He leído un libro magistral. De los mejores que leeré en 2025 y estamos en enero. A partir del diario que Marie Curie comenzó tras la muerte de su esposo, Rosa Montero hace una indagación acercad de la superación del dolor, de las relaciones entre hombres y mujeres y de la fuerza salvadora de la literatura.
La ridícula idea de no volver a verte
Rosa Montero
2013
Booket
233 páginas
Te puedo contar que es un libro casi perfecto. De los que el propio escritor cuando lo termina debe decir, «Guau, está genial». Es una biografía, una crónica, una autobiografía, una hagiografía, un ensayo y un poco también una novela. A la vez es todo eso y ninguna de esas cosas. Qué más da: es un libro magnífico que tienes que leer.
De dónde sale este libro
El diario de Curie ya tiene una potencia vital enorme. Eso impulsa este libro al que Rosa Montero da alas para que el conjunto vuele. Por decirlo como le gustaría a la polaca: Curie+Montero=Obra maestra.
Elena Ramírez, editora de Seix Barral. Me proponía que hiciera un prólogo para Únicos , una colección de libritos muy breves. El texto del que quería que hablara era el diario de Marie Curie, una veintena de páginas redactadas a lo largo de doce meses después de la muerte de su marido que falleció a los cuarenta y siete años atropellado por un coche de caballos […] usar su vida como vara de medir para entender la mía.
La obra parte de una fascinación de la autora por la protagonista, pero también, por una identificación con un elemento común entre ambas: la viudedad a edad temprana:
Marie Curie no fue sólo la primera mujer en recibir un premio Nobel y la única en recibir dos, sino también la primera en licenciarse en Ciencias en la Sorbona, la primera en doctorarse en Ciencias en Francia, la primera en tener una cátedra… Fue la primera en tantos frentes que resulta imposible enumerarlos.
«Entro en el salón. Me dicen: «Ha muerto.» ¿Acaso puede una comprender tales palabras? Pierre ha muerto, él, a quien sin embargo había visto marcharse por la mañana, él, a quien esperaba estrechar entre mis brazos esa tarde, ya sólo lo volveré a ver muerto y se acabó, para siempre.»
Diario de Marie Curie.
Excelente “no biografía” o biografía heterodoxa de Marie Curie. Una biografía que no se va a la hagiográfica, que es a lo que se tiende siempre con esta mujer. Al contrario, esta es una propuesta muy realista:
«Menos mal que de cuando en cuando encontré algún detallito miserable con el que la pude humanizar, porque no existe una sola vida sin su cuota de mugre, aunque sea en proporciones pequeñas.»
Notar esa mirada en Rosa Montero anima a leer. Al menos a mí. Me gusta la objetivación del personaje tanto como sea posible. Eso aquí se logra, porque como dice la propia autora: «La vida mancha» (pág. 189).
Recomiendo este libro. Es una pasada. Te encarezco su lectura. Lo tengo muy bien ponderado. Te puedo hablar de lo que se disfruta leyéndolo. Te puedo contar lo entretenido que es; lo variado que resulta; lo profundo que es y lo que invita a pensar. Te puedo exhortar a su lectura, te lo puedo resumir… Pero, por repito, no me pidas que te diga lo que es. Una biografía, una autobiografía, un ensayo filosófico, unas memorias, una divulgación, tal vez una crónica, una colección de relatos… No sé qué es, pero en todas las facetas es brillante. Yo creo que es una terapia: la que hace Rosa Montero tres años después de fallecer “su Pablo”.

Dice Rosa Montero en la página 193:
“No me gusta la narrativa autobiográfica, es decir, no me gusta practicarla.”
Pues permítaseme decir que la borda. Hay gente que adora hacer narrativa autobiográfica y le queda egográfica e insoportable. Rosa Montero, en cambio, la logra hacer muy distraída.
Se disfruta aquí tanto de sus vivencias como de las de Curie. Es más, este libro utiliza a Madame Curie, a Marie Curie más bien, para hablar de lo que ronda la cabeza de Rosa Montero. Es Rosa Montero quien protagoniza este libro, y su Pablo, desde el centro del silencio.
Lo más interesante de este libro no son las peripecias individuales y subjetivas de Marie Curie, sino la reflexión objetivada y universal que de ellas hace Rosa Montero, con profundidad y con belleza literaria.
