Una filosofía para sobrevivir en el siglo XXI 

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Jesús G. Maestro. 2025. Editado por Harper Collins.

Este es un buen libro. No uno excelente, pero sí un buen libro. Un libro lleno de consejos, incómodo, provocador, desafiante, irreverente e inteligente. 

Jesús Maestro hace una transcripción de su canal de YouTube. Todo lo que cuenta el libro, lo ha dicho ya en la plataforma que lo ha hecho famoso. 

Está narrado en primera persona por el personaje protagonista, que no es el autor. Sí, da la impresión de que Jesús Maestro es un señor completamente ajeno al personaje que se ha creado en YouTube. Si fuera así a tiempo completo, no podría estar casado, pues sería insufrible. Por eso digo, quien nos habla en este libro, es un personaje, que siendo el autor, es un personaje de ficción. Y es un personaje divertidísimo y un crítico de nuestro tiempo que es capaz de llamar las cosas por su nombre. Claro, es un Quijote cruzado contra todos los idealismos y equívocos de nuestra sociedad. En su quijotismo se esconde y desde ahí se le disculpa toda la verborrea cáustica con que disecciona nuestro tiempo. Esconderse en la locura del personaje es una jugada maestra que copia a su ídolo, Cervantes. 

¿Cualquiera puede hacer algo así? Cualquiera puede intentarlo, pero no a cualquiera le va a salir bien. A Jesús G. Maestro le sale porque es un tipo que rezuma inteligencia. 

Va de pesimista. De desengañado, no desde la necedad del frustrado sino desde la clarividencia del iluminado. Tiene mucho seso en lo que dice, pero algunas veces también es conspiranoico. El libro es un recorrido que te obliga a discernir entre lo que encierra una verdad objetiva y lo que emana de su subjetividad idealista. Porque por mucho que repita que es racionalista, este señor es un fanboy de Cervantes, de Quevedo y de todo el pasado español. Como todos. Ahora bien, los demás no nos damos a afirmaciones carpetovetónicas como que Shakespeare es un sobrevalorado o que Alemania y Estados Unidos no saben lo que es la literatura. Por eso digo: este es un libro de un hombre que denuncia todos los idealismos con una mirada tan clara, como ciega hacia sus propios ideales.

Para Jesús Maestro la realidad está moteada de mentiras. Es una mezcla de trampantojo y retablo de maravillas de la que este libro viene a avisar y prevenir. Una guía para ubicarse en el tiempo actual. 

Es un libro que se excede en discantar. Pero es un texto inteligente, práctico y que puede venir bien a muchísima gente. No es autoayuda. No tiene esos argumentos inexistentes o simplones que serían propios de ese ramo. 

Es parénesis pura. Consejos y advertencias en ristra. Le encuentro algunos truismos o perogrulladas, pero bien puede ser que haya quien tenga la edad o la trayectoria diana de estos consejos. Este es un libro para bien del lector promedio: todos podemos leerlo y sacarle la enseñanza. 

Libro vatídico, un tanto todólogo, a ratos misántropo y cinocéfalo, que no puede evitar parar cada cierto tiempo para ladrar; a veces se piensa zahorí; a veces heresiarca de nuestro tiempo; de tono exhortativo y didáctico. 

Jesús Maestro se define a sí mismo como realista. Siempre me ha parecido una pedantería definirse así, lo haga quien lo haga. La realidad es la que yo veo, lo que tú ves es una idealización porque yo soy listo y tú tonto. Pero bueno, esto tiene más que ver con los excesos del personaje que Maestro interpreta y que tanta popularidad le está reportando. 

Se dirige al lector en segunda persona. Es una carta abierta, admonitoria y en un tono muchas veces paternalista. 

Contradicciones 

Anglofobia. Todo lo que viene de la pérfida Albión, de los EEUU o de la Alemania idealista, es venenoso y desclasado. La herencia cultural española es lo más de lo más. Prístina, pionera de todo, exacta, mejor, certera… ¿No es esto una forma de idealismo? Considerarse a sí mismo realista ¿no es también una forma de idealizarse a sí mismo y su percepción infalible de la realidad?

