- ¿En qué deseamos convertirnos? Crítica a la obra de N. Bostrom y J. Savulescu «Mejoramiento humano» desde el humanismo del siglo XXI
- Susana Eusebio Díaz
- ALMA MATER Editorial (2024)
Un trabajo tan breve como interesante. Y permítase decir que también valiente. Claro, esto habrá que explicarlo.
Abordó la cuestión en tres partes:
Lo primero es entender el concepto de transhumanismo.
Después hay que hablar del fenómeno. Los transhumanistas abogan por mejorar la especie humana a través de Inteligencia Artificial y artefactos biotecnológicos. Quienes nos hemos criado a los pechos de series y películas de ciencia ficción, no podemos evitar pensar en los ciborgs. Son seres que combinan elementos orgánicos y dispositivos mecánicos o electrónicos, integrando la biología humana con tecnología avanzada. Este término, una contracción de «cybernetic organism» (organismo cibernético), se refiere a humanos que han recibido implantes tecnológicos para mejorar o restaurar funciones corporales y que poseen capacidades sobrehumanas debido a estas integraciones tecnológicas. Los ciborgs pueden tener prótesis, implantes neuronales, dispositivos de aumento sensorial, o cualquier tecnología que mejore, repare o amplíe las capacidades biológicas naturales. Eso nos ofrece la literatura de ciencia ficción y tal vez ya, la propia ciencia.
Y por último, quién habla de esto. No, no es Hitler en Mein Kampf, sino la Universidad de Oxford y el entramado de Silicon Valley. La primera le da soporte intelectual a la idea. Los segundos, ponen la pasta, porque serían los ofertantes de una hipotética demanda de artefactos tecnológicos a todas luces muy lucrativa. Por eso me parece una propuesta valiente la que hace aquí Susana Eusebio Díaz, una profesora de Filosofía en un instituto de Madrid, de las que elevan la esperanza patria alrededor de nuestro sistema educativo.
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¿De qué trata?
Susana Eusebio Díaz (Madrid 1980), es licenciada en Filosofía por la Universidad Autónoma de Madrid y posee un máster en Bioética.
El trabajo de investigación «¿En qué deseamos convertirnos? Crítica a la obra de N. Bostrom y J. Savulescu ‘Mejoramiento humano’ desde el Humanismo del siglo XXI» examina el interés actual en el transhumanismo y el mejoramiento humano, temas frecuentes en congresos y publicaciones científicas recientes. Utilizando el método dialéctico, el estudio critica las ideas centrales del transhumanismo tecnocientífico, que aboga por el mejoramiento humano mediante la ingeniería genética y la inteligencia artificial, y analiza críticamente la singularidad propuesta por Ray Kurzweil. Concluye que la visión del ser humano en el transhumanismo es reduccionista y está vinculada a la ética utilitarista. Propone, en cambio, un nuevo humanismo que considere integralmente las dimensiones física, social y espiritual del ser humano.
Estructura
La estructura no puede ser más simple. Décimos simple, no simplista ni simplona. Simple, como sinónimo de eficaz, pues prescinde de curvas innecesarias. Directo al grano. Lo que hace la autora es tomar los argumentos transhumanistas y refutarlos de manera crítica.
Y literaria. No escribe una lista de argumentos contra otros, sino que lo hace con cierta vocación estética y además con no pocas referencias a la mitología griega, no con pedantería sino con un acertadísimo sentido de la pedagogía y la oportunidad.
Una estructura dialéctica, como corresponde a la filosofía. Un diálogo con el transhumanismo, donde cada uno expone sus ideas y otro las rebate.
El diálogo lo establecemos con los autores que participan en la obra «Mejoramiento humano» [5]: N. Bostrom, J. Savulescu, N. Daniels, E.T. Juengst, R. Ida, M.J.Sandel, F.Kamm, J.Harris, C.A.J.Coady, E.Parens, A.L.Caplan, D.W.Brock, P.Singer, S.Shimazono, T. Tännsjö, D. Wikler, C. Overall, R.Hanson y A. Sandberg. Se mostrarán las tesis que aparecen en sus artículos (aunque, no todos ellos son transhumanistas, como es el caso de Sandel) y se responderá a estas tesis desde la filosofía
Además aparece un concepto nuevo: el humanismo del siglo XXI. Veremos más adelante a qué se refiere esto. Sobre todo, el ensayo gira alrededor de una pregunta a la que se busca dar respuesta:
¿En qué deseamos convertirnos? ¿Quieres ser un bicho robotizado que vive muchos más años o un ser humano pleno que vive con autenticidad? ¿Longevidad a qué precio?
Cuáles son sus argumentos
Ya en la propia documentación, se aprecia una cierta objetividad. Esto, creo yo, le da credibilidad al ensayo que plantea la autora, porque va a desplegar delante del lector todo el abanico de opiniones, a favor y en contra. Así, te va a hablar de libros como «Mejoramiento humano» de Nick Bostrom y Julian Savulescu, cuya crítica suscita este libro, pero también de indagaciones como «Contra la perfección: lo que pasa con los niños de diseño, los atletas biónicos y la ingeniería genética» de Michael J. Sandel.
