«Si las cosas fuesen como son» cuando la familia es una cárcel.

Reseña Si las Cosas fuesen como son
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Si las cosas fuesen como son es una novela de Gabriela Escobar Dobrzalovski. Ganadora en 2021 del Premio Onetti. El libro ha sido editado en 2023 por H&O editores, con una extensión de 114 páginas.

Esta novela ganó el premio Onetti en 2021. Un motivo para darle una oportunidad. Una historia corta que tiene —parece— algo de autoficción, muy del gusto literario actual.

Sinopsis oficial

Una ruptura amorosa obliga a la narradora a regresar a la casa de la Tumbona, su madre. Su separación de Julia se vislumbra más llevadera rodeada de plátanos, guayabos y pomelos y con el vaivén de las olas del mar de fondo. Sin embargo, la tensa relación con la Tumbona y los apáticos hermanos convierte pronto el espacio en un tragicómico purgatorio lleno de susurros, crujidos y lirismo macabro. Si las cosas fuesen como son es la primera novela de la uruguaya Gabriela Escobar Dobrzalovski, una obra que le valió el Premio Onetti y de la que el jurado destacó: A través de distintas atmósferas territoriales y en un relato intimista, se construye una protagonista que, buscándose a sí misma, ata y desata una larga genealogía familiar hecha de silencios, fantasmas y almas terribles, ajustando cuentas con una madre brutalmente arrasadora. (…) La sutileza reflexiva, la potencia de las imágenes creadas y por momentos un humor negro finísimo, le otorgan a la novela un tono inusual, a la vez descarnado y poético.”

Reseña Si las Cosas fuesen como son

Reseña

La novela es breve. Muy breve. No sólo por su paginación, sino por una prosa eficaz, rítmica, concisa, siempre en avance. Los capítulos son muchos y no apuran los márgenes. Hay mucho espacio en blanco. Sin embargo, no es una obra escueta: se tocan temas en profundidad —la maternidad tóxica, el lastre de las cadenas familiares, por ejemplo—, y otros muchos de pasada.

Incluso el Uruguay profundo se retrata:

«Por las pupilas les resbala El show de don Francisco, que todavía se transmite, porque a este lugar todo llega después. El pasado de otros países es el futuro del nuestro.»

Cuenta mucho en muy poco. Ese sería un buen modo de explicar este libro.

La protagonista narra en primera persona. Es una chica que acaba de terminar su relación con su novia y —sin otro remedio— tiene que volver a casa con el rabo entre las piernas.

En casa espera su madre. La Tumbona. El gran personaje de la obra. Una mujer corpulenta, violenta, posesiva, tóxica, matriarcal, desocupada, inapetente, rencorosa, fracasada, controladora, ignorante, mostrenca, holgazana, pusilánime, irresponsable, negligente, nihilista, arisca, insensible, antipática, hortera, cutre, insolvente, destartalada y torpe; desconsiderada, arrolladora, zafia, irrespetuosa, desconfiada, glotona, cruel, codiciosa, lenguaraz, neurótica, ascovida, malhadada, ¿incestuosa? Y finalmente imbécil. Lamento la letanía, pero todo eso y más te lo dice la aurora del personaje de La Tumbona.

«Mi madre es la inversión de unos abuelos que no tuvieron lugar en el mundo»

Los hermanos también viven en casa. Marcos y Juan. Son, mitad parásito, mitad víctima. Representan otra forma —la sumisa y resignada— de reaccionar a una presencia materna como la Tumbona. La protagonista vende cigarrillos de fabricación casera a los turistas; Hugo intenta socializar mediante la venta ambulante de limonada; Juan no hace ni amago de vivir fuera del salón de la Tumbona. Es un Jonás que dentro de la ballena, no tiene ningún deseo de salir.

La protagonista me ha gustado. Es una heroína maldita. Ella huye, pone tierra y años —diez— de por medio con la Tumbona, pero fracasa, y vuelve a esa mujer por pura necesidad material —techo y comida— maldiciendo su suerte.

La Tumbona es un agujero negro. Te atrae y te traga. Te incorpora a su mierda de vida. Te engulle e intoxica de su mal karma.