Se puede decir que su concepto de la realidad es también idealista. La realidad como imperativo absoluto e indiscutible, incontrovertible, axiomático. Los hechos, como dijo Lenin, no se discuten. Pero la realidad… ¿qué realidad? ¿No es la realidad algo afectado por la percepción? Existe una Ley de la Gravedad que se impone por igual al niño y al anciano, pero es para este una amenaza y un obstáculo y para aquel apenas un desafío que vencer. La realidad es relativa. La filosofía, dice Maestro, conduce a quienes la estudian al paro, y asegura que esa es la realidad. Dígaselo usted a catedráticos de filosofía que ganan sueldos respetables, publican libros que compran, como mínimo sus alumnos, y que van a clase en un Mercedes Benz, vestidos con un polo de Lacoste. No, hablar de una sola realidad unívoca es también un idealismo: estás idealizando tu percepción de la realidad como la única buena y el que no coincide está en el tercer mundo semántico. Pero, —ahora hago yo una epanortosis— en la página 123 dice que “Lo único que puede cambiar meliorativamente la relación del ser humano con la realidad es el dinero y la ciencia.” ¿Está reconociendo cierto constructivismo en la diosa realidad? La realidad es el Dios de los racionalistas, si me atengo a las enseñanzas de este Maestro. 

Pero es un pensador que por momentos es brillante. Expone sus opiniones de forma clara, atractiva, con convicción notoria y arrolladora. Y no hay pensador que no peque de contradicciones, pues no hay ser humano que no lo haga. Así que decir que es contradictorio, me temo que no sea mucho decir de nadie.

Florilegio de temas

Un libro que amalgama temas diversos. Educación, profesorado, trabajo, filosofía, libertad, democracia, Estado… para quien haya visto sus vídeos, este libro es una transcripción de muchos de sus mantras. Para quien no, puede ser de utilidad en el afilado de una mirada más crítica a nuestro tiempo. 

¿Hay un nexo de unión para esa ensaladilla de temas? Sí. Todos coadyuvan para que se  consiga la gran mentira: nos quieren asustados, engañados y con sentimientos de culpa. Ese es el leitmotiv del libro.

Ante todo es un libro que mira al mundo. Un análisis de nuestro tiempo, construido a base de teorías e ideas sucesivas. Unas me han parecido más brillantes y son las que recojo a continuación.

Lo mejor 👍

Me ha gustado mucho el contrapunto entre identidad y personalidad. Para Maestro:

«Las masas tienen identidad, pero los seres humanos tienen personalidad. Los gremios, grupos, lobbies, sectas… son sucedáneos de una sociedad fragmentada. El grupo invita a dimitir de la realidad social para integrarse en una idealidad gremial, con frecuencia ficticia, y siempre subyugante»

Esa confrontación entre identidad grupal y personalidad como un juego de suma cero, me parece interesante. En los tiempos actuales —marcados por la polarización política, los sentimientos nacionalistas, las disputas entre lobbies enfrentados, gruppies de casi cualesquier cosa— esta reflexión adquiere mucha potencia. La masa da identidad a aquellos que no tienen personalidad. Por eso el individuo, a pesar de las conquistas históricas logradas, se empeña en ser masa. 

También en el capítulo “me gusta”, el análisis del sistema educativo. Afirma Maestro que estamos en un momento en el que en el sistema educativo prima lo emocional sobre lo intelectual. Bien está entender al alumno como ente sensible, pero de ahí a preponderar lo emocional sobre lo conceptual en un entorno académico hay demasiada distancia. Una institución académica tiene que formar a sus alumnos en la disciplina técnica de su competencia, debiendo prevalecer esto sobre cualesquiera otras consideraciones. Incluso a riesgo de sentirse exigidos, desafiados, presionados… enfrentados a la realidad.

