“La riada” es el comienzo de la saga Blackwater. Popularísima. Seguro que te has cruzado mil veces con esos libros que parecen una botella de Chivas. En realidad, Blackwater no es una saga, ni un ciclo narrativo, ni un universo literario, ni ninguna pijada por el estilo. Es una única pieza que en vez de publicarse de golpe, apareció publicada en 1983 —a instancias de su autor—, en seis entregas mensuales consecutivas. Como los folletines decimonónicos. Pero bueno, si la queremos considerar saga, forzado, pero vale:
¿Qué hace a Blackwater una saga?
- Múltiples volúmenes: La historia se desarrolla a lo largo de varios libros, creando una narrativa extensa y detallada.
- Personajes recurrentes: Los mismos personajes, como la familia Caskey, aparecen en cada libro, permitiendo al lector conocerlos en profundidad y seguir su evolución a lo largo del tiempo.
- Historia interconectada: Cada libro construye sobre los eventos anteriores, creando una trama compleja y entrelazada.
- Amplio período de tiempo: La saga abarca un amplio arco temporal, mostrando cómo la familia y la sociedad cambian con el paso del tiempo, con pronunciados arcos dramáticos, personajes que conocemos en distintas etapas de la vida…
- La riada. Blackwater I
- Michael McDowell
- 1983
- Blackie Books
El estilo del siglo XIX, triunfando en el XX.

En el siglo XXI se le ha encontrado todo su potencial: lo que puede ser una novela de bolsillo voluminosa, para vender en una encuadernación modesta entre 20 y 25 euros, se vende a 60 en un pack de 6 tomos, arguyendo que fue así como lo quiso el autor. Y es cierto. Muy convenientemente cierto.
Michael McDowell (1950-1999) fue un narrador extraordinario, con una imaginación que parecía no tener fin. Su obra recuerda a la de grandes nombres como Balzac o Dumas, no solo por su talento, sino también por su deseo de conectar con el público masivo. Mientras los autores del siglo XIX usaban el folletín como medio, McDowell aprovechó el formato más accesible de su época: el libro de bolsillo. Además de novelista, fue un guionista excepcional, conocido por su trabajo con Tim Burton en películas como Beetlejuice y Pesadilla antes de Navidad, y por un episodio de Alfred Hitchcock presenta. Stephen King llegó a definirlo como el mejor escritor de literatura popular. Aunque su carrera se truncó por su muerte temprana a causa del VIH, dejó un legado impresionante de novelas históricas, policíacas y de terror gótico, muchas firmadas bajo seudónimo.
Sin embargo, su obra maestra llegó en 1983: la saga Blackwater. McDowell no solo creó una historia inolvidable, sino que fue muy claro con la forma en que debía publicarse. Quería que saliera en seis entregas, con una cadencia precisa de una por mes, recreando así la emoción del folletín clásico. La apuesta fue todo un éxito y convirtió Blackwater en un fenómeno editorial que sigue fascinando décadas después.
Michael McDowell murió joven, a los 49 años. Falleció el 27 de diciembre de 1999 debido a complicaciones derivadas del VIH/sida, enfermedad que le fue diagnosticada en la década de 1990. En el contexto de su tiempo, su fallecimiento fue una pérdida significativa, no solo por su talento como escritor, sino también porque había logrado establecerse como una voz única en el horror literario y cinematográfico.
A pesar de su temprana muerte, McDowell dejó un legado duradero, tanto en sus novelas como en su trabajo en guiones icónicos. Sus escritos han ganado reconocimiento póstumo, y su enfoque en las dinámicas familiares, los paisajes sureños y lo sobrenatural sigue influyendo en otros escritores del género.
Un tipo peculiar. Alguien a quien no le importaba catalogarse como un autor comercial. Sin embargo fraguó como escritor con voz propia, estilo atmosférico, intuición narrativa y acierto en la construcción de tramas atractivas.
El altavoz de Stephen King
Stephen King es un autor inconmensurable. Del mismo modo, es un lector de anchura. Lee mucho y recomienda bien. No hay crítico literario en el planeta que se acerque en su repercusión a lo que significa que King te refiera positivamente en sus redes sociales.
