El hombre sin rostro, de Luis Manuel Ruiz

El hombre sin rostro
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El hombre sin rostro, escrito por Luis Manuel Ruiz en el año 2014. Editorial Libros y literatura con extensión de 246 páginas.

Me sumerjo en esta lectura de Libros y literatura. Se trata de la novela “El hombre sin rostro“, como ya he dicho, escrita por el autor sevillano Luis Manuel Ruiz en 2014.

Novela ambientada en el Madrid de 1908. Estamos por tanto en esa España canovista del turno pacífico entre conservadores y liberales, que no podía contener ya las fuertes tensiones sociales que se vivían.

Empieza con la muerte de un profesor de biología. Lo vemos huir de alguien en un museo de historia natural. Le cae encima el esqueleto de un dinosaurio, que al parecer tiene el peso suficiente como para aplastarlo.

A partir de aquí nos vamos con Elías Arce. Se trata de un periodista, llegado de provincias, cuya madre cree que se está labrando un porvenir en Madrid, a los pechos de un notario de renombre.

Elías intuye que el muerto del museo será su espaldarazo. En esta peripecia se cruza con el profesor Fo, amigo del cadáver y su hija Irene, un pibón del que queda prendado. Irene, de inteligencia proverbial, le anticipa que no cree que la muerte del científico haya sido accidental y menciona otras acaecidas y vaticina otras.

El hombre sin rostro

En sus pesquisas, descubrirán nuevos crímenes sin esclarecer. Iremos conociendo un asesino que adopta el rostro de sus víctimas. Al parecer todo procede de un experimento militar secreto, por el cual —y extrayendo material genético de un molusco capacitado para adoptar la apariencia de otros seres— se puede dotar a seres humanos de dicha facultad especular. Esto se hace coincidir con el periodo en que España anda inmersa en guerras que le hacen perder colonias aquí y allá y de ahí la necesidad de que se sumerja en una carrera armamentística y militar y aparezcan experimentos como el que da vida a esta narración.

La novela hace acompañar a la cuadrilla responsable del proyecto. Uno por uno van siendo amenazados o algo más, por el asesino que se oculta bajo ellos mismos.

¿Quién es? ¿Por qué están matando a estas víctimas? ¿Qué interés hay detrás?

Leer este libro es darse a resolver estas cuestiones.

Personajes

Los personajes están bien presentados. Especialmente el de Elías Arce. No hay una profundidad psicológica mayor —creo que no es el propósito del libro—, pero uno al menos se hace una idea de las motivaciones, los objetivos y la historia que hace que el personaje tenga las reacciones que tiene, lo cual lo hace vivo y creíble.

Elías Arce, único personaje importante de las primeras setenta páginas. Después conocemos a Irene Fo, que es una mujer fuerte (boxeadora), desinhibida hasta para el actual 2023, y de una inteligencia fuera de lo común. Nada que ver con los personajes mojigatos que suelen atribuirse al género femenino en novelas ambientadas en tales años. La rodea un aire enigmático que genera misterio pero a la par, plantea dudas acerca de su identidad o personalidad.

Creo que Elías Arce si está muy definido. Pusilánime, perseverante, desangelado, falto de confianza, mojigato, débil…

Los demás están más desdibujados. Tanto Irene como su padre. De ellos se incide mucho en su coeficiente intelectual por aquí, su genialidad por allá, su brillantez esto, su excelencia lo otro… pero poco más sabemos. Supongo que sea por mantenerlos como personajes enigmáticos y que no pierdan su duende con descripciones más vernáculas.

Por lo que sea, se me quedan un poco deslavazados. Pero ya hemos dicho que es una novela de trama, donde lo importante es lo que acontece, no la psique de cada personaje.

Estilo

El estilo es ágil. Bien es cierto que es un autor que utiliza —al menos en esta novela— el estilo narrativo indirecto de forma muy mayoritaria. Los diálogos no son omnipresentes, como en ciertas novelas concebidas para el constante alivio del público más perezoso, que necesita de diálogos continuos para ver pasar páginas a un ritmo lo suficientemente rápido como para crearle la ficción de que es un gran lector.

Pero a pesar de ello, la novela consigue ritmo estilístico.

Su prosa tiene una vocación estética evidente. No cae en el adorno barroco pero utiliza una variedad léxica muy bonita y no se conforma con decir las cosas de cualquier manera, sino que se aprecia una intención de contarlo con ánimo embellecedor.

El texto tiene efluvios que me evocan otras historias. Posee algo de Jekyll y Hyde. Algo de “El misterioso caso del Sr. Pelham”. Un cierto aire a novela victoriana a la española, donde hasta las relaciones amorosas entre los personajes quedan en el recato romántico y jamás desembocan en la escena lúbrica e imperdonable en cualquier novela actual que tenga anhelos de vender. Un texto sobrio y bien trabajado como antes, por momentos me recuerda a Gastón Leroux, pero adaptado al gusto del siglo XXI, excepto como ya se ha dicho, de los más calentorros. Para vosotros está Internet.

Estructura

Es una novela muy sencilla estructuralmente. No recurre a analepsis, sino que la trama sigue su evolución sin romper la línea temporal de los hechos.

Los capítulos son breves. Es una novela comercial en un sentido de trama y esquema. Divide en veintinueve episodios un texto de doscientas cuarenta y cinco páginas. Con esto hablamos de muchos escenarios, muchas situaciones o secuencias. Es decir, una novela con mucha acción y en la que el lector no tendrá reparo en lanzarse a otro capítulo porque en apenas cinco minutos lo habrá terminado.

La edición merece comentario. Es un libro en pasta blanda con solapas. El diseño es realmente muy bonito y juega con elementos ilustrativos muy logrados. Todo intenta conjugar un aire decimonónico para aproximarse a la fecha (1908) en que se ambienta el libro. Todos los capítulos principian con unas letras ornamentales y una greca.

El diseño es como el texto. Como la ambientación. Luis Manuel Ruiz ha creado en 2014 una novela que parece concebida en 1900, y la editorial ha imprimido en 2022 un libro totalmente moderno cuyo diseño le hace parecer hijo de aquella España decadente, derrotada y señorona que abrió el siglo XX con más dudas que certezas. Un trabajo muy acertado, un libro coherente, moderno y clásico a la vez, que sin ser trascendental —es una novela de acción y trama— es muy agradable de leer.

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Alvaro

Con el tiempo y el acúmulo nuevas lecturas, se va olvidando lo que vamos leyendo. Me parece que escribir sobre ello me ayudará a recordar mejor cada pequeña o gran historia que lea. Si de paso las pongo en común contigo y te puedo animar a leer o no un libro, me parece más útil que unas notas guardadas en un cajón como un ermitaño de tinta. De qué va y qué me ha parecido, sin más vuelo ni pretensiones. No son reseñas de entendido, sino de lector a lector.

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