Afirma que el sistema educativo está diseñado para sumirnos en un tercer mundo semántico. Esto del tercer mundo semántico se repite tanto que parece un latiguillo. Lo dice tantas veces que es como si quisiera patentarlo a base de una iteración de una intensidad tal, que lo haga inseparable de su persona. Lo cierto es que es capaz de desarrollar ideas de enorme potencia expresiva y que calan con facilidad en el lector. Verbigracia, aquella de: “los ricos no tienen ideología, tienen dinero. La ideología es la emoción de los pobres”. 

Responsabiliza del estado de la educación a los profesores. Sus iguales, que no sus colegas. Les recrimina que al final, en el aula, el docente tiene la última palabra, y no la pronuncia en favor del conocimiento. 

No compro bastantes de sus afirmaciones (como se verá en el apartado siguiente), pero otras me parecen de gran agudeza intelectual y me justifican al libro. Cómpralo

Por ejemplo, la idea de la Internacional Burguesa. Esto es, la observación de que las élites económicas han conseguido un hermanamiento internacional que jamás consiguieron los proletarios y que se materializa en la globalización. Lo titula: «Los ricos, unidos y aliados; los pobres, peleados y enfrentados entre sí.»

Su idea del debilitamiento de los Estados me parece muy acertada. Dice Maestro que los Estados quedan desdibujados, dejando el control en manos de las grandes corporaciones internacionales, que nos ven apenas como seres para el consumo, nada más.

Lo peor 👎

El tono del libro. 

En la página 121 dice: 

“Y no es menos casual que las tres —filosofía, religión y sofística— (…)nacidas de un afán por iluminarnos, revelarnos, explicarnos —dando por supuesto que somos tontos— lo que tenemos delante”

¿No es eso también este libro? ¿No es también un texto con vocación luminosa, vocación de revelarnos el gran sofisma, o de explicarnos cómo nos engañan los poderosos y los amigos del comercio?

¿No asume también, en su inclinación a hacernos admoniciones obvias, que sus lectores somos más tontos que él, necesitados de su clarividencia? 

Las reiteraciones. Por ejemplo, no es necesario mencionar su concepto tercer mundo semántico seis veces en dos páginas consecutivas. Es una idea potente, entra fácil, pero ya la hemos pillado. No hace falta repetirla tanto.

Reduce el campo de la Filosofía a tres salidas: política, religión y autoayuda. Es su posición y la defiende muy bien, pero igual, ya lo hemos entendido con una o dos veces, no hace falta decirlo catorce. 

Para Maestro, hay muchas personas que no saben una palabra de filosofía y que han organizado su vida mucho mejor aue cualquier filósofo. Una afirmación acertada, preñada de sentido común. Obvia para algunos, lo que no quita que necesario para otros. Sin embargo, para unos y otros, con decirlo una vez basta. No hace falta encontrarte la reflexión cada diez páginas.

No es un libro valiente, aunque lo parece. Amaga con temas, pero luego no se moja. Él dice que es que no le interesa debatir; que la opinión de los demás esto; que la realidad lo otro; que si irrelevante lo de más allá. Me parecen poses para no pringarse, como en la página 132 en la cuestión de la eutanasia. Se podrá decir que es que yo no lo he entendido, que su opinión está velada y que quien sabe leer entre líneas lo entiende y se aludirá a arcanos ocultos en el texto para personas de enorme intelecto, siendo los demás un hatajo de tontos. Pero no cuela. Es pura sofística. No se atreve a negar el criterio woke del suicidio asistido ni a defenderlo frente a los más conservadores. No quiere a nadie enojado. 

Solo atiza a Hegel, a Kant, a Rousseau y a personas que no pueden leer su libro ni responderle. 

Por ejemplo, en la página 135, dice:

«El Antiguo Régimen, anterior a la Revolución francesa, permitía a los artistas vivir sin trabajar, al amparo de la Iglesia o de la nobleza»

Cierto, el Papa o los Médicis eran los mayores mecenas. Pero cuando encargaban y pagaban, exigían a cambio. ¿Botticelli no trabajó? De dónde salió su Venus (al margen de la concha). ¿Quién pintó  la Capilla Sixtina? Digo yo que sería un artista trabajando. ¿Brunelleschi tampoco trabajó?

