Amoniaco. Cuando el asesino es una mujer. 

Reseña Amoniaco Augusto Casas
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El 96% de los asesinos son varones ¿Otorgaría ese dato una ventaja de impunidad por estadística a una hipotética asesina en serie?

Amoniaco es una novela negra. Esto se puede decir sin temor a equivocarse. Es decir, es una historia policial con un cierto ingrediente de crítica social y con una fuerte carga de violencia criminal

Además de la conducta criminal del serial killer de turno, se ponen de relieve las peores maneras de la policía, la sociedad, etc. 

Un pulso protagonizado por mujeres. Isabel es una limpiadora doméstica que trabaja para la jet set madrileña. Tiene una vida familiar disfuncional y sus clientas la tratan como a algo infrahumano, dejando ver la inmoralidad que trae aparejada, una posición económica despreocupada cuando se junta con la superficialidad y la ausencia de valores. Con ella el autor nos dejará mirar las grandes diferencias sociales existentes, y cómo las más desfavorables pueden ser catalizadores del frenesí criminal y la locura. Esto va a explotar. 

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Amoniaco

Portada de Amoniaco

Autor: Carlos Augusto Casas

Año: 2025

Género: Novela Negra

Editorial: Ediciones B

⭐⭐⭐⭐

Reseña de Álvaro Sánchez Oliveros

Siguiendo la estela de Agatha Christie, o de algunas piezas de Sherlock Holmes, aquí se hace bueno aquello de que el asesino es siempre el mayordomo. 

Del otro lado tenemos a Eloísa. Pertenece a una brigada especial del Cuerpo Nacional de Policía: los Bronce. Por supuesto —este género ya pide a gritos que todos los/as inspectores no tengan una vida familiar o de pareja caótica— su vida personal no marcha bien. 

Con ella y sus compañeras, Carlos Augusto Casas desliza su mirada sobre el papel de la mujer en los cuerpos policiales, especialmente en los especiales. 

Y en el mundo del crimen. Cuando se produce un asesinato, el sospechoso es inmediatamente un varón, no una mujer. Estadísticamente, es de una solvencia aplastante. Pero la estadística deja un interesante espacio de maniobra a la mujer asesina. Le da un margen operatorio muy cómodo. Esta novela plantea esa cuestión. No la juzga, pero la atestigua. Es más fácil ser asesina que asesino, porque te ampara un género menos violento. 

«Qué falta de perspectiva de género. Claro, históricamente toda la publicidad se la llevan los asesinos en serie hombres. Nadie sabe quiénes son Aileen Wuornos, Elizabeth Báthory o Enriqueta Martí. A las niñas les faltan referentes femeninos para romper el machismo que domina el mundo de los asesinatos. Hay que trabajar por la igualdad también en este campo.»

Como buena novela negra, ataca al sistema. No se limita a contar una secuencia de crímenes sangrientos y las pesquisas para su resolución. En el interludio añade cargas de profundidad que merman la confianza del ciudadano más confianzudo en los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado. Policías corruptos, carentes de la menor vocación, contagiados por ósmosis en el contacto con los delincuentes; personas sin brújula moral alguna: 

«Ese es nuestro trabajo, el control de plagas. Mantener un número tolerable de hijos de puta sueltos.»

Hay un momento en que como lector crees imposible que puedan atrapar a nuestra asesina, y digo nuestra, porque sus intervenciones se narran en primera persona. Conoces sus motivaciones, su mermado estado psicológico. El autor consigue dotarle —de manera creíble— del anonimato que da el tener un trabajo que para muchos es transparente, sin contrato en muchas ocasiones. Personas que casi ni existen a nivel oficial. 

Pero el mayor enemigo de un asesino es su ego. El erostratismo es un arma que juega a favor de los inspectores. Si un asesino en serie con todos los aditamentos de Isabel actuase indefinidamente con monotonía funcionaria y austeridad ascética, la policía tendría pocas oportunidades de localizarla. Menos mal que un absurdo narcisismo los lleva a cometer alguna torpeza.

El asesino suele ser un varón. Casi siempre. Por eso, cuando una mujer sencilla, de vida discreta y anónima se convierte en una asesina en serie, resulta muy difícil ponerse tras su pista

Del estilo hay poco que decir. Esta es una novela para captar la atención desde la necesidad de saber qué pasará después. Un estilo de frases de fácil comprensión, donde todo está muy claro y no se sugiere mucha lectura sumergida. El lenguaje figurado se utiliza con algunas comparaciones originales y frescas, aunque a mi parecer, se abusa de la epilepsia. Piernas epilépticas cuando tiemblan, móviles epilépticos cuando vibran… utiliza esa misma comparación —tal vez, poco afortunada— casi como una muletilla. No es en sí mismo malo, pero es muy rico cuando una misma imagen se construye con diferentes recursos. 

Lo que pasa con esta obra es que lleva detrás unas dosis de humor negro que debe ser difícil manejar. Los personajes son cáusticos, violentos, resentidos, interesados, inmorales, corruptos, bacines llenos de fobias… En ese contexto, esos personajes se permiten hacer chistes y comentarios políticamente muy incorrectos. 

La verdad es que el autor maneja el género con eficacia e inventiva digna de elogio. Quien sabe lo que es la novela negra, reconocerá una de las buenas en esta. 

Reseña Amoniaco Augusto Casas

El autor es capaz de poner nervioso al lector. De inquietarlo. De estremecerlo con la crudeza de las escenas que se suceden. Siempre he valorado esa capacidad. Alguien imagina una escena, la escribe de una manera literaria que, meses, tal vez años después, yo leo y me produce una reacción fisiológica: risa, miedo, inquietud, curiosidad… Esta novela tiene algunos momentos, (especialmente el final del capítulo 30), que te dejan impactado. 

Una novela negra canónica. Un ejemplo de lo que la ortodoxia —si es que la hay— espera de este género. Novela para los amantes del nicho lector. También para fanáticos del thriller, con quien comparte tensión narrativa, conflicto y algún que otro Plot Twist.

A las únicas que no va a gustar este relato es a las profesionales de la limpieza, porque cualquiera que lo disfrute se lo pensará dos veces antes de meter a alguien en su casa.

Del mismo modo, aquel que la lea va a perder la fe en el sistema judicial y policial. Pero a pesar de todo, es una novela que vas a disfrutar mucho y con un final que no esperas. 

Muy recomendable. 

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Alvaro

Con el tiempo y el acúmulo nuevas lecturas, se va olvidando lo que vamos leyendo. Me parece que escribir sobre ello me ayudará a recordar mejor cada pequeña o gran historia que lea. Si de paso las pongo en común contigo y te puedo animar a leer o no un libro, me parece más útil que unas notas guardadas en un cajón como un ermitaño de tinta. De qué va y qué me ha parecido, sin más vuelo ni pretensiones. No son reseñas de entendido, sino de lector a lector.

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  • Última modificación de la entrada:mayo 30, 2025
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