El poder del pasado es inmenso cuando viene de la fuerza de lo reprimido. Todas las preguntas que lanzamos al pasado, son preguntas sordas. El pasado se compone de sombras y es inútil querer que esas sombras cobren vida en el presente, porque ya no somos la misma persona.
De nuevo Zweig con una pieza breve y un esquema sencillo. Una vez más, una obra que en menos de cien páginas tiene más sentido universal, histórico y literario que muchas cacareadas obras de mayor dimensión.

Viaje al pasado

Autor: Stefan Zweig
Año: 1929
Editorial: Ediciones Invisibles
De qué trata Viaje al pasado
La historia trata sobre Ludwig, un joven con un origen humilde que trabaja en una empresa. Se gana la confianza de su jefe, quien lo convierte en su secretario personal y lo invita a su casa. Allí, conoce a la esposa de su jefe, una mujer hermosa y discreta, mucho más joven que él. Inesperadamente, los dos comienzan un romance secreto. Por motivos de trabajo, Ludwig debe viajar urgentemente a México, pero los amantes confían en que se reunirán en dos años. Sin embargo, el estallido de la Gran Guerra cambia todos sus planes, y la separación se prolonga mucho más de lo que esperaban.
Otra vez la Guerra presente en la literatura de Zweig. De nuevo la recreación de su impacto en la vida de personas sencillas. Vidas truncadas, historias en pausa, esperanzas defraudadas. La guerra como ruptura con toda lógica, con toda dialéctica, con toda sensibilidad.
Como siempre, con el genio vienés, lo más importante está a los márgenes de la trama principal. Si miramos ahí, veremos una crítica ácida a las clases más favorecidas de su tiempo. Ludwig, el protagonista, es un hombre hecho a sí mismo, forjado a base de esfuerzo, tesón, determinación. Ha sido tratado, al servir a los pudientes, como algo apenas más vivo que un mueble. Su desprecio o peor, su falso aprecio causan rechazo en Ludwig, casi un enemigo de clase:
«las ofensas de los niños malcriados y la lástima aun más ofensiva de la señora de la casa cuando le entregaba unos billetes a fin de mes»
Y es que Zweig es capaz de teorizar sobre cuestiones ontológicas de profundidad, sin necesidad de perderse en sesudos párrafos anticlímax:
«la pasión, clarificada bajo la luz de una amistad cristalina»
Esto es justo lo que no sucede. Desde la primera página se sabe. Esta historia empieza por el final y lanza analepsis como una caña de pescar que se tirase al pantano del pasado, del que rescata imágenes. La pasión, decíamos, para Zweig, no se puede convertir en amistad. Siempre permanecerá el fuego en ese pebetero.
La novela —y mira que es cortita— reflexiona sobre el paso de los años. La persona cambia con el tiempo. La forja de la experiencia. Pero, ¿la persona se convierte en otra muy distinta o es una matización bajo la que subyace siempre el mismo ser?
En función de lo anterior, ¿qué peso tiene el pasado en el presente más allá del evidente?
«—Déjalo estar, Ludwig… son cosas del pasado, no le demos más vueltas. ¿Dónde están ahora esos tiempos?
—Están dentro de nosotros»
Reprimido. Dentro, inconcluso, pendiente, latente. El pasado tiene una fuerza con maneras de tornado si está empedrado de deseos insatisfechos, identidades no consumadas, anhelos sin consumar.
Y por supuesto, también aparece el Zweig cronista. El mejor historiador de la Europa que él vio salta en pedazos. Esta novela fue publicada en 1929. Ignoraban cómo iba a explotar el mundo sólo diez años después. Sin embargo, en la página 80, los protagonistas topan con una manifestación de partidarios de Hitler. Se describe a la perfección el fanatismo, el idealismo, la fiebre. Una manifestación que tenía más de desfile que de manifestación. Una parada militar sin militares. 1929, pero Zweig ya había olido la sed de sangre.

Un contraste entre presente y pasado. Una novela muy corta que tiene mucho de ensayo filosófico: una reflexión sobre el pasado y el presente, el tiempo, lo que pudo ser y no fue.
Ludwig y ella. Ella no tiene nombre. No lo conoceremos en ningún momento. Ella se llama pasado, es el pasado. Un recuerdo cálido al que querer volver, duro del que querer huir, pero siempre inalcanzable. El pasado es una suma de sombras, y las sombras no viven en la luz del presente.
Zweig, una vez más, autor dilecto y bien ponderado en este blog. Todas mis máximas recomendaciones. La Colección Pequeños Placeres que publica con tanto éxito como acierto la editorial Ediciones Invisibles, resulta un buen cauce para hacerse con la obra del autor.