Reseña de El invencible verano de Liliana

Reseña de El invencible verano de Liliana
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Galardonado con los premios José Donoso de Letras 2021, Nuevo León Alfonso Reyes 2021, Xavier Villaurrutia 2021, Mazatlán de Literatura 2022, Rodolfo Walsh 2022 y Pulitzer de Memorias 2024.

En mayo, la autora mexicana ganaba el Pulitzer. Descubríamos que su hermana había muerto asesinada en 1990 con veinte años y que treinta años después, había reunido el valor para abrir sus cajas y reconstruir su vida anterior al feminicidio que acabó con su vida. La autora ha logrado un magnífico trabajo que puede alumbrar a las nuevas generaciones para poner su grano de arena a la consecución de una nueva cultura que pueda combatir la lacra de la violencia de género. Probablemente éste sea uno de los mejores libros sobre la problemática. Una propuesta que la sociedad debería querer leer.

Este libro aporta muchísimo contra la violencia de género. Desde luego más que cualquier política sectaria o cualquier ley para aplicar cuando ya hay una mujer sufriendo. Es una medida de seguridad activa, que trabaja evitando que se produzcan estos casos, no intentando atenuar sus estragos. Un libro para reflexionarlo por entero.

Este libro ya tiene tres años de vida. Yo, sin embargo, llego a él por culpa —virtud más bien— del Premio Pulitzer que acaba de recibir. Los grandes galardones internacionales deben servir para sugerirnos grandes lecturas y descubrir autores. En esta ocasión, cumple su cometido. Por lo que he averiguado, es una obra que por mi parte es muy bien recibida.

A ver qué tal está.

Empieza con una frase atribuida a Camus:

«En lo más profundo del invierno aprendí al fin que había en mí un invencible verano»

Lo primero es tener claro qué tipo de libro es. No es narrativa. Esto es algo a medio camino entre un true crime, una crónica y un ensayo feminista. Está escrito, no a la manera periodística, sino casi novelada. Aunque hemos dicho que no es narrativa, desde luego lo parece por el estilo. Pero no lo es. Más bien es una canción protesta, eso es lo que es.

Protesta contra los diez feminicidios diarios en México. Protesta contra una justicia que no responde ni protege ni se impone. Protesta contra el relato que reduce a la mujer a su esquema más arquetípico.

Es una copla a la muerte de su hermana.

En 1991 Liliana Rivera Garza, es asesinada por su pareja. Es la hermana de la autora. En realidad, ella lo acababa de dejar con él, y este hombre, que no aceptaba ese hecho decidió que la vida de Liliana o era junto a él, o no sería. 29 años después ese hombre aún no ha pagado su crimen. Esta obra porta consigo esa queja.

Es una obra de duelo.

El libro es una reconstrucción. La de todo el proceso de Cristina Rivera Garza por hacerse con toda la documentación, testificales y datos posibles relacionados con el asesinato de su hermana ¿El objetivo? Hacerle justicia aunque ya hayan pasado tres décadas. Vamos a acompañar a la autora en este recorrido detectivesco y emocional. Hay mucho que aprender en su evolución.

Estilo

Antes de pasar al trasfondo, me detengo en el estilo. Las anáforas son recurrentes. Las descripciones de la naturaleza, los colores, luces y sombras de la ciudad, comidas, olores, espacios y lugares son profusamente detallados. La autora quiere sumergirnos en el relato de sus vivencias y en la ambientación encuentran asilo.

No se usa el estilo directo. Hay diálogos, pero son narrados sin separar del párrafo, acotados por verbos dicendi y sin más concesiones. Claro, esto es un relato en primera persona, y la autora parece querer centrarse en su itinerario emocional, investigador y social. El diálogo es más accesorio a su propósito. Yo creo que el texto habría respirado un poco más, pero mi opinión es irrelevante y el libro está más que bien resuelto a la hora de contar su proyecto.

