La marca de Fríđa Ísberg

La marca de Fríđa Ísberg
5
(1)
  • La marca
  • Fríđa Ísberg (Islandia)
  • 2021
  • Título original: Merking
  • Random House (2024)
  • 241 páginas
  • Encuadernación rústica con solapas
  • Género: distopía
  • Premios: premio Fjara; Premio de los libreros de Islandia; Premio Islandés de Narrativa femenina 2022; Premio P.O. Enquist; Premio Optimist 2021 (otorgado por el primer ministro islandés)

Una novela sobre el Pensamiento Único. Sobre el pensamiento sistémico. Sobre la ortodoxia social de diseño y los peligros de salirse de ella por obra y gracia del pensamiento crítico.

En sociedades pastoreadas, pensar, es un acto de alta traición.

Otra vez una obra contra la corrección política omnipresente. Contra el eufemismo social y contra la peor de las censuras: la que ejerce tu vecino, tu compañero de trabajo o tu círculo de amigos. Esta nos llega de Islandia. Proliferan muchas y en todos los países de occidente.

Vivimos un tiempo de crisis. La democracia está exhibiendo sus puntos débiles —aunque sigue siendo el mejor sistema que hemos alumbrado—, existe un credo social de buenismo que propugna llamar a las cosas, no por su nombre, sino por algún calificativo que resulte amable; quien se aparta de la ortodoxia es inmediatamente etiquetado como un producto venenoso, sin hacer antes el menor análisis.

De todo eso nos habla esta novela.

Sinopsis de la editorial

La Asociación Psicológica Islandesa ha desarrollado una prueba que mide los niveles de empatía de la gente. Insisten en que es solo una herramienta para identificar potenciales conductas antisociales.

La marca de Fríđa Ísberg

El Parlamento está a punto de votar si la prueba será obligatoria para todos los islandeses, y la opi- nión de la ciudadanía está polarizada. Algunos creen que la prueba hará de la sociedad un lugar más segu- ro; otros la tildan de transgresión.

A medida que se acerca la fecha, Vetur, Eyja, Tris- tan y Óli se verán atrapados en el centro del debate. Todos tendrán que enfrentarse a verdades incómodas.

Reseña

Empezamos conociendo a dos mujeres. Vetur, una chica con estrés postraumático, que lucha por salir de su pozo de soledad aferrándose a un compañero de trabajo con quien empieza una relación. Eyja, otra mujer que acaba de ser abandonada por su marido —que se ha enrollado con una compañera de trabajo— está inmersa en una relación con su jefe, también casado y que la trata mal. Ambas mujeres están pasando un mal momento y su emocionalidad es inestable, como cabe suponer. Distintos aconteceres.

Durante sus relatos se menciona un examen. Los psicólogos examinan a las personas para detectar conductas potencialmente peligrosas por antisociales. Esto es, aquí somos y pensamos de una manera y no se admite otra. Si el resultado es negativo, se receta que las aparten.

También conocemos a Olí. Es un activista político a favor de la Marca. La **tesis del libro es: someter a la población a un examen para evaluar quién carece de empatía e inteligencia emocional. Las personas que resulten de tal condición automáticamente no serán *marcadas* en un registro público. A partir de ahí tienen dos opciones: exilio o tratamiento. Sí, así las gastan por aquí. Los establecimientos marcados, solo atienden a personas que están marcadas, es decir que son aptas para la sociedad porque no resultan una amenaza. Una sociedad de buenos y malos, de castas, digámoslo así.

Y conocemos a Tristán. Un chico muy perjudicado por la vida en ese estado controlador. Firme opositor al examen, es el rebelde de la novela, con algunas notas de antihéroe. Con él, la novela adquiere conflicto. Habrá que leer la obra para saber cuál es su plan.

Ísberg nos pinta una sociedad futura, distópica de base tecnológica. Los ciudadanos viven bajo un enorme control. El el momento narrativo, están en los días que preceden a la celebración de un referéndum que hoy nos parece falto de toda lógica.

La marca de Fríđa Ísberg

Los varones no se insertan en el mercado laboral. No hasta los veinticinco años, edad en el que un estado moralizante considera que ya han aprendido inteligencia emocional. Predominan las mujeres, con vidas mucho más acomodadas en esa primera juventud. La autora plantea un giro de 180° sobre el actual concepto de brecha salarial.

El referéndum cita a partidarios y detractores de la marca. Pero ¿qué es la marca? Ingeniería social. Eugenesia. El poder identifica personas antisociales en potencia. Los somete a una evaluación psicológica. Si resultan diagnosticados con algún tipo de conducta no admitida, se les marca.

La marca es el sambenito de toda la vida.