No discute el uso de los avances para curar enfermedades. Discute el uso de la tecnología para diseñar seres humanos superiores. Es decir, no te dice que si tienes una infección no te puedes tomar un antibiótico. Va más en la línea del esteroide.
«Los mejoramientos son una obligación moral» dice John Harris. La autora se pronuncia contra este aserto.
El transhumanismo es un idealismo optimista. Se da por sentado que los avances tecnológicos que nos hagan vivir 150 años se alcanzarán, con una seguridad acorde con un contexto en el que ya pudieras comprar dichos adelantos en cualquier supermercado. No, falta mucho para concretar esos modelos teóricos. Requerirá de experimentos contra los que podemos enunciar varias reservas morales. Además denuncia la autora que ese idealismo optimista soslaya que «no todo avance científico ni toda mejora en el ser humano implica un avance moral».
¿Qué es el Ser Humano? ¿Un pedazo de carne? ¿Se puede reducir el ser humano a un código computacional? ¿Es soluble el ser humano en algoritmos? ¿Queremos ser seres orgánicos y mortales o una Nancy a pilas?
Usted, probablemente no quiere ser una Nancy. Aún a riesgo de morir, cosa que, a qué engañarse, acabará pasando, prometan lo que prometan estos vendedores de crecepelo de Silicon Valley. Lo que pasa es que estos tahúres ganarán miles de millones de dólares con estos postulados y por eso, pagan a universidades cantidades indecentes para que publiquen corpus teórico que sustente su empresa.
Argumentos transhumanistas y respuestas de la autora :
El transhumanismo es inevitable. Si disponemos de la tecnología y la ciencia es normal querer utilizarlos en nuestro beneficio. Es, de hecho, lo que venimos haciendo con la medicina desde siempre.
Curar difiere del mejoramiento en que se basa el transhumanismo. Curar es aplicar un tratamiento sobre un organismo dañado para devolver la salud. El mejoramiento se aplica a individuos que no precisan un tratamiento porque están sanos. Debería explicarse por qué necesitan esa optimización, para poder evaluar su idoneidad. Por ejemplo, someter a una persona a algún tipo de alteración genética para hacerlo más resistente o más productivo, ¿qué fin tendría? ¿Poder exigirle más horas de trabajo? ¿Servirnos —explotar— esas cualidades que como sociedad le hemos procurado y que por tanto nos corresponde disfrutar?
Los transhumanistas dicen: cuando el padre educa, configura al hijo. Sí, pero es reversible. Al madurar el hijo, puede decidir si continuar con el camino marcado por el progenitor, matizarlo o directamente tomar una postura totalmente ajena a la educación recibida. En cambio, si en la probeta elegimos que tenga los ojos azules, no podrá tenerlos de color avellana. No es reversible el mejoramiento.
Overall es otro autor transhumanista citado. Es casi enternecedor cómo recuerda al Cándido de Voltaire cuando dice que, el transhumanismo podrá eliminar las desigualdades sociales. 😂😂😂😂 Claro, seguro que GAFAM (Google, Apple, Facebook, Amazon y Microsoft) distinguidas por su labor humanitaria, están deseando invertir cientos de millones en desarrollo para acabar con la pobreza en el mundo. Es en lo primero que piensan al empezar el día y en el rezo de la noche.
Después se vuelve todo más abstracto. El concepto de singularidad de Ray Kurzweil que, para mí, no queda muy claro, o yo no lo he sabido captar. Habla de enlatar nuestro yo en una codificación algorítmica en incorpórea y salvarnos para la eternidad. ¡Hurra! ¡Ya no vamos a morir! ¡Vamos a ser un archivo HTML!
Después glosa acerca de los ciborgs. Ya se han definido aquí. Dicen algunos autores citados por Susana Eusebio Díaz que cambiaremos la manera de relacionarnos con nuestras máquinas, porque al ser mitad hombres mitad cacharro, habremos de reconocerles y dispensarles cierto trato de respeto. Acertadamente señala la autora que, cuando no en todas partes del mundo se respetan los Derechos Humanos, es inmoral ponerse a hablar de un futurista reconocimiento de los derechos del niño Fisher Price.
Dicen los transhumanistas: el transhumanismo no tiene implicaciones morales. La autora dice que sí. Por ejemplo, que unos padres elijan que su hija tenga ojos color avellana en vez de azules, puede no tener mayor impacto moral que el de creernos dioses, pero plantea el ejemplo de dos padres sordos que en el embarazo saben que el hijo que viene de camino es oyente. Supongamos que esos padres razonan de la siguiente manera: “nosotros solo nos relacionamos con personas sordas. En el trabajo, nuestras amistades, en casa… El hijo va a estar mejor integrado si resultase ser sordo. Elegimos que sea sordo y lo modificamos genéticamente”. Es un ejemplo grueso, cierto, pero es posible y ya sabemos que la filosofía puede plantear todos los escenarios. Y la realidad también, por mucho que no queramos creerlo.