Seguro que me dirá que esos trabajos no son esforzados. Que tenían ayudantes que seguramente hacían más que ellos… sofismas. Ser profesor de literatura comparada tampoco es igual que cavar zanjas.

No te sientas mal si tú también opinas que no es que tú no lo entiendes, sino que no se moja. Este libro está hecho para vender copias a porrillo, porque Maestro es amigo del comercio. 

Sus sentencias son apodícticas. A veces, llenas de prepotencia. De él no podemos decir que sea prepotente ni lo contrario, porque solo vemos una faz, un personaje. Un intento de intelectual polemista de los que antes salían por la tele.

«Para hablar de religión, filosofía o política sirve cualquiera. Para hablar de ciencia es necesario estudiar y trabajar durante muchos años.»

¿Lo ves? Dice cosas así de contundentes y se queda tan ancho. No es lo mismo hablar de religión, filosofía o política conmigo, que con alguien que con catedrático universitario en esas materias. Que no sean ciencias exactas o duras no implica que yo pueda hablar al mismo paso que personas que dedican su vida al estudio de estas ramas. 

La pérfida Albión 

«En el mundo anglosajón no hay realmente ningún interés por la literatura». Las corrientes críticas dominantes y de mayor difusión, resultan totalmente opuestas al criterio de Jesús Maestro, cuya obra más voluminosa y menos vendida, Crítica de la razón literaria, —parónimo que aprovecha el marketing de la obra magna de Kant (filósofo y alemán)— se opone a sus tesis ofreciendo una mirada desde la tradición hispana. 

Que hablen de mí, aunque sea en contra

Todas las afirmaciones son contundentes. Cada quien encontrará discrepancias y concomitancias en cada caso, pero Maestro suele dar sus razones en cada caso. 

Parece haber una premisa de provocación. Todas las ideas plantean un conflicto. Y absolutamente todas se expresan de una manera siempre de alto voltaje.

En un libro en el que se vierten tantas opiniones, resulta casi imposible que absolutamente todas tengan tal grado de intensidad en fondo y forma, sin que esto sea deliberadamente pretendido. 

Maestro quiere que su libro haga ruido. Tanto como sus vídeos. Gracias a YouTube, sabe qué tesis rinden más, qué órdagos llaman más la atención y qué elementos de polémica suscitan más debate. Y los ha puesto por escrito. Podría decirse que ha hecho un estudio de campo con su plataforma social, y le está sacando el jugo en forma de libro. 

El capítulo 11 justifica todo el libro 

¿Te recomiendo comprar el libro? Sí. El capítulo 11, dedicado a hacer un repaso de la literatura y su consideración actual, es brillante. Aquí se nota que el autor se mueve en su ámbito. Si en muchas anotaciones y temas anteriores le veíamos discantar, —en su tercera acepción—, en este capítulo habla con la fuerza de quien sabe lo que dice.

¿Se le va la mano? ¿Derrapa al salir de la chicane? Sí, es el estilo Maestro. El personaje fiel a su diseño. Pero el capítulo es de una lucidez notable. O estás de acuerdo con todo lo que expone, o es realmente difícil argumentar en contra con tanta fuerza. 

Para mí, solo por este capítulo ya  merecería la pena la lectura de todo el libro. 

Censura

He aquí otra opinión bien armada. Lo que dice este autor, sobre el problema de la censura actual, no la que hace el poder, sino la que hace tu vecino, censurando tus opiniones en base a una superioridad moral preestablecida y sistémica.

¿Las redes sociales y la posmodernidad nos han convertido en flagelo defensor de opiniones buenistas, biensonantes y convenientes?

Intelecto vs Emociones

Para Maestro, intelecto y emociones son otro juego de suma cero. Más emocionalidad, menos intelecto y viceversa. 

Autoayuda

Aquí se ceba. Para Maestro, la mejor terapia que se puede hacer es leer literatura del Siglo de Oro.

