Sospecha de Francis Iles (Anthony Berkeley)

Sospecha de Francis Iles
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La verdad duele. Pero la mentira, duele todavía más. Por eso, conviene ser fuertes y afrontar la verdad aunque duela. Una novela consagrada a esta certeza.

A veces, las personas no se enamoran de quien deben. Reconocerlo a tiempo es tan difícil como operativo.

Obra de personajes y de trama. Ambas realidades tienen un peso elemental en esta novela de más de noventa años de vida. Crimen y misterio. Ese es su ADN. Si te gusta este género, esta novela no te va a decepcionar.

Mi edición es de Who Editorial y la puedes conseguir aquí.

De qué trata

Sospecha de Francis Iles

Conocemos a Lina al comienzo. Es una chica que vive con sus padres en una tradicional familia muy bien acomodada. Hija de un militar de rango. Anhela una vida junto a un hombre que la cuide, la colme de mimos y la haga madre de una prole.

En su camino se cruza Johnnie. Un atractivo y donjuanesco hombre, tan incapaz para el trabajo como capaz para el flirteo. Lina, se encapricha de Johnnie al primer leve roce sobre su inmaculada y cándida piel.

Contra el criterio de sus padres, se casa con Johnnie. Pronto descubre en su marido condiciones que le desagradan: sisar en la propina de los camareros; irse sin pagar la cuenta de establecimientos… Lina tarda —mucho más que el lector— en darse cuenta de que Johnnie es un indeseable inmoral.

Los problemas empiezan. Johnnie no tarda en arruinar la economía del matrimonio (recordemos que por entonces las mujeres no trabajaban o al menos no las de clase media y alta) y pretender vivir de las asignaciones de su suegro. Se niega a abandonar su vida regalada y rechaza cualquier oportunidad de trabajar.

Johnnie avanza en su camino de perdición. A Lina le cuesta salir de la ceguera respecto de su marido.

A medida que avanzan los episodios descubrimos mejor a Johnnie. Es un mitómano, alguien que vive en la sombra, siempre mintiendo. Lina irá pasando por el hallazgo de una mentira tras otra.

Perderá miles de libras esterlinas apostando en carreras de caballos. Esto lo pondrá en encrucijadas que resolverá con malas artes. Cada episodio, el matrimonio irá perdiendo densidad a medida que Johnnie desciende peldaños en su escalera al infierno.

Esta es la historia de una mujer inadecuadamente enamorada. Nada hay peor que enamorarse de quien no se debe.

¿Espabilara Lina a tiempo? ¿Verá sin el velo de la obnubilación a Johnnie? ¿Qué hará su esposo si eso sucede? ¿Hasta dónde llegará la espiral de “sorpresas” del verdadero Johnnie?

Todas estas preguntas recorren la trama de esta novela.

Los personajes

Lina: es una mujer insegura y emocionalmente dependiente. Se destapa muy pronto como tal:

«Toda su vida Lina había sentido la necesidad de tener a alguien en un pedestal, alguien a quien pudiera ver infalible. Hasta entonces solo su padre había ocupado ese lugar, derrocado durante un breve periodo por la directora de su primer colegio. Ahora era Johnnie quien estaba firmemente colocado en ese trono. Y era el trono más grande, brillante y mejor que hubiera concebido hasta entonces»

Es un poco pazguata. Mojigata y dengue. Moralista e idealista. Conservadora y responsable. Noble, de recta intención y proceder.

Esposa maternal. Es de esas mujeres convencidas de que su marido es un bonsái. Asumen la tarea de procurarle cuidados y moldearlo como un arbolito enano llamado a concursos a pie de vivero. El problema es que su Johnnie es una planta demasiado salvaje para ajustar como bonsái.

Lina es pusilánime. Timorata y hasta un poco cobarde. La detesto más que a Johnnie, que es un amoral. Lina encarna un ideal caduco de mujer sumisa y a su manera, rémora y vividora:

«Lina estaba desesperada por depender, finalmente, de alguien. Una de las paradojas de su matrimonio consistió en que Lina, tan poco preparada para ser la cónyuge responsable, tuvo que sustentar a Johnnie tanto en personalidad como económicamente.»