Al final del texto, un apéndice. El diario de Madame Curie. El que escribió durante el año inmediatamente posterior a la muerte traumática de Pierre Curie. Lo último, justo donde debe estar, pues ahí se puede disfrutar ya sabiendo todo el contexto.
Mensaje de esta obra
¿Qué nos quiere decir Rosa Montero con este libro? Muchas cosas. Habla de lo humano y lo divino, literalmente. Entra en todos los grandes temas: felicidad, amor, pareja, amistad, padres,hijos, trabajo, éxito, sociedad…
Pero creo que una destaca por encima de todas las demás: aprovecha el tiempo y la gente con quien lo compartes. Defiende la autora el valor del presente: valorarlo y ser feliz en ese presente. No depositar nuestra felicidad en la esperanza de algo que conquistaremos en el futuro. Carpe diem. Y ya que lo valores, úsalo bien: en querer y explicitarlo. En decir a las personas que tienes al lado lo mucho que las quieres. Porque —memento mori—, esas personas van a morir, o tal vez tú, pero sea como sea esa convivencia se va a terminar: ¿la queremos desperdiciar en disputas, riñas, silencios, sobreentendidos?
Encontrar la felicidad en lo cotidiano. Ser feliz en el estar presente. Sin añorar, ni esperar. Aprovechar el tiempo con los seres queridos.
Creo que esta es la tesis de esta obra. Más que tesis, creo que es el llamamiento que nos hace.
Libro de fondo
El tema central es la vida misma. A esa gran apuesta, subyace un florilegio de temas a abordados de forma amena y aparentemente desenfadada. Digo aparentemente porque lo cierto es que Rosa Montero hace gala de una hondura especial y de una madurez personal y literaria extraordinarias en cada página.
Es un libro redondo.
¿Cuáles son los temas subyacentes?
La muerte y el duelo.
Dice Rosa Montero que «este no es un libro sobre la muerte». Seguramente no lo es, pero la muerte ocupa la base de todo lo que se reflexiona. Está en el centro.
Y la muerte —que no existe para el que muere—, existe para el vivo en forma de duelo: «somos relicarios de nuestra gente querida».
La mujer y su lucha.
La magnitud profesional de Madame Curie fue una absoluta rareza en una época en la que a las mujeres no les estaba permitido casi nada
Aprovecha la potencia de Curie para reivindicar el papel de la mujer en la ciencia. Hace un repaso de los Nobel que merecieron ganar mujeres que, sin embargo, fueron silenciadas. Aparecen nombres —para mí desconocidos pero suficientemente desambiguados en el libro— como Lise Meitner, Henrietta Swan Leavitt…
«Me pregunto cuántas Manyas se habrán perdido de manera parecida por el camino…»
«Cuántas posibles pintoras, escritoras, ingenieras, inventoras, exploradoras, escultoras, doctoras en medicina, geómetras, geógrafas, astrónomas, historiadoras, antropólogas… ¿Cuántas otras maravillosas mujeres radiactivas no llegaron jamás a poder irradiar?»
Hay que tener en cuenta que, hasta el siglo XX , la mujer apenas tuvo opciones laborales. Las obreras trabajaban el doble y cobraban la mitad que sus maridos;
La pareja, la familia, la maternidad.
Montero repasa la relación entre mujeres y hombres. Desliza pasajes de su vida con su difunto marido entremezclados con pasajes de los Curie, que conocemos por el diario de Madame Curie que dio pie a esta obra y también gracias a la pechada de leer biografías de la genial polaca que se ha dado la autora.
Las reflexiones son muy interesantes. Tal vez los asertos que hace sobre el varón —genérico— son un poco ramplones, aunque pueden tener parte de razón y no se dicen con mala baba. Digamos que ve en el hombre rasgos egocéntricos procedentes del rol cazador cavernario, debilidades, dependencias… que pone en general, con la excepción, claro está, de su Pablo, del que está enamorada hasta las trancas, o dicho en fino: al que ha idealizado.
Salvo estas lagunas, las teorías que propone son sólidas. Interesantes.