Pronto adquirimos conciencia de estar ante un libro de calidad:

En una sociedad democrática, una revolución no es cuerpo gigantesco que lo trastoca todo a su paso. Se produce en oleadas que avanzan y retroceden, fluye desde la gente hasta filtrarse al gobierno, como el agua de lluvia por un tejado. El elemento clave no es la lluvia, sino el tejado. No tendrá goteras a menos que necesite un cambio: en su caso el viejo tejado ya estaba podrido.

Un toque de atención. Así nos explica Ísberg cómo llega una sociedad democrática a este estado de excepción que se cuenta en el libro. Una sociedad en estado de agitación, con un gobierno controlador y una población que más que feliz presenta un cuadro de depresión. La vida, sin libertad, es pura desilusión.

La novela se explica a sí misma con claridad:

Básicamente, la sociedad está intentando decidir si la probabilidad estadística de que una persona cometa un delito justifica la violación de su privacidad, si es legítimo alertar contra delincuentes en potencia; una pregunta imposible de responder sin subdividirla en miles de preguntas: cómo se calcula la probabilidad, qué se considera un delito, qué se considera una violación de la privacidad.

Pagar seguridad con libertad. El eterno debate. Este libro recuerda mucho a la gestión de la pandemia: sacrificar libertades por seguridad; estigmatizar al que no se vacuna, al que trajo el virus a la empresa, etc.

Estructura

La historia avanza en paralelo. Sigue las vidas de Tristán, Oli, Vetur y Eyja. Cada capítulo avanza la historia de alguno desde donde la dejó.

El tiempo narrativo cuesta precisarlo. En un momento dado, el holograma que atiende a los clientes en el banco cita una ley de 2042, de lo cual no puedo inferir que el tiempo narrativo sea exactamente ese, o simplemente cualquier momento posterior a 2042. Digamos que es una Islandia del futuro, sobre mediados del siglo XXI.

Estilo

La propuesta estilística de Ísberg es interesante. Me ha gustado. La novela se basa estructuralmente en los cuatro personajes a los que sigue la pista. Ocupan el primer plano de manera constante.

Está contado con narrador en tercera persona. Podría haber apostado por cederle la voz narrativa a los personajes, pero no lo hace. Sin embargo, en cada momento, el narrador asume las expresiones del personaje, narrando en tercera persona pero como si el narrador hablase y pensase directamente dentro de la cabeza del personaje. Esto, que no es nuevo, propicia que el relato resulte mucho más vivo. El estilo es por tanto favorable al lector, que disfruta a tope de la historia, a poco que exprima la neurona.

Trasfondo

Cómo imagina la autora la sociedad dentro de 30 años. Sometida a un proceso de eugenesia donde la raza pura no será en función de su raza, su etnia o su nación, sino de su capacidad de adhesión al credo buenista, sistémico y uniformizado de la corrección política que hoy germina. Es como si Ísberg nos quisiera prevenir contra los peligros de una moral de postureo y una paz social de corchopán que adivinamos en el ideario woke contemporáneo. El precio de este sistema se pagará en libertades.

El libro expone la censura. En todos los momentos de la historia hubo censura. Siempre. Cuando unas ideas imperan y se aceptan —incluso democráticamente—, las de signo contrario se prohíben —incluso democráticamente—, porque toda opinión tiene su contraria. En el momento que una se eleva a moral, la de enfrente se estima inmoral.

Pero la autora es incisiva. La censura que presenta —la que ya tenemos hoy— es la peor de las censuras conocidas, porque no la ejerce el poder político, como en las dictaduras, sino que la ejerce tu vecino. Eso se ve muy bien en esta novela.

El Ser Humano es un animal político. El zoon Politikon de Aristóteles. Sin embargo, también es un ser individual, que se reivindica y que necesita sentirse único dentro de la manada. El sentido de la propia personalidad, en nosotros es crítico.

Ese es el combate que se libra en esta novela. El Yo individual frente al Yo colectivo. Y al configurar un arquetipo de ciudadano, al darle una forma concreta, como toda forma, tiene bordes delimitantes. La gente que vive de bordes adentro, es aceptada e incorporada a todo el catálogo de derechos. La que queda fuera, en los márgenes, sufre todas las suertes adversas de su condición marginal. Y claro, eso siempre deja secuela.

¿No pasa eso en nuestra sociedad? ¿Acaso no tenemos unos patrones morales que se están reafirmando machaconamente en todos los foros? ¿Acaso no hay quienes son calificados de inmediato cuando no cacarean a coro el credo del sistema? ¿Y no son esos postergados? Hay que hacer el paralelo entre esta sociedad distópica y la nuestra. Tengamos esa capacidad.