Y cita a Cervantes en El Quijote «tocar las apariencias con la mano para dar lugar al desengaño». No es mala cita para alguien que se dice racionalista. 

Maestro defiende la literatura como escuela de vida superior a la filosofía. Siempre, claro está, que esa literatura sea la española del Siglo de Oro, a la que paradójicamente tiene idealizada.

El antifilósofo

Maestro ha encontrado un filón en la antifilosofía. Para él, es un timo. Su libro se titula de una manera un tanto contradictoria con esta premisa, pero es así. 

Para Maestro, la literatura supera a la filosofía en su dignidad de escuela de vida.

Para Maestro, la filosofía es artificio, ficción, mentira. Idealismo, siempre. Se pueden plantear objeciones, pero es su punto de vista. Su cosmovisión. Su filosofía. 

Y dijo Leibniz —que no goza de su aprecio— que “toda filosofía es verdadera en lo que afirma y falsa en lo que niega”. 

Para Maestro, tras Newton, la filosofía no tiene cabida. El pensador Carlos Blanco, nos previene de tan apodíctica sentencia, pues nos recuerda que: “es la falacia del naturalismo. La ciencia no se justifica a sí misma. La ciencia nos dice cómo funcionan las cosas pero no cómo deberían funcionar”, por tanto, ciencia y filosofía pueden y deben coexistir y sumar. 

No podemos endiosar la filosofía. Tampoco pecar de un exceso de reduccionismo funcionalista. 

Jesús G. Maestro: el personaje 

Para Maestro, los filósofos son parásitos universitarios y sociales. Cada quien, estará de acuerdo o no con esta o aquella otra frase del autor, pero es innegable que más de cuatro veces te arrancará una carcajada.

Maestro es un tipo muy gracioso. Llega un punto en que te da igual lo que dice porque lo dice con gracia. Le echa cara y juega en largo. 

Quiere ocupar ese espacio del intelectual gruñón que ha quedado huérfana con la muerte de Umbral y Fernán Gómez y como buen amigo del comercio que es, explotar ese nicho de mercado del provocador cultivado.

Por lenguaraz, gracioso… y también polémico. Baste ver el traje que, a cuenta de este libro, le hace la Fundación Gustavo Bueno, filósofo al que debe mucho Maestro, al que por cierto cita, en contexto no elogioso, en la página 112. También en la 114 con igual aprecio. 

Como todo el que habla, yerra. Como casi todo el que habla, acierta. Y creo que acierta en su llamado a que la Filosofía sea algo más que retórica y vaguedad, y trabaje en encontrar utilidad en sus aportaciones. 

El libro que te esperas 

Aquí encontramos todas las líneas maestras de su pensamiento. Las mismas que repite en sus vídeos de YouTube, donde no descansa su prestigio, pero sí su popularidad. Lo reconozca o no. Esa es la realidad y por decirlo en palabras suyas, que lo reconozca o no, a la realidad no le importa, es irrelevante.

No es un libro sesudo ni difícil. Es una bitácora para lectores de base, gente no versada en filosofía ni con un conocimiento escandaloso de los clásicos de la literatura grecorromana. Está más allá de un panfleto de autoayuda simple, pero no es un intento de construir un sistema filosófico. 

Es un texto muy apegado al día a día. Muy aprovechable para mucha gente. Inteligente, brillante a veces, un tanto dogmático otras, por carencia de ejemplos en la mayoría de las afirmaciones. 

No es alta filosofía, pero es filosofía para lo cotidiano. No es para todo el mundo, pero hay mucha gente a la que este libro le puede hacer algún bien. Larga vida.

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Alvaro

Con el tiempo y el acúmulo nuevas lecturas, se va olvidando lo que vamos leyendo. Me parece que escribir sobre ello me ayudará a recordar mejor cada pequeña o gran historia que lea. Si de paso las pongo en común contigo y te puedo animar a leer o no un libro, me parece más útil que unas notas guardadas en un cajón como un ermitaño de tinta. De qué va y qué me ha parecido, sin más vuelo ni pretensiones. No son reseñas de entendido, sino de lector a lector.

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