Trasfondo

Reseña de El invencible verano de Liliana

La autora está contando la historia de su hermana. Pero también está haciendo un retrato de la evolución de la violencia de género en México. Desde los tribunales hasta la calle más mundana.

Y su pensamiento al respecto fluye sin cesar. Los pilares de su propuesta activista, así se pueden condensar:

  • Urge dejar de culpabilizar a la víctima en casos de violencia de género
  • Hay que crear toda una terminología, a imitación de la voz jurídica feminicidio, porque es importante llamar a las cosas por su nombre para poder identificar el problema. Solo podemos resolver los problemas que podemos designar. Es importante salir del anatema.
  • Los asesinos feminicidas, no matan a la primera tentativa. Hay señales previas. Se pueden registrar e interpretar. Contar con la educación emocional necesaria y la terminología que ayuda a dar forma a esa intuición, pueden salvar la vida.

Tenemos que entender la novela. En 2024 manejamos conceptos que no existían en 1990. Si hubieran existido, plantea la autora, se habría podido evitar. O no. Pero la probabilidad habría estado ahí. La oportunidad perdida hace que la escritora se duela.

Liliana es coautora del texto. Me hago entender: Cristina Rivera Garza indaga en los archivos de su hermana: diarios, cartas, notas en el margen de sus libros… Esto aporta mucho volumen al libro. Lees mucho directamente salido de la mano de Liliana, que sirve para darle a la historia contexto.

Cristina no ha idealizado a Liliana. La ve como tiene que ser: compleja. Luminosa, pero con alguna sombra. Una chica estupenda, pero también ciega ante las señales. No presenta un ser perfecto, sino a su hermana.

Se muestra México como un país difícil. De burocracia lenta, de policía poco fiable (la de los años 90’) y de escasa seguridad ciudadana. En cuanto a descripción de la realidad de su país, no podemos negar que es una novela fértil.

No fue sencillo reunir los testimonios:

«Discúlpeme, me contestó sinceramente apenado. Pero han pasado tantas cosas por aquí. Los secuestros, ya sabe. Las matazones. Uno ya no da su nombre así como así.»

En el episodio V se añaden nuevas voces. Rivera Garza cede el testigo de la narración en primera persona a compañeras y amigos de Liliana durante su estancia en la UAM como estudiante. Recuerdos de compañerismo, en su mayoría dulces.

La más interesante puede ser Laura Rosales. Se trata de una amiga de Liliana, de las primeras que hizo en su vida universitaria. Laura proporciona apuntes de la personalidad y la vida que corría Liliana en aquellos años. La segunda vez que toma la palabra ya empieza a contar episodios que son testimonios de maltrato por parte del chico con el que mantenía una relación tóxica y viciada de un concepto equivocado de pareja. La chica era víctima de sus perversidades y sus agresiones.

Estos amigos cuentan lo más interesante. Te descubren a la persona, para que puedas saber quién era aquella a la que mataron. Cómo era, cómo pensaba, cómo se relacionaba. Y te la cuentan con sinceridad, lo bueno y lo malo, sin caer en una mistificación pedante.

Dicen que era una lideresa. Una persona con magnetismo. Divertida, bonita, cercana y honesta. Varios chavales, ahora señores, se reconocen enamorados de ella. Pero cuando toca, también la tachan de cábula:

Mx. Persona que actúa malintencionadamente a fin de perjudicar a otra o burlarse de ella.

El acierto de este libro: no beatificar a la víctima. Presentarla como una chica normal, con un potencial estupendo para una vida genial, pero con la mala suerte de dar con una mala persona en su camino en su época última.

«De lejos, era difícil distinguir lo que la atormentaba por dentro».

Siempre, ante una víctima de violencia nos tienta el opinar. A veces, el recriminar: pero cómo no hiciste esto; por qué no actuaste de esta manera; debiste actuar como te digo; a quién se le ocurre… Es muy fácil decir cómo se tiene que tirar el penalti. Cosa bien distinta es patearlo tú y acertar.

