Una velada en la librería Morisaki

Una velada en la librería Morisaki
3.9
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Una velada en la librería Morisaki de Satoshi Yagisawa. Escrita en 2011. Esta es una traducción de Daniel Aguilar Gutiérrez (2023) en Primera edición: noviembre 2023 de la Editorial Letras de Plata @plataeditores.

Una velada en la librería Morisaki. Secuela de Mis días en la librería Morisaki (2010) que me dejó muy buena impresión hace no mucho.

Quiero saber qué ha sido de Takako, Satoru y Momoko. Esa tríada de afectos, aceptación y rechazo; pasados y presentes conviviendo alrededor de una librería de antiguo, en pleno barrio de las librerías de Tokio.

Como resumen, no quiero desvelar nada. Contar de qué va, pero no qué pasa. Ningún espóiler. Así que en cuanto a trama me remito a la oficial:

Sinopsis de la editorial

Esta es la sinopsis que ofrece la editorial:

Tokio. En Jinbocho, el barrio de librerías más grande del mundo, los días transcurren con tranquilidad. En las callejuelas alejadas del tráfico, la gente pasea curioseando entre centenares de libros, cómics, guiones de cine e incluso mapas antiguos: hay variedad para todo tipo de lectores.

En la librería Morisaki, un pequeño negocio familiar, apenas caben cinco personas. Montones de libros atestan las estanterías hasta invadir todos sus rincones y, cuando el timbre sobre la puerta anuncia la llegada de un cliente, su propietario, el tío Satoru, se asoma de inmediato desde el mostrador. Recientemente, su esposa, Momoko, lo ha estado ayudando, pero su sobrina Takako también lo acompaña en sus ratos libres.

Para el aniversario de bodas de Satoru y Momoko, la joven les regala un viaje romántico. Satoru está preocupado por la librería, pero acepta que Takako lo reemplace durante unos días y se mude a la habitación de la planta superior, como ya hizo en el pasado.

Volver a sumergirse en la atmósfera atemporal de Jinbocho, con su colorido panorama de habituales y visitantes, será el empujón que Takako necesitaba. Por primera vez en mucho tiempo, se siente entusiasmada. Porque una libreria, descubre, está poblada de historias; no solo las que esconden los libros, sino también las de quienes la frecuentan. Y esas historias crean lazos.

Pero entonces, ¿por qué Satoru se comporta de manera tan extraña? ¿Y qué quiere la mujer del paraguas rojo que está al final de la calle? ¿Cuántas historias, emociones y tesoros más custodia entre sus paredes la libreria Morisaki?

Estilo

La acción ocurre tres años después de la primera novela.

Se narra en primera persona. El narrador protagonista, diegético o interno, como prefiramos, es Takako, la sobrina.

Comienza con Takako de visita en la librería Morisaki. Vuelve de forma regular aunque ya no vive allí. Hay un esfuerzo inicial por situar al lector. Esto me lleva a pensar en dos opciones:

✅ Yagisawa quiere un texto autoconclusivo. Busca un título que se agota en sí mismo. Quiere que el lector pueda entender esta pieza sin pasar antes por la novela anterior.

✅ El autor buscar ubicar al lector que leyó la primera. Hacerle un pequeño recordatorio de dónde dejó la historia para reengancharlo con fuerza desde el inicio.

Es una novela que plantea, supongo, complejidad para escribir. No es una trama al tuntún. La historia se va cosiendo a partir de las vidas —muchas veces, lo que se intuye de ellas—, de los clientes habituales de la librería. Esos personajes secundarios tienen que estar, por tanto, muy bien dibujados. La narradora lo irá presentando desde lo que se observa externamente en sus visitas a la librería. Y tiene que ser lo suficientemente perspicaz como para entresacar una historia coherente y fundamentada en cada uno. Esto es complejo y meritorio. Bien por Satoshi Yagisawa.