El transhumanismo creen ciegamente en la ciencia. Llega al idealismo. Cree en el progreso como un vector siempre en avance, nunca en retroceso, el desarrollo perpetuo. Cree que el ser humano está obligado a quedar acompasado a todo ello. Si progresa la ciencia y la tecnología al punto de convertir nuestras piernas en elásticas extremidades que nos permitan dar unos saltos prodigiosos y entrar en casa sin tomar el ascensor, pues todos a ponernos pata de muelle. El Ser Humano es un coche al que la ciencia tiene Derecho a tunear. Es un reduccionismo materialista en el que pretenden agotar toda la dimensión humana.
Los transhumanistas nos proponen una vida mejor. No nos aclaran en qué consiste una vida mejor. Mejor, será lo que ellos determinen que es mejor. En Un mundo feliz de Aldous Huxley, el poder decidía por el pueblo lo que era la felicidad: vivir sin preocupaciones. Claro, la felicidad en la vida la solemos hallar en las cosas que nos preocupan, porque suelen ser las que nos importan: los hijos, las metas personales y profesionales, etc. La mayoría de los progenitores te dirán que su alegría son sus hijos, aunque sean su gran preocupación. Pero el siglo XXI es el siglo de la imposición de la verdad, la imposición de lo bueno y lo malo; el bien enlatado (buenísmo).
La autora propone un humanismo del siglo XXI. Un humanismo que está en diálogo, vindicativo, con ese relativismo y cientificismo que más que ciencia parecerían una religión.
Se habla del caso paradigmático de las redes sociales. ¿Son un avance tecnológico? Sí, de primer orden. ¿Son progreso? Esto no está tan claro. Es más, parecen la confirmación de que no todo avance es progreso. Al principio se entendieron como algo que nos iba a acercar más entre nosotros, a relacionarnos. Con la explosión del COVID, nos vimos reducidos a ellas, ya que el contacto físico no era posible. Y no nos gustó. Nuestra faceta social no se agota en un like ni en un comentarios anónimo.
El avance tecnológico no siempre es para mejor. La red social es a la interacción lo que la masturbación al sexo. Un triste sucedáneo.
Mi propias respuestas al transhumanismo
Sí. Esta reseña es diferente. Más que hacer un juicio crítico o estilístico, tenemos que valorarlo como un hecho formativo o al menos divulgativo.
Creo que es un libro eficaz. En apenas setenta páginas pasas de ignorar qué es el transhumanismo a saberlo. Y además, —cada cual la suya—, te puedes formar una opinión. Por cierto, un Ser Humano mejorado no puede formarse su propia opinión porque ya estaría decidida cuál es la buena y preconfigurada en su base de datos. Como yo soy un homo sapiens de andar por casa, puedo.
Para mí, el transhumanismo de momento es un bluf. Para seguir, me parece un procedimiento de eugenesia —de los que ya tuvimos avanzadillas en el siglo pasado— disfrazado de buenismo. Retoma la idea de mejoramiento humano allí donde la dejó el doctor Josef Mengele. Sus argumentos servirían para blanquear a un sádico como el médico nazi. No se diferencia en nada. Quizás en favor de Mengele diremos que al menos, él reconocía abiertamente quiénes eran las víctimas de su triaje, mientras que estos transhumanistas no lo precisan.
En tercer lugar, al transhumanismo hay que hacerle preguntas. Mejoramiento de qué; para qué; a quién; a cambio de qué; quién lo controla; a quién beneficia, por qué; bajo qué marco regulatorio; quien establecerá ese marco regulatorio…
Entiendo el desafío. Los transhumanistas dicen: la ciencia que con tanto esfuerzo hemos desarrollado ¿no la aplicaremos? Ok, pero no sin una visón ética y exclusivamente utilitaria. También hemos enfrentado ya esta cuestión como humanidad: la bomba atómica. Hemos desarrollado el armamento hasta el punto de poder arrasar nuestro planeta. Según el planteamiento transhumanista, ¿deberíamos detonar el planeta solo porque hemos desarrollado una tecnología que puede hacerlo?
Más. Para mí el transhumanismo es un negocio, porque buscaría sacar partido a esas cualidades ultrahumanas que nos otorgase, no nos la regalaría a fondo perdido. ¿Que vivimos más y somos sanos durante más tiempo? Perfecto, así podemos trabajar más, comprar más y cotizar más.
Y por último, concluyo: no me fío del Ser Humano. Menos aún de los Prometeos que vienen cargados de buenas intenciones. No me creo que el Ser Humano quiera “mejorar” a su vecino por un acto de pura filantropía. Si lo hace, si invierte los recursos para ello, seguro que será para explotar esas nuevas capacidades de las que dota a su vecino. De esto no me cabe la menor duda. Hay una intención detrás de todo esto: controlarnos, o hacernos peones más eficaces; más productivos… El mejoramiento que predican no busca hacernos más felices ni más plenos, sino más rentables.
Y además: qué horror pensar en un mundo sin espontaneidad. Sin gazapos. Sin disparates ni despistes. Todo lleno de repipis perfectitos y sabelotodos. Que lo compre quien lo conozca.