Liliana tuvo un comportamiento errático. Eso se desprende de los testimonios de sus amigos. Si no supiéramos por lo que estaba pasando, diríamos que es una mala persona, que va y viene, que da esperanzas y desplantes constantemente, que aparece y desaparece. Pero sus amigos, adivinaban un padecer interior y suponían que se debía a ese novio, ex novio o amigo pugnaz que aparecía para controlarla. Intuían un mundo caótico.

Querían ayudar pero no fue fácil hacerlo. El silencio de la víctima es el mayor activo del violento. La sociedad, para proteger, necesita que la víctima dé el primer paso. Esto hay que difundirlo.

El libro tiene una parte, llamémosle true crime. Para mí es sobrecogedora. Recordemos a Truman Capote con A sangre fría. Aquí también hay una descripción minuciosa de la escena del crimen (y hasta aquí todas las similitudes con la obra de Capote), pero en esta ocasión tiene algo que encrespa el vello: la autora es la hermana de la víctima. Reconstruir así la escena, el cadáver y sus manifestaciones, las secuelas, la posible secuencia de los hechos… ¡qué castigo!

Otras lecturas a las que te lleva este libro

Milena escrito por Margarete Buber-Neumann. Milena es la mujer de Franz Kafka y Margarete la autora, coincidieron en Aushwitz y en la novela cuenta cómo era su vida allí.

No visible bruises. Rachel Louise Snyder. Es un estudio sobre la violencia de género donde asienta verdades como que el feminicida no asesina en el primer acto violento, sino que se manifiestan rasgos previos, como en escalada. Por tanto podemos acceder a una detección temprana. El título, que podemos traducir como «Sin moretones visibles» nos dice que hay pistas manifiestas que no son tan obvias como un moretón. El aislamiento de la víctima, la pérdida de autoestima, etc. También apunta que el momento de mayor amenaza —siempre estadísticamente hablando— es en los tres meses inmediatamente posteriores a que el criminal cobre conciencia de que la mujer le ha dejado para siempre. Este trabajo se alude constantemente a lo largo del libro de Rivera Garza, en casi todos sus compases.

Mi conclusión: un libro excelente

Ojalá calara hondo la lectura de este libro. Ojalá consiguiéramos que nuestras jóvenes entendieran que a la pareja se la elige y se la somete a una evaluación antes de avanzar en un compromiso más serio. Eso es el noviazgo y aquello en lo que debemos emplearlo, en lugar de —como la sociedad moderna nos quiere hacer creer— aprender a dominar complejas y estúpidas coreografías que la madurez nos constatará que las conocemos por puro instinto. Ojalá esta frase de la autora se convierta en faro de nuestras jóvenes:

«porque la destrucción y el desencanto no son un romanticismo ardiente sino un romanticismo asesino»

Mucho para reflexionar en este trabajo. Me quedo con el dolor de la familia, del entorno: ¿por qué la chica no confío su problema a nadie? No se dice aquí pero yo supongo que por miedo, no ya al maltratador, sino al juicio social. Miedo a que te responsabilicen con o sin razón (esto no importa) antes que intentar ayudarte. ¿Por qué no miramos el sufrimiento y ayudamos sin más? ¿Por qué tenemos que sacar a pasear siempre los consejos, los opiniones y las moralinas que nadie nos está pidiendo en lugar de la ayuda que sí nos están suplicando? Puede que por eso, algunas víctimas de violencia de género, de bulliyng y de tantas otras cosas, se abstengan de hablar y se hundan sin remedio en un pozo cada vez más abajo.

Fantástico libro.

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Alvaro

Con el tiempo y el acúmulo nuevas lecturas, se va olvidando lo que vamos leyendo. Me parece que escribir sobre ello me ayudará a recordar mejor cada pequeña o gran historia que lea. Si de paso las pongo en común contigo y te puedo animar a leer o no un libro, me parece más útil que unas notas guardadas en un cajón como un ermitaño de tinta. De qué va y qué me ha parecido, sin más vuelo ni pretensiones. No son reseñas de entendido, sino de lector a lector.

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