No es difícil adivinar que la protagonista ha quedado demolida. Claro que, como buena pluma, Gabriela Escobar no te lo cuenta, sino que te lo deja ver en el contexto. Te lo muestra, dicen en los talleres de escritura creativa:

«Es mi estrategia: vestirme mal, bañarme poco, parecer nada, autoeliminar la posibilidad de ser incluida.»

¿Se muestra el rechazo social a una lesbiana? Si andas despierto, puede que lo pilles. La protagonista es invitada a una reunión de mujeres de su manzana. De su barrio. Como buena paciente de depresión, acude sin ganas, pero es tras un interrogatorio que nota el rechazo de esas mujeres.

«Una conversación en la que tengo que contestar preguntas formuladas con sed de descarte»

Me encanta el español desnudo de la novela. Estás en Uruguay. Da igual donde la leas: España (como yo), México, Chile, Argentina, Colombia o tantos que compartimos y enriquecemos este idioma. Estás en Uruguay. Una bendición no tenerlo en español neutro ni castellanizado. La autora en su versión original.

También me gusta ese realismo mágico latente. Por ejemplo, hay brujas de barrio que curan la sordera con alas quebradas de avispas, y funciona.

Reseña Si las Cosas fuesen como son

Es un libro rico en temas. Bajo la capa superficial, —la historia de la chica—, subyacen otras muchas. Por ejemplo, nuestra familia protagonista es uno de esos clanes judíos que salieron huyendo de Hitler en el siglo XX y llegaron a Latinoamérica. Esa América que representa como nadie el mestizaje universal, fantásticamente contada por el ensayista mexicano José Vasconcelos Calderón allá por 1925 en su obra «La raza cósmica».

El silencio no es un actor menor en el texto. Se menciona recurrentemente. El silencio, necesario cuando propicia la reflexión, la prudencia o la circunspección. Dañino cuando impide la comunicación. El silencio, verdugo de tantas convivencias.

Y así es este libro de protagonista anónima. Gabriela Escobar no nos deja saber su nombre. Eso le da —cosecha propia, me parece a mí— un plus de universalidad. Si el protagonista no es nadie, puede ser cualquiera. Favorece la imaginación. Un momento… o tal vez después de todo sí que nos lo dice: se llama… No, mejor lee tú mismo y descúbrelo.

Una buena novela de corto aliento. Una novela que nos plantea muchas preguntas:

¿Se puede morir de ser nadie? Decía Jung que la vida no vivida es una enfermedad de la que se puede morir. ¿Podemos romper del todo con el útero materno? No el útero físico, que queda superado en el parto, sino el útero del hogar, el de las costumbres, la forma de ver la vida, el entorno, la mentalidad o el carácter. El lugar social que ocupamos.
Es un libro muy profundo.

Escapar de la familia. Ese tránsito hacia el ser uno mismo. Las cadenas que impone la pertenencia a la familia.

Leer este libro es casi una experiencia pictórica. Igual que cuando ves un cuadro de Toulouse-Lautrec descubres nuevos detalles y significados a medida que pasas tiempo posando la mirada, así sucede con esta lectura, que bajo lo evidente ha velado una gran variedad de significados y lecturas profundas. La familia es otra vez el gran tema. En la infancia, crees en la mascarada de perfección y felicidad, cuando menos de normalidad; pero al crecer se le ven las costuras y para ser has de salir. Aun habiendo sido —no como en la novela— muy feliz, ser tú mismo exige salir del techo matriarcal. La primera impresión se diluye con el paso del tiempo… como en el cuadro de Toulouse-Lautrec.

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Alvaro

Con el tiempo y el acúmulo nuevas lecturas, se va olvidando lo que vamos leyendo. Me parece que escribir sobre ello me ayudará a recordar mejor cada pequeña o gran historia que lea. Si de paso las pongo en común contigo y te puedo animar a leer o no un libro, me parece más útil que unas notas guardadas en un cajón como un ermitaño de tinta. De qué va y qué me ha parecido, sin más vuelo ni pretensiones. No son reseñas de entendido, sino de lector a lector.

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