarceladas sin amparo legal ni acusación formal». En otro punto nos habla de Matilde, una barcelonesa adinerada

«Matilde es una catalana de buen talante, que vive de las rentas de varias fincas que tiene en propiedad. Republicana de pro, no duda en ofrecer una habitación a la Juana a cambio de sus servicios domésticos.»

A mi parecer, Cándida Morillo consigue un libro realista. Ni todos los conservadores católicos se catalogan de golpistas, ni todos los defensores de la República aparecen como humildes proletarios. Yo de la Guerra Civil ignoro mucho más de lo que sé, pero encontrar un libro que no teme matizar cada bando, sin caer en el cliché ni los grupos cerrados y estereotipados, me inspira credibilidad, o cuando menos, permítame la osadía, cierto interés en leer lo que tiene pinta de novela y no de panfleto político disfrazado. Así que desde la humildad de un simple lector, mi enhorabuena para la autora.

¿Más ejemplos de matices a esa España que creemos conocer? Junto a Matilde, —la Republicana con multipropiedad—, Juana viaja a la provincia de Huesca, en cuya rural provincia tiene tierras la acaudalada señora. Y se dice:

«Nada más llegar al pueblo les recibió Don Tomás, el cura. A Juana le sorprendió la estrecha relación entre el párroco y Matilde, pero ella le aclaró las dudas que le formuló discretamente.

—Don Tomás es republicano y hombre de Dios. Perdona a todos aquellos que hemos perdido la fe.»

Sacerdotes apoyando la República. Como digo, es un libro capaz de acariciar el matiz de aquella España. De mirar a la persona antes que al bando. Al ser humano antes que al arquetipo en el que parecería que debe encajar. Es de lo mejor que he leído sobre aquellos años y conflicto.

En el libro aprecio valor literario. La prosa, sin ser barroca, tiene el ánimo de contar las cosas con una intención estética. Hay evocaciones, metáforas, se crean imágenes… yo desde luego le concedo valor literario. Esto sin mencionar su compromiso ético o político, claro está.

El estilo narrativo es reconocible. Alterna pasajes en pasado, con otros escritos en presente narrativo. Éste, cuando se usa, aporta mucha viveza a los textos, hace avanzar la historia como si fluyera a más velocidad, dando al lector la sensación de estar viviendo la secuencia al par del actor.

La historia pasa de la guerra a la posguerra. Cabalmente se pensaría que, por mala que sea la paz alcanzada, nada es peor que la guerra. Leyendo esta historia, emerge la duda. Las atrocidades y padecimientos de la posguerra unidas al hambre, dibujan un cuadro de pesadilla sobre el lienzo de un país destruido, aislado y dividido.

Creo que es un libro sobre la paz. No leo un texto para reabrir heridas, para enfrentar de nuevo a las dos Españas, sabiendo de su tirón porque una de ellas te va a helar el corazón. Sobre todo encuentro en el relato, a ese ser humano ideológico, arquetipo por excelencia del siglo XX. Esas personas prendadas de ideologías que, en el correr del tiempo, se muestran prístinas y llenas de errores por tratar a todos con trazo grueso, dejando atrás miles de almas que una vez estuvieron prendadas y ahora se leen desencantadas:

«Mi querida Margarita, ¿sabes?, la grandeza está en las personas, no en los ideales políticos. Porque los ideales son rígidos, las personas, no. Los ciudadanos votamos guiados por nuestros ideales y en ocasiones, por reacción a ideales opuestos. El mundo cambia, la sociedad también. La evolución no es responsabilidad de un estado o de un gobierno, es responsabilidad de cada uno.»

Me parece un libro muy bien resuelto. Muy bien escrito. Una escritora de la que me gustaría leer más.

Valora este libro

¡Haz clic en una estrella para puntuarlo!

3 / 5. Recuento de votos: 2

Hasta ahora, ¡no hay votos!. Sé el primero en puntuar este contenido.

Ya que has encontrado útil este contenido...

¡Sígueme en los medios sociales!

¡Siento que este libro no te parezca interesante!

¡Déjame saber qué libros son tus preferidos!

Cuéntame, ¿qué es lo que no te gusta de este libro?

¿Te gusta leer?

Recibe mis reseñas en tu correo

¡Sin spam! No te mando nada más que reseñas

Alvaro

Con el tiempo y el acúmulo nuevas lecturas, se va olvidando lo que vamos leyendo. Me parece que escribir sobre ello me ayudará a recordar mejor cada pequeña o gran historia que lea. Si de paso las pongo en común contigo y te puedo animar a leer o no un libro, me parece más útil que unas notas guardadas en un cajón como un ermitaño de tinta. De qué va y qué me ha parecido, sin más vuelo ni pretensiones. No son reseñas de entendido, sino de lector a lector.

Deja una respuesta