Su problema no era la inmoralidad de Johnnie. Era su incapacidad para sostenerla económicamente y alejarla de cualquier perturbación.

Johnnie es un amoral. Un deficiente moral. También un vividor. Eso, y cosas mucho peores. Puede haber calificativos peores para él y le van a caber, pero todos emanan de su condición amoral. Es pródigo hasta la irresponsabilidad, y de ahí a la temeridad, incluso.

Hedonista, epicúreo y egoísta. Ególatra y frívolo.

Ladrón, malversador y embustero. Indigno de cualquier relación que implique confianza, todas sus relaciones basadas en esta irán degradándose: matrimonio, empleo, crédito…

Contexto

El marco de la obra es la Inglaterra rural y tardo victoriana. Esto marca muchos elementos de esta narración.

Se establece un contraste pronunciado entre lo rural y Londres.

«Eso era algo algo divertido de vivir en el campo, reflexionó Lina distraída. Su hermana Joyce, en Londres, solo tenía amigos que le caían bien. En el campo, a uno no tienen por qué caerle bien sus amigos. Son tus amigos porque están ahí; y, por supuesto, aunque uno no los detesta, rara vez son de su agrado. Sin embargo, esta situación proporciona temas de los que hablar. Y Dios sabe que en el campo eso es algo que se necesita desesperadamente»

Los personajes cazan y tienen viñedos. Gestionan ganados. Se reúnen en visitas alternas por las casas de cada uno, pues no existen —salvo ceremonias religiosas— otras alternativas de ocio en común.

Este contexto explica mucho de lo que son los personajes.

Estilo

La novela está narrada en tercera persona. Consigue un grado de conflicto muy elevado, siendo este su gran atractivo, por medio del enorme contraste entre los dos protagonistas, Lina y Johnnie.

Casi toda la novela está escrita en estilo indirecto. Obviamente, salvo los diálogos. Sin flujos de conciencia ni diálogos internos. Sólo cede la palabra a los personajes en el acotado contexto de los diálogos. Aparece el estilo indirecto libre en algunas ocasiones con Lina, que es el personaje en el que más profundizaremos, pero en proporción a las trescientas páginas, diremos que es un recurso menor.

La línea temporal no se rompe. No hay analepsis ni giros al pasado.

Es una novela conservadora y muy ortodoxa. Concebida para que el lector siga la trama sin perderse. Con facilidad. La trama y sus giros son la prioridad.

Los lectores que prefieran tramas muy vivas disfrutarán esta novela. Los que busquen mayor profundidad psicológica quedarán contentos pero con ganas de más.

Plantea un asesinato por eutanasia activa. El problema es que la ejecución por parte del autor es un poco Deus ex machina. Ahí puedo poner un pero a la novela. Un pero menor, al fin y al cabo.

La prosa es extraordinariamente eficaz. Funcionalista. Al servicio de la trama, sacrificando cualquier licencia estilística innecesaria. Está bien escrita, pero su prioridad es enredar al lector en la eterna pregunta de “qué pasa después” y a ello se consagra.

Trasfondo

Se aborda el conflicto entre la realidad y los idealismos. Como en tantas otras propuestas literarias, aparece el conflicto entre la tozuda y siempre vencedora realidad y los idealismos tendentes siempre al fracaso.

Lina ha idealizado a su marido. El idealismo no le permite ver la realidad en su verdadera forma, sino distorsionada por la dependencia emocional, afectiva y pasional que tiene respecto de su marido.

Qué aprendemos de esta novela.

Lo primero, que es mejor estar solos que mal acompañados. Hay personas, cuyo epítome es Lina, que tienen un miedo atroz a no encontrar pareja, ser descartadas y quedar solas. A tal punto temen que, de manera irreflexiva, se echan en los brazos de la primera persona —sea conveniente o no— que les brinde un poco de atención.

Después, topan con la realidad. En un nuevo error, —otra palada al pozo—, deciden que pueden cambiar a esa persona y se consagran a dicho ministerio.