Es una novela influida por las grandes distopías. Al respecto, no he leído ni escuchado a la autora, pero la novela me parece claramente deudora de Un mundo feliz, de la que no puedo parar de encontrar evocaciones que me la traen al recuerdo.

Me parece una novela optimista. Por el modo en que se desarrolla la acción entre sus dos personajes más antagónicos, creo que la autora, toda vez que advierte sobre los peligros de la deriva que está tomando el pensamiento único de lo políticamente correcto, es optimista respecto a la primacía de la relación Inter pares. Cree en el ser humano, conformando una novela que aunque es distópica, no resulta fatalista.

Respecto a la imaginación del futuro no aporta gran cosa. Muestra una sociedad de individuos muy asistidos por la inteligencia artificial, aunque no mucho más que nosotros, y un alto desarrollo del holograma, sustituto incluso de la persona real tantas veces. Esto ya se ha visto en muchas propuestas futuristas. A este respecto, imaginación no rebosa.

Es una novela talentosa y muy bien escrita. Se lee a ritmo ligero, no resulta plumbea, y sin embargo tiene un fondo de reflexión que no podemos perder de vista. Creo que Fríđa Ísberg ha buscado una novela que transmita.

Es un alegato contra los idealismos. En este sentido es una distopía de manual. Se niega la posibilidad de construir una sociedad felicísima. Y en este caso se lo niega al gran mantra de nuestro tiempo: la corrección política. La corrección política ha pasado en nuestro tiempo de ser una fórmula de cortesía y buenas maneras a ser un credo al que le cuelgan toda suerte de apéndices ideológicos. La autora viene a decir un NO taxativo. Un idealismo, siempre es de trazo grueso, siempre es generalizado y siempre se lleva por delante a víctimas que se encuentran al borde del camino, disidentes, incapaces o malhadados. No existen felicidades plenas, no nos la traerán los idealismos.

No hay gloria sin cruz.

Mi conclusión

Una distopía que tal vez peca de lo que denuncia. Me hago entender: a una distopía le pido tres cosas:

  1. Que dibuje un retrato de una sociedad. Esa sociedad va a ser muy diferente a la nuestra. Sus ciudadanos van a vivir unas vidas individuales soliviantadas por la presión del esquema social que cuenta la novela. Como lectores, tenemos que tener perfectamente claras cuáles son las reglas de juego de esa sociedad.
  2. Consecuencias de esa norma social en la vida del ciudadano. Habría ****que plantear cómo es la vida de los individuos bajo ese régimen. Qué limitaciones se les plantean, si son felices o no, si la sociedad colma sus aspiraciones o resulta inaguantable en la realidad del mundo cotidiano.
  3. Apagóresis. La distopía ha de ser la novelización de un juicio crítico sobre el tiempo presente. Tiene que advertir de las consecuencias de seguir por el camino que vamos. Debe funcionar como una hoja de ruta que nos muestre las consecuencias de no abandonar determinadas conductas en nuestra sociedad real y presente. Es proyectar a futuro una parénesis.

La novela resuelve bien los puntos primero y segundo. Es tibia con el tercero. Si quieres leer entre líneas no te costará encontrar un claro trazo parenético: la corrección política puede ser una cárcel y una forma de promocionar el pensamiento único y mandar al ostracismo a cualquier disidente, que será apartado de modo furibundo.

Pero podría ser más contundente en ese ejemplo. Al respecto, se me queda corta en la denuncia de la corrección política de nuestro presente. Está, pero no es valiente y descarada, ignoro si por sutileza de la autora que quiere usar aquello de ”mostrar, no contar”; o si es por corrección política, por ejemplo.

Me parece una crítica social muy acertada. Una, que sabe nadar y guardar la ropa. Claro, tiene que venderse a unos lectores que forman parte de una sociedad políticamente correcta y para ello, tiene que modularse. Autocensurar el vigor expresivo de tu propia novela para que no obtenga rechazos, también es una forma de corrección política, que es precísamente lo que denuncia esta distopía algo desbravada.

Buena novela que merece leerse. Si además hubiera sido valiente, si arriesgara más a levantar ampollas a nuestro tiempo, sería una obra maestra.

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Alvaro

Con el tiempo y el acúmulo nuevas lecturas, se va olvidando lo que vamos leyendo. Me parece que escribir sobre ello me ayudará a recordar mejor cada pequeña o gran historia que lea. Si de paso las pongo en común contigo y te puedo animar a leer o no un libro, me parece más útil que unas notas guardadas en un cajón como un ermitaño de tinta. De qué va y qué me ha parecido, sin más vuelo ni pretensiones. No son reseñas de entendido, sino de lector a lector.

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