Y McDowell es un autor de su preferencia:
«el mejor escritor de originales de literatura popular de USA»
De hecho, la relación de King y McDowell va más allá de la simple admiración:
De McDowell existía una pieza inacabada: “Candles Burning”. Se encargó su culminación a Thabita King, esposa del genio de Maine y se publicó en 2006 con gran aceptación.

La forma de publicación por entregas que planteó McDowell para Blackwater, fue copiada por King para “La milla verde”. Apareció en seis tomos bajo el título “El pasillo de la muerte”. Idéntico a lo que hoy compramos todos en ese precioso estuche que Blackie Books ha diseñado con tanto éxito.
“La milla verde” se puede comprar en un único tomo. Esto se dio sobre todo a partir del éxito de la adaptación cinematográfica. En librerías de lance se puede conseguir todavía —yo lo hice— la entrega original en seis encuadernaciones.
De qué trata “La riada”
Alabama, 1919. Las aguas embravecidas del río Blackwater arrasan con todo a su paso, dejando al pueblo de Perdido sumido en el caos. Los Caskey, una familia de terratenientes que lo controla todo, intentan reconstruir sus negocios en los aserraderos y mantener su posición social.
Pero las sombras del pasado y las fuerzas oscuras que acechan en las profundidades del río traen cambios a sus vidas.
De manera inexplicable en medio de la riada aparece en el pueblo Elinor Dammert, una mujer envuelta en un halo de misterio, que agita las aguas estancadas de Perdido y desata una cadena de eventos que nadie podrá prever. ¿Qué esconde Elinor? ¿Y qué secretos oculta la familia Caskey? ¿Quién es esa mujer tan enigmática y con ciertas capacidades inexplicables?
Novelas con mucho más de lo que parece
El boom que de repente se ha desatado puede confundirnos. Una obra comercial y nada más, podrías pensar. No. Es una novela —conjunto de novelas— con muchas capas de lectura bajo la superficial.
Lo mejor de esta novela es su simbolismo. Es de una potencia total. El río Blackwater —todo comienza con una riada producida por este y el Perdido— es un trasunto de todas aquellas cosas, —fuerzas y contingencias— que escapan del control del Ser Humano y que condicionan o cambian drásticamente sus vidas.
El destino. El azar. Podemos moldearlo con nuestras acciones, pero no podemos determinar ni controlar todo lo que nos va a pasar. Somos reos permanentes de la amenaza de lo que es contingente.
La historia completa, no solo este primer libro, habla de los secretos ¿Qué relación simbólica guardan con los ríos y las inundaciones?
Las aguas negras son aguas estancadas. Blackwater significa agua negra. En Perdido, familias aparentemente respetables, sureñas y tradicionales, ocultan secretos. Son como criaturas que duermen ocultas bajo el lodo. Las riadas remueven las aguas estancadas. Arrastran fuera lo que está oculto en el lecho y al hacerlo rompen el mundo ordenado y aparente que existía.
Nada hay oculto que no llegue a saberse.
Estilo
Esto no es terror al uso. Es más un folk terror de ambiente sureño estadounidense. Estás leyendo un folletín, una saga familiar sureña rollo Faulkner y de repente te encuentras una escena que podría firmar Stephen King. Es novela realista y sobrenatural a la vez.
Fácil. Ligero. Te vas metiendo con facilidad. No plantea ideas difíciles, no construye abstrusos esquemas filosóficos; no usa frases largas ni palabras poco conocidas.
Si le tengo que poner un pero es en la descripción de los personajes. Echo en falta una mejor prosopografía. Me imagino perfectamente el pueblo, la riada, la situación… pero no tengo unos rasgos medianamente físicos de los personajes.
La sociedad sureña
Un tema del máximo interés del autor: la sociedad en que se ha criado y vive. Alabama. El sur de los Estados Unidos 🇺🇸.
Una sociedad marcadamente dual. Ricos y pobres. Señores y esclavos. Blancos y negros. Mandamases y recaderos. Dos ríos de distinto cauce cuyas confluencias son siempre causa de choques y violentos torbellinos sociales.