La novela aprovecha para hacer crítica de su tiempo. En el primer cuarto del siglo XX, la sociedad inglesa, en sus capas sociales más pudientes conservaba pensamientos decimonónicos. Los nobles no trabajaban, pues era una indignidad. Sin embargo, el ascenso de la economía de mercado y la burguesía iba imponiendo su ley. Quien no produce no vive bien. Crítica Berkeley esa nobleza ya en consumo preferente, llena de inútiles holgazanes que se casaban con chicas bien de la burguesía para poder mantener un estilo de vida que ya no les pertenecía.

Se muestra la sociedad británica de su tiempo. La Inglaterra victoriana. Cafés de alta alcurnia, reuniones de damas de sociedad, prodigios de modales y buen hacer social que ocultaban unas rencillas y odios vergonzantes. Tan acendradas relaciones por dentro, como putrefactas por dentro.

El papel de la mujer también ocupa gran espacio. Lina es una mujer materialmente privilegiada. Acomodada si queremos decirlo así. De su familia procede todo lo que tiene el matrimonio. Sin embargo, sufre de forma lacayuna, ancilar, servil… los ires y venires, los desmanes y las faltas de su esposo sin poder hacer nada. Mujeres de alta sociedad, vidas que no las querrían mujeres más moderadas en economía de nuestro tiempo. Reuniones en que tras el almuerzo las señoras se retiraban para dejar a los hombres hablando de cosas importantes. Lina, es además una mujer con síndrome de cuidadora. Esposa-madre de su marido. Su institutriz.

Como ya se dijo más arriba, es pusilánime. El siguiente párrafo resume bien ambas verdades de las que venimos hablando: El papel residual que la sociedad se guardaba para las mujeres y el carácter de Lina, perfectamente adaptado a esa realidad:

«Aunque la había asumido porque no le quedaba otra opción, Lina detestaba profundamente la responsabilidad que Johnnie le había endilgado en virtud de su inmadurez. No quería ser responsable de nada ni de nadie, ni siquiera de sí misma. Odiaba la responsabilidad y la constante inquietud que provocaba.
No era justo.
El marido debería ser responsable de la esposa. Al casarse, Lina dio por sentado que sería guiada y estuvo más que dispuesta a dejarse llevar. Ahora tuvo que tomar las riendas y no solo las riendas sino, además, ocuparse de guiar.»

El libro refleja una sociedad ya arcaica como la victoriana. La novela es conservadora en cuanto al estilo. Sin embargo, es justo decir que para estar escrita en 1932, resulta muy moderna la sexualidad de la protagonista, que evoluciona desde la mojigatería inicial hacia posiciones más liberales, lo cual incluye conceptualizar el matrimonio eterno de una manera que resulta moderna para los conceptos de su época. Máxime vividos a través de un personaje femenino.

Una sociedad clasista y dura con los de abajo. Los “Whinnies” y los ricachones convivían en la aldea o en la ciudad, pero en una relación de verticalidad en la que unos despreciaban a otros, como el propio término peyorativo refleja.

Una novela sobre la verdad. La verdad exige coraje. Hay que ser valiente para mirar la verdad tal como sabemos que es. Le verdad exige coraje. Cuando no se tiene, se tiende a inventar sofismas que blanqueen la verdad que nos duele ver, que no conviene mirar o que no queremos aceptar.

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Alvaro

Con el tiempo y el acúmulo nuevas lecturas, se va olvidando lo que vamos leyendo. Me parece que escribir sobre ello me ayudará a recordar mejor cada pequeña o gran historia que lea. Si de paso las pongo en común contigo y te puedo animar a leer o no un libro, me parece más útil que unas notas guardadas en un cajón como un ermitaño de tinta. De qué va y qué me ha parecido, sin más vuelo ni pretensiones. No son reseñas de entendido, sino de lector a lector.

Esta entrada tiene 2 comentarios

  1. LectoraEmpedernida

    Lo tengo en mi lista de anotados. Me ha parecido estupendo el análisis detallado que expones sobre esta obra. Hay algunos puntos de ella que me han llamado la atención, y otros que quizás no tanto. Igualmente, sé que disfrutaré de la lectura. Esta editorial nos está trayendo títulos muy interesantes, no le pierdo ojo a ninguno (y a su colección Golden Age, menos aún).
    Un abrazo.

    1. Alvaro

      Yo llegué empujado por la película. Soy muy fan de Alfred Hitchcock. Qué bien tener gente tan pro pasando por el blog. Gracias.

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