- Ese verano a oscuras
- 2019
- Mariana Enríquez
- Extensión: 72 páginas.
- Editorial Páginas de Espuma
Esta es la historia de dos chicas adolescentes. Viven en Argentina en 1989, leen de noche a la luz de las velas —el suministro eléctrico se interrumpía de noche, tal era la pobreza energética del país—, y su mayor preocupación es saber si en Argentina existen asesinos en serie contemporáneos, vivos: presentes.
Sí, los dictadores, dice la madre de la protagonista.
Estudian la flor y nata del crimen seriado. Ted Bundy, Richard Ramírez, Ed Gein… A los quince años, la oscuridad de estos asesinos las ha cautivado.

No hablan de ellos con miedo, sino con cierta admiración. A las niñas les llama la atención descubrir ese lado oscuro del alma humana y los padres miran con desagrado su curiosidad, pues ellos han vivido no mucho antes una dictadura que les dejó saciados de horror para mucho tiempo. Insistentemente sancionan su afición.
Las chicas consumen marihuana y pierden el tiempo en naderías.
«No había mucho más que hacer ese verano».
Un cuento sobre la adolescencia. A la edad en la que el pequeño crece, descubre su cuerpo en un mal momento, feo, voz horrible, acné, etc. y la sexualidad. Las chicas de este relato corto van a descubrir también la muerte. Muy cerca, lo bastante para tomar conciencia.
Reseña
Nos habla Mariana Enríquez de la Argentina de 1989. Lo hace por boca de una chica de quince años, que nos cuenta cómo era aquel verano en ese país. Carestía, incertidumbre, pobreza. Un país hundido en la hiperinflación, en la pobreza energética —la luz se cortaba durante horas—, los jóvenes sin oportunidades, los padres de familia desesperados por emigrar a Europa. Un país en el que, ya sobre mojado, llueve.
Aquel verano del Carlos Menem triunfador. El estío en el que el 8 de julio, de manera precipitada había asumido el poder de manos de un Alfonsín que parecía decir, «toma esto, pibe, y buena suerte». Un panorama desolador.
Inflación, incertidumbre, malas decisiones políticas, crisis energética, sobreendeudamiento. Hay coincidencias con la España de 2024, a qué negarlo. La Argentina de Enríquez es siempre un país ceniciento.
Recuerda la autora un país muy cuesta abajo. La gente, relata, ponía velas, inciensos, toda suerte de ofrendas votivas a los Santos y las Vírgenes rogándoles un milagro: trabajo.
Me parece un buen relato. Una vez más me deja Enríquez buenas sensaciones. Una escritora de terror que es a un tiempo una cronista de la Argentina de sus días. No hay terror como vivir en un país desorganizado, parece decirnos. En sus obras mezcla la fantasmagoría con la realidad, siendo no pocas veces la segunda más capaz de acojonar que la primera. Aquí no hay fantasmas, sino crímenes reales, pero las visiones y alucinaciones de una joven fumeta impresionada por la cercanía con que ha mirado la muerte, tal vez sí lo sean. Pero he aquí el dato:
Cuando tienes miedo, la causa puede ser real o imaginaria. Sin embargo, el miedo es real siempre. Y cuando tienes miedo, tu naturaleza te exige huir. Irte a otra parte, a otro lugar. Si eres pobre, si vives en un país falto de oportunidades, corrupto, donde no se puede fiar ni de la policía, etc. entonces no puedes huir. Estás condenado a cocinarte en tu propio miedo, pues para ti no hay escapatoria.
Peor que el miedo, es no poder huir de él.
Mariana Enríquez juega este juego a la perfección. No es fácil y además es original y único. Es una cronista social de su Argentina, desde la ficción. Su novedad radical es que dentro de esa ficción, no se detiene en la novela social o ni siquiera en la realista, que son los cauces mas habituales a este fin. Escribe terror y lo hace desbordando imaginación y buen hacer. Y si miras al fondo, leerás su profunda reflexión.
Magnífica escritora.