En la novela hay dos ríos. El Perdido y el Blackwater. Uno de agua roja y otro de agua negra. En su punto de encuentro generan una corriente letal para muchos nadadores.
Paralelismo simbólico entre los ríos y los estratos sociales. Elinor Dammert es el personaje clave. La única capaz de superar el remolino entre las dos aguas sin ahogarse. La única que puede situarse entre ambos estratos sociales, dando mal augurio a los pobres y socavando el bienestar despreocupado de los ricos. La única que vive entre blancos y conquista el corazón de los negros.
A lo sobrenatural para explicar lo natural
La novela es un pulso entre dos mujeres. Elinor Dammert y Mary-Love. Elinor tiene en su proceder un componente claramente sobrenatural. Manipula a los hombres del pueblo valiéndose de sus capacidades preternaturales. Con ello, de nuevo por un juego de contraste, el autor nos muestra la manipulación de Mary-Love.
“Mary-Love, en cambio, recurría a la adulación y a estratagemas psicológicas para imponer su voluntad”
McDowell no da un uso estéril a lo sobrenatural. Lo usa así como otros han usado las distopías. Una caricatura exagerada de la realidad que nos hace compararla con ella y darnos cuenta así de cómo funciona. Hay gente que puede manipular y condicionar la voluntad de otros con tanto efecto como si tuviera poderes mágicos.
Mediante lo imposible McDowell te saca de la realidad. Cuando te quitan una cosa, de inmediato tratas de recuperarla. Entonces al querer recuperar esa realidad te obligas a mirarla, y es ahí donde nos damos cuenta de cómo funciona lo que en el cotidiano nos estaba pasando inadvertido.
Ese es el truco del autor. Uno que aquí funciona muy bien. Le da profundidad y brillantez a la novela y la saca de ese prejuicio comercial que muchos le cuelgan.
El sur partido en razas
No se anda con trucos es en el asunto racial:
“A los blancos no les gusta tener delante a una niña negra mientras comen —sentenció Roxie—, a menos que sea para llevarles un plato caliente”
Desnuda el alma sureña de su país. Recordemos que la novela se escribe hace cuarenta y dos años y que el tiempo narrativo es en el primer cuarto del siglo pasado.
A lo largo de la novela, uno de los personajes más poderosos es Elinor, una figura femenina compleja que parece desafiar las normas y estructuras tradicionales. Su poder, tanto sobrenatural como social, puede ser leído como una crítica a los roles de género impuestos en la sociedad del sur de los Estados Unidos, especialmente en el contexto histórico de la novela (década de 1920). Elinor no solo desafía las expectativas de su rol como mujer, sino que también se convierte en una figura que manipula y controla a los demás, lo que abre la puerta a reflexionar sobre las dinámicas de poder, control y sumisión en las relaciones entre los géneros.
En la atmósfera tan lograda, el suspense, el simbolismo y lo entretenida que es, encuentro elementos de sobra para leerla y disfrutarla.
El sur de los Estados Unidos y el racismo es un tema que preocupa a McDowell. El sur de los Estados Unidos es un lugar históricamente marcado por las tensiones raciales y sociales. Aunque “La riada” no aborda directamente el tema del racismo, el contexto en el que se desarrolla, las clases sociales, y las dinámicas de poder entre los personajes pueden ser interpretadas como una representación de las tensiones raciales de la época. El tratamiento de la historia desde una perspectiva de clase y raza puede ofrecer una reflexión sobre cómo las estructuras sociales rígidas afectan las relaciones humanas, el miedo y las decisiones.
Narrativa de tensión psicológica: A menudo se enfoca más en la tensión psicológica que en el horror explícito. El miedo en sus historias no se basa tanto en lo que se ve, sino en lo que se sugiere o se teme. Esto lo convierte en un maestro de la creación de suspense.
La oscuridad del sur de Estados Unidos. Como nativo del sur, McDowell estaba profundamente influenciado por el “sur gótico”, una subcategoría del gótico que se ocupa de los “problemas sociales, raciales y familiares” del sur. Sus historias exploran los secretos familiares, los traumas heredados y las tensiones raciales, con un enfoque en cómo las personas lidian (o no) con sus propios pasados oscuros.
