Reseña de Causa Justa John Grisham

Reseña de Causa Justa John Grisham

A Grisham le habré leído no menos de quince novelas. En todas las reseñas suyas lo he dicho:

  • No es Dostoyevski.
  • No lo pretende.
  • Reconoce no serlo y no se llama a sí mismo literato ni a su obra literatura.

Por tanto, la catarata de comentarios despectivos sobra aquí. Sí, es un escritor de bestsellers. Esto, a algunos no les gusta y a millones les encanta. La vida es así. Seguimos.

Como te decía, le llevo leídos muchos libros. Es difícil encontrar uno que sorprenda a estas alturas. Éste lo ha hecho.

Es su novela más social y más trascendental. De largo, además. Esta novela es un tratado sobre la pobreza en una nación desarrollada. En la más avanzada, de hecho. No sé si puedo hablar de una inmersión en el proceso de documentación, pero sí que se aprecia como mínimo una investigación a fondo en el día a día de un sin techo en una gran urbe norteamericana. Sus problemas, sus vidas, sus dramas, sus puntos de encuentro, sus asistencias y sus obstáculos; sus centros de atención; la realidad de las políticas de apoyo a los desfavorecidos; la legislación que les atañe…

Reseña de Causa Justa John Grisham

Es una novela muy completa a ese respecto. Se aprende mucho en este sentido. Será todo lo bestseller y todo lo comercial que queramos, pero es una novela muy rica en trasfondo. De las de más compromiso del autor.

Dato anecdótico: muchas veces he visto selecciones de los mejores comienzos de la historia de la literatura. Esta novela tiene una de las mejores frases finales (no hace spoiler):

«No me atrevía a pensar en el futuro; el pasado aún estaba ocurriendo».

El argumento

En un despacho entra un vagabundo con un rifle. Encañona a nueve abogados y los encierra en una sala de juntas. Pasan seis horas allí dentro retenidos. El tipo no pide nada. No quiere nada a cambio de liberarlos. Únicamente les hace caer en la cuenta de su opulencia y su egoísmo.

Unos lo tienen todo y otros ni para comer. El vagabundo acababa de ser desahuciado como ocupante ilegal de una vivienda.

Superado el estupor inicial, el abogado empieza a hacerse preguntas:

“Cien preguntas se agolparon en mi mente: ¿por qué Señor había elegido precisamente nuestro bufete? ¿Dónde estaban los guardias de seguridad que solían holgazanear en las inmediaciones de la entrada? ¿Por qué yo? Cientos de abogados entraban y salían a lo largo de todo el día. ¿Por qué la sexta planta?

Y¿qué se proponía? No creía que DeVon Hardy se hubiera tomado la molestia de envolverse con explosivos y poner en peligro su vida, por muy humilde que ésta fuera, para castigar por su falta de generosidad a un grupo de prósperos abogados. Podría haber encontrado gente más rica, e incluso más avariciosa.”

Y entonces se inicia un proceso de metanoia. Mike empieza a adquirir conciencia de sí mismo, de su uso —o desperdicio— de su vida. Y gracias al suceso con el vagabundo, principia a notar que en el mundo hay personas que le estaban pasando totalmente inadvertidas:

«¿Adónde va la gente que vive en la calle cuando nieva?»

Estilo

Narrador diegético. Narrador protagonista. El estilo acostumbrado de Grisham, santo y seña del bestseller, escuela de contadores de historias:

Lenguaje sencillo; descripciones suficientes pero no exhaustivas; frases cortas rompiendo con frases largas para conseguir ritmo. Párrafos cortos y bien empleados.

El estilo es profundamente americano. En todos los elementos se respira. Por ejemplo, Drake & Sweneey, es el típico despacho legal grande a la estadounidense. Enormes instalaciones, departamentos por área de especialización, preponderancia de los litigios y lo mercantil o corporativo como se prefiere allí.

Se escribe en 1998. Hace veintiséis años, en España, el término okupa no figuraba en el diccionario. Tal vez por eso, el traductor emplea la voz anglosajona squatter sin traducirla.

La novela no se ambienta en el sur de EEUU. Estamos en Washington D.C. para viajar a bordo de una historia cargada de cáusticas críticas políticas, sociales y morales. Esto es menos habitual en el autor.

Trama a borbotones. Un page turner lleno de giros a la historia. Esto sí es lo que esperas de Grisham y en el nivel de calidad acostumbrado. Altísimo en este parámetro.

Hay una cualidad del autor que es sobresaliente. Es capaz de idear unas tramas con más giros que una peonza y con más sorpresas que una visita al taller. Esto mismo lo hacen otros muchos autores comerciales. Sin embargo, es capaz de desenrollar la trama de manera realista y creíble sin recurrir a artificios deus ex machina que cierran en falso y dejan al lector pensando: ¡venga ya! Y esto ya no lo encontraremos en tantos otros.

Lo dice Ken Follet: «John Grisham es el mejor autor vivo de thriller».

Trasfondo

“Contabilizar muchas horas de trabajo es más importante que la felicidad de una esposa. El divorcio es frecuente.”