Es un libro a corazón abierto. Esto le da un valor soberbio al texto. La autora está desnuda. Para no gustarle la autobiografía, tiene un talento sincero que le da una textura muy especial al libro:
Yo no he tenido hijos, pero no por ese sórdido mandato con que Larkin cierra su poema. De hecho, a veces lamento no haberlos tenido, porque procrear es un paso de la madurez física y psíquica: sólo ese amor absoluto y centelleante que los padres sienten por sus hijos permite superar el egoísmo individual que te hace poner tu propia integridad por encima de todo.
La sociedad y sus brotes puritanos
Si esto es una biografía, es la más heterodoxa de las mil que se han hecho de Marie Curie. Sin embargo, como biógrafa, Rosa Montero es también valiente.
Al morir Pierre Curie, Marie estuvo hundida. No cupo, —no cabe— duda de que estaba profundamente unida a su compañero de laboratorio, vida y alcoba. Cuatro años después de su fallecimiento, Marie Curie se enamoró de Paul Langevin. Paul era un hombre casado. Estamos en pleno inicio del siglo XX. El puritanismo afiló los cuchillos.
«Empezaron a decirse verdaderas barbaridades sobre Marie, entre ellas que la relación con Langevin había empezado mientras Pierre vivía y que por eso el marido se había suicidado arrojándose bajo las ruedas del carro.»
El que esté libre de… Todos lanzaron la piedra a la vez. La duda estaba en quién la tiraba con más maña y quién con más saña, pero lapidación hubo.
Rosa Montero no esconde este pasaje. Es más, lo enseña sin paños calientes. Todo en el mismo tono de confidencia, pues este libro es biografía y autobiografía, y en esto no caben remilgos. Bien por la autora.
Y ya de paso, expone la hipocresía de la sociedad:
Pero cada vez que Marie Curie fue aclamada por su talento en otros países, cuando le dedicaban elogios nunca escuchados antes, entonces inmediatamente se convertía, en los mismos periódicos y con la firma de los mismos periodistas, en la embajadora de Francia , en la pura representación del genio de nuestra raza y en una gloria nacional ».
A veces orgullo, a veces antisemitismo. Así era aquella Francia.
La ciencia y la vocación:
«El descubrimiento del polonio y del radio se hizo, como todo el mundo sabe porque es el pormenor más aireado de su hagiografía, en un miserable cobertizo medio roto que antes había servido de almacén y que Pierre logró que les dejaran utilizar en la Escuela de Física y Química Industrial, en donde él daba clases.»
Hashstags
Llama la atención la incorporación de hashtags al texto. Leemos #Intimidad, por ejemplo. Como si la autora quisiera centrar la conversación. Ayudarte a bucear entre tanta reflexión. No creo que sea el motivo, pues el lenguaje y la sintaxis de Montero no plantean ninguna dificultad. Adolece de una claridad textual paralela a su claridad intelectual. Hace fácil la transmisión de ideas complejas. Es un libro redondo.
Me ha parecido un guiño muy actual. Tanto más si tenemos en cuenta que el libro ya tiene unos años.
Lenguaje figurado
Cuando se pone alegórica, Rosa Montero lo borda. Me quedo con un pasaje en el que compara la muerte con el juego del escondite inglés. El reloj, reloj… ya sabes. Tú estás contando de espaldas y la muerte se va acercando sin que la veas venir. A veces te das la vuelta y la miras, cada vez está más cerca. Te vuelves de espaldas y te sumerges de nuevo en la cuenta, en tu vida, en tu ajetreo… y ella se sigue acercando… hasta que un día toca la pared y te lleva. Es una comparación brillante y como esa hay bastantes.
La guinda del libro
La guinda del libro es que está muy bien escrito. Pero que muy bien. Fíjate nada más en el comienzo:
«Como no he tenido hijos, lo más importante que me ha sucedido en la vida son mis muertos»
O fíjate cómo describe a Marie Curie:
«es un personaje anómalo y romántico que parece más grande que la vida […] Una polaca espectacular que fue capaz de ganar dos premios Nobel […] en dos categorías distintas […]»
Un libro tan original. Una obra con todas estas ideas, las mismas, pero escritas de una forma más pobre, no sería ni la mitad de lo que es esta. La historia adecuada cayó en las manos oportunas.
En suma, yo creo que lo podemos dejar aquí. No es que me haya cansado de echarle flores al libro. Me quedan más. Es que ya de nada sirve abundar en la misma idea. Ya queda solamente una cosa: que tú te pongas a leerlo.