En clave femenina
La riada es una novela sobre mujeres y hombres. Pero resulta innegable que las mujeres tienen un peso en la historia muy superior al de los hombres. Personajes decisivos, con carácter, seguridad y mando en plaza. Sí, McDowell también quiere reflejar el papel de la mujer en el sur de Estados Unidos hacia 1920. Lo notas en frases como:
«las mujeres habían conseguido el voto, y no era impensable que, para cuando Mary-Love terminara de amueblar la casa, hubieran elegido ya a una presidenta de su propio sexo»
Este dato es innecesario a la trama. No se necesita para comprender a los personajes, ni hacer avanzar ningún arco narrativo ni dramático. Es perfectamente prescindible. Sin embargo está, como muchos otros. Es testimonio de que hay un interés del autor por reflejar cómo se repartían los roles de género en el sur más tradicional.
Peca el autor de cierto paternalismo con el lector. En cierto momento, deglute demasiado la idea de los atributos de género que plantea en su novela, como si temiese que el zoquete que la está leyendo no vaya a ser capaz de inferirlo por sí mismo:
«Elinor se parecía mucho a su madre: una mujer de carácter fuerte y dominante, que ejercía el poder de una forma con la que él jamás podría rivalizar. Ese era otro falso mito sobre los hombres: como manejaban el dinero, como podían contratar y despedir a trabajadores y como eran los únicos que llenaban las asambleas y ocupaban cargos de congresistas, todo el mundo creía que tenían poder. Pero las contrataciones y despidos, la compraventa de terrenos y de madera, o el complejo proceso de aprobación de una enmienda constitucional no eran más que fanfarronadas, una mera pantalla para ocultar la verdadera ineptitud vital de los hombres. Controlaban las asambleas legislativas, sí, pero a la hora de la verdad no tenían ningún tipo de control sobre sí mismos. Los hombres no habían analizado bastante sus propias mentes y por eso estaban a merced de pasiones pasajeras. Se dejaban llevar por celos mezquinos y por ruines deseos de venganza con más frecuencia que las mujeres. Como disfrutaban de aquel poder, tan enorme como superficial, los hombres no habían tenido que conocerse a sí mismos, mientras que las mujeres, en su adversidad y su servilismo superficial, se habían visto obligadas a comprender el funcionamiento de su cerebro y sus emociones. Oscar sabía que Mary-Love y Elinor le daban cien vueltas tramando y maquinando, y que siempre conseguían lo que querían. De hecho, todas las mujeres censadas en Perdido, Alabama, conseguían lo que querían. Por supuesto, ningún hombre iba a admitir que su madre, su hermana, su esposa, su hija, su cocinera o cualquier mujer que pasara por la calle podían hacer de él lo que quisieran; de hecho, la mayoría ni siquiera se daba cuenta. Pero Oscar sí. Y, aun a sabiendas de su inferioridad y de su ineptitud, era incapaz de librarse de los grilletes.»
Salvo esos guiños que hacen facilona la lectura, por exceso de explicación, la saga me está pareciendo muy entretenida, y con bastante trasfondo. Se abordan muchos temas sociales, humanos… que o tienen mucha importancia o siguen perfectamente vigentes por su condición universal.
Además, la novela tiene una atmósfera muy envolvente y te puedes dibujar perfectamente en la cabeza una imagen de esa aldea, rodeada por dos ríos que confluyen amenazantes.
Una novela muy simbólica sobre las relaciones humanas. Hay dos mujeres, Elinor y Mary-Love. Hay dos ríos, Blackwater y Perdido. Ambas conviven, fluyen y afluyen la una junto a la otra. Mezclan sus aguas. Esto genera un remolino permanente, pero asumible. Sin embargo en cualquier momento, la situación se puede desbordar y provocar una riada destructiva que lo arrase todo. Lo que vale para los ríos, vale para las dos mujeres de esta novela a dos bandas, que recorre el pulso de ambos temperamentos. Yo, en la atmósfera tan lograda, el suspense, el simbolismo y lo entretenida que es, encuentro elementos de sobra para leerla y disfrutarla.