Insepulto, una novela escrita en 2021 por Óscar Lamela Méndez y editada por Libros Indie. Tiene una extensión de 433 páginas. El ejemplar que yo reseño te lo dejo en este enlace.
Un libro escrito por un carpintero gaditano. Un buen libro, si lo juzgamos como lo que es: entretenimiento tras una trama bien tejida. Literatura entretenimiento. Dispara a mayorías.
Trata de un asesino en serie en la Inglaterra victoriana. Antes de empezar, te da una relación de personajes. Una lista de no menos de cuatro páginas, que por su extensión deberían ordenarse por orden de aparición en la historia, para mayor eficacia.
Un diseño llamativo. Libro de bolsillo, grandullón. Pero con un diseño diferente. A ver qué nos depara esta historia de extensión media.
Caserón señorial decimonónico. Inglés, para más señas. Duelo, luto, congoja. Una joven madre, llora a su marido, Harry Bent, un escritor que ha sido hallado cadáver a la orilla del río.
Al abrir el ataúd, no está el cuerpo del occiso. A males mayores, la hija pequeña, apenas un bebé, de ambos dos, —finado y viuda— aparece dentro del féretro, llorando asustada entre el tétrico acolchado sarcófago.
Ya tenemos la novela servida. Quién, por qué y cómo ha matado a Harry, quién, por qué y cómo ha robado su cuerpo. Quién, cómo y por qué han metido a la niña en el cajón mortuorio. Por planteamiento, es una novela Who did It? al más puro estilo de Agatha Christie.
Temas de fondo
Según avanza la historia, Lamela enseña contexto. Estamos en una Inglaterra de acentuados desniveles sociales. Los ricos son cuasi emperadores, los pobres, viven en una libertad aparente, puesto que son esclavos de sus puestos de trabajo en las minas, la siderurgia y otros focos de desarrollismo aparejados al ferrocarril, en un Londres que crece a pasos agigantados, con los adinerados en pleno proceso de gentrificación de la City y los suburbios acogiendo a una creciente multitud de miserables, Victor Hugo dixit.
Es la Inglaterra de Dickens. La de la Reina Victoria, la de la aristocracia sin pedigrí y la depravación sexual y moral bajo una capa de afectada respetabilidad.
Dudo que el retrato social sea la aspiración del libro. Sin embargo, hay que resaltar que el paso del ferrocarril al incipiente automóvil juega parte importante de la trama que enfrenta a dos magnates del Londres decimonónico. Los negocios asentados sobre el carbón, veían en el automóvil —con temor, y con acierto—, una amenaza clara a su posición e intereses.
Vemos los pecados de la revolución industrial. En especial, la explotación infantil, un tema que está muy presente en la novela. Se menciona, se refleja y también forma parte de la trama. Es un símbolo de la avaricia y la codicia más puras. Explotar niños por el mero hecho de que se les puede exprimir en aras de una rentabilidad. Es una cosa demoníaca que viene bien introducir en un libro actual. Siendo una vergüenza para el siglo XIX, lo es aun más para el tiempo presente, donde tantos niños son explotados, tal vez no en tu ciudad o en la mía, pero sabemos que en confines remotos, para concentrar más capital, incluso, en manos de propietarios de marcas que nos visten o nos prestan otros servicios.
La Londres imperial, rica e hipócrita de la Reina Victoria:
El escritor que muere está escribiendo una novela. Cuando te la desgrana, te das cuenta que es justo como la que tú estás leyendo. Un guiño que me ha gustado. La propia novela dentro de la que tú mismo estás leyendo. Esto es un concepto muy moderno y fresco.
Estilo
Pensada para el gran público. De lectura fácil. Agradable. Con ritmo. Para mí es comercial —no tiene nada peyorativo— porque es una novela que puede leer y gustar a todo el mundo. No exige de grandes premisas o indagaciones para completar su lectura. No hay que hacer descansos, porque su erudición o su profundidad no exigen altas dosis de concentración.
Me llaman la atención dos aspectos:
- Utiliza expresiones en inglés sin traducir. What?, What a Fuck? (Los americanos dicen What the Fuck), Sorry, Really? Shit! Go fly a kite! Damn It!; Who on earth?!; … No sé si para ambientar más, guiñar al lector del siglo XXI o recordarnos que estamos en Inglaterra. Pero resulta bien, le da una nota de color al texto.
- Capítulos enteros en cursiva. Es cierto que son relatos del pasado que el personaje está trayendo al presente, pero tal vez haya formas menos dióptricas de incorporarlos a la edición final.
Hay cosas muy llamativas, como las alusiones al espectador. Esa costumbre decimonónica de interpelar el narrador al lector. Esto choca con otros acentos de modernidad que ya hemos comentado más arriba. Peculiar. Un ejemplo:
Esto puede ser arcaizante o genial. Si es un uso no intencional, resulta un poco ajeno a una concepción más moderna de la narratología. Pero claro, bien puede ser un guiño de Lamela Méndez a las novelas propias de la época en la que ambienta su trama, y si es así, resulta muy colorista y apropiado. Ambientar la trama no sólo con el contexto sino incluso con el estilo narrativo. Démosle ese margen y reconozcamos que visto así, es un truco muy bueno.
Estructura
La novela empieza con un spoiler. Harry Bent está muerto. Lo han matado. Desde aquí empieza una constante analepsis para ir cogiendo piezas del puzzle que nos habrá de desvelar al final, quién y por qué.
Se utiliza un esquema de capítulo breve. Uso frecuente del estilo directo. Los personajes, en muchas ocasiones, asumen la voz narrativa —que va pasando de unos a otros— la mayor parte del tiempo. Todo esto es muy dinámico y hace que la lectura sea de vía rápida.
A partir de asentada la trama, una procesión de personajes. A capítulo por barba. Vas conociendo cada uno un poco más, avanzando donde lo dejaste la última vez. ¿Es una novela psicológica? No. Para nada. No hay flujos de conciencia apenas. Lo que vas ampliando de cada personaje siempre está motivado a empujar el relato, no a sumergirse en la psique de cada personaje.
Los capítulos siempre tienen nombre de personaje. Esto lo agradece el lector —porque te ubica— en este planteamiento de novela coral, polifónica y donde todos los personajes son protagonistas o donde, más bien, la trama es el único protagonista.
Los personajes
Resultan en contradicciones. Esto me parece esencial porque las personas reales son contradictorias.
No hay grandes fronteras entre protagonistas y actantes. Al menos, no muy marcadas. Es una novela que parte de otorgar a muchos personajes un peso similar en la historia. Esto está muy bien, pero exige una capacidad de profundizar en cada personaje, mucho más precisa, ya que no hay mucho donde explayarse con cada uno. En esto el libro es meritorio.
Lo mejor de este libro:
La trama. La historia se impone por encima de cualquier otro valor literario en esta obra.
«Insepulto» es el trabajo de un contador de historias. Una tragedia familiar que involucra a muchos personajes en una carambola imposible, con un cierto guiño sobrenatural. Un texto donde la ambientación en el Londres victoriano le da esa aura oscura, gótica y tenebrista que pide una historia tan llena de odio y crimen.
La edición
Libro de bolsillo. Diseño llamativo, formato bastante cómodo. La portada capta muy bien el alma noctámbula y atormentada de la novela. La corrección textual necesita revisión, pues desmerece un poco el resultado final a base de erratas menores que en una segunda edición estarán pulidas.