El libro denuncia el ethos americano. El sacrificio de todo por la pasta. Tan fuente de ingresos como de infelicidad. El protagonista y narrador está amargado por haber elegido trabajo antes que pareja.

Esta crítica no es nueva en el autor. En casi todos sus libros repasa este aspecto de la abogacía estadounidense que, apegada al concepto de hora facturable, aliena a los letrados, en particular en sus primeros años de vida que suelen coincidir con la etapa vital en la que se construye la propia familia.

Los prejuicios de clase. El protagonista sufre un proceso de evolución que le da todo el interés a la novela. Está muy logrado. No es un personaje nada plano. Al principio de la novela es un gilipollas que pasa de su mujer y compite por aparentar tener un trabajo más desafiante que el suyo. Además, está lleno de prejuicios de clase. No es un hombre desagradable ni supremacista, simplemente alguien que ha asimilado una manera de pensar casi por inercia. Por ejemplo, aparca su coche en un barrio humilde y está convencido de que se lo robarán en cuestión de minutos. Todo esto se va a morigerar a medida que avanza la narración.

Denuncia las vocaciones mancilladas y la falta de ideales. Los estudiantes inician su carrera llamados por los más nobles ideales pero sucumben al poder del dinero. Eso se denuncia para abogados, médicos, sacerdotes y políticos.

Atiza al partido republicano. De forma un tanto maniquea, —los personajes más implicados en el activismo social en la novela— acusa al partido conservador de retirar las ayudas a causas sociales en comedores sociales, albergues y otros servicios públicos de asistencia a los pobres.

El ser humano aparece como un homo pecuniae. El dinero siempre corrompiendo. En esta novela los abogados son presentados como seres draconianos que tienen nula implicación en los problemas de sus clientes y solo los ahogan en verborrea para cobrarles una hora más.

Los políticos retiran fondos a los más necesitados para destinarlos a estamentos que ya no necesitan ninguna ayuda.

Los médicos empiezan su carrera bañados de una capa hipocrática y al cabo de cinco años hacen cábalas con los dólares que le supondrán las vesículas extraídas o las neumonías tratadas.

También se corrompen los periodistas, que ciegan la voz pública de los miserables en vida —en alusión a Víctor Hugo— pero los ponen en portada si mueren causando algún morboso interés que les ayude a vender periódicos (el libro está escrito en 1998) o a obtener algunos clics en su noticia.

Corrupción también con los religiosos, porque según la novela, la mitad de ellos no están dispuestos a poner por obras la buena nueva evangélica y viven de la predicación en el púlpito a audiencias de personas que no tienen problemas de verdad mientras cierran sus puertas a mendigos, drogadictos y toda suerte de personas de vida indeseable.

Mi impresión, me reafirmo: esta es su obra más comprometida. Y además, en ese compromiso, es muy buena novela. De hecho, creo que hay cierto interés por dignificar al pobre:

“Son personas extraordinarias. Casi todas han nacido desamparadas, sin una mísera oportunidad, y aun así consiguen sobrevivir. Tropiezan y caen, pero se levantan y vuelven a intentarlo.”

La justicia no es ciega. Este mensaje interlineado es frecuente en la literatura de Grisham. Pero en esta novela lo es todo. Por la enorme cantidad de novelas que ha dedicado al sistema legal y judicial de los Estados Unidos, no tenemos una voz literaria más autorizada para sentar cátedra en este ámbito. Recordaremos, para más señas, que todas estás novelas —por muy thriller que sean— tienen un amago autobiográfico porque el propio autor fue abogado y ejerciente.

Grisham es un escritor más literario de lo que pensamos. Todas sus novelas, precisamente por los temas que plantean, tienen un recorrido social muy importante y no están exentas de un fuerte valor de compromiso, lo único que sucede es que el autor escoge cauces muy populares para transmitir su mensaje. Ni todos los bestsellers están vacíos de contenido, ni todos los autores aburridos nos aportan enormes dosis ontológicas y trascendentales.

No podemos decir que sea una novela magistral. No aporta ningún punto de vista nuevo o que nunca se hubiera registrado en la literatura. Ya sabíamos que los ricos tienen mejores coberturas que los pobres, entre otras cosas porque pueden pagarse mejores abogados. Entonces, ¿qué aporta Grisham al debate? Datos. Precisión. Atmósfera. Ha sido abogado y parlamentario antes de ser escritor. Ha vivido y sabe de lo que habla cuando desmonta el sistema legal americano.

Puede que lo que dice lo hayan dicho otros antes, pero nunca nadie ha explicado los mecanismos y subterfugios que operan para dar vida a ese truismo que para todos es de perogrullo.

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Alvaro

Con el tiempo y el acúmulo nuevas lecturas, se va olvidando lo que vamos leyendo. Me parece que escribir sobre ello me ayudará a recordar mejor cada pequeña o gran historia que lea. Si de paso las pongo en común contigo y te puedo animar a leer o no un libro, me parece más útil que unas notas guardadas en un cajón como un ermitaño de tinta. De qué va y qué me ha parecido, sin más vuelo ni pretensiones. No son reseñas de entendido, sino de lector a lector.

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