Las metáforas son… ¿Cómo lo diríamos? Sui géneris. O el salto cultural con Japón me las aleja, o bien son un poco forzadas:

«El tiempo en la librería Morisaki siempre es agradable, pero en momentos como este tío se vuelve tan cargante que es como si ensuciara una joya»

Entiendo el paralelismo que debe inspirar a esta metáfora. Pero, ¿ensuciar una joya? Bueno. Vale.

Es una novela amena, pero con mucha psicología. Es decir, hay cierto nivel de acción, esto no es Crimen y castigo, pero a veces tienes la sensación de estar junto al diván, escuchando al personaje hacer la narración de su relato psicológico.

Trasfondo literario

Una velada en la librería Morisaki

Mirar los sentimientos propios de frente. Reconocerlos para entenderlos.

Los efectos de la literatura en los lectores. La novela tiene una componente metaliteraria. Se desarrolla en torno a una librería sita, para más señas, en el barrio de los libreros. Los personajes regentan una de las decenas de tiendas dedicadas a la venta de libros de ocasión. Son, además, ávidos lectores. Cuenta la novela que la literatura ayuda a quien lee. Pero ¿cómo? Takako tiene un novio: Wada. Del primer libro sabemos que es una persona que ha fracasado en las relaciones amorosas. Esta nueva requiere de una reflexión sobre sus sentimientos y el propio personaje reconoce que desde que lee, los libros le ayudan a poner palabras y reconocer sus emociones. No es un beneficio baladí. La literatura —cuando es tal, y no una mera historia emocionante— ayuda a interpretar la realidad.

Medio de pasada, medio en serio, se habla del tiempo. El tiempo Cronos y el tiempo Kairós. La fugacidad el tiempo que no para de avanzar y es de imposible retroceso. La idoneidad de algunos instantes que para la protagonista narradora aparecen idealizados y que le dan base para meditar sobre ese concepto tan huidizo que es la felicidad.

Pero no es un texto de grandes disquisiciones. No tiene una carga filosófica que le aporte densidad. Una novela sin maicena, de fácil lectura y digestión.

Mi impresión sobre Una velada en la librería Morisaki

Yagisawa sigue tirando del mismo hilo. Esto no es criticable, sino que es lo esperado de una secuela. Pero sigue explotando la veta de los bibliófilos y los lectores constantes, los letraheridos, si lo prefieres.

Es un libro que respira amor por la lectura. Repasar autores japoneses, libros poco o muy conocidos —imagino que en el contexto de la cultura japonesa, las referencias culturales del libro resonarán con una potencia que aquí se mitiga—, el ambiente del Jimbocho; el submundo del libro de lance, etc.

Es un libro para seducir a lectores habituales. La trama, discurre con un ritmo ni lento ni voraz.

Es un libro que trata de ser profundo. Se le nota el esfuerzo psicologizante. Quiere sonar a literatura emocional e introspectiva. Las situaciones que se plantean tienen que ver más con la introspección que con la acción. No podemos hablar de flujo de conciencia, dado que aquí los pensamientos se analizan y presentan de manera muy ordenada para poder considerarlo.

«Expresar los propios sentimientos parece algo sencillo, pero en realidad suele resultar una tarea inesperadamente dificil. Y cuando la contraparte es alguien muy importante para ti, todavía más. Caminando a su lado, me daba cuenta de ello. Pero, si se le echa valor, a veces puedes conseguir, como ahora, acercarte mucho más a esa persona.»

En general es una novela entretenida. No me parece una experiencia lectora extraordinaria, pero tampoco creo que lo pretenda. Es una historia emotiva, muy bien escrita, con sabor nipón y capaz de crear —junto con la primera novela— un universo que se respira y se imagina perfectamente. A mí eso me basta para decir que me parece una buena novela.

Me ha transportado al Jinbocho. Tengo una imagen de la librería Morisaki en mi cabeza. Prístina y definida. Cuando he leído este libro, ha vuelto a dibujarse en mi mente, fiel al primer diseño que evoqué con la primera lectura. Si otra persona la lee, su librería Morisaki, la imagen mental suya —la imagen literaria—, será distinta a la mía, pero lo importante es que efectivamente habrá una imagen literaria.

Eso es sinónimo de algo bien escrito. No es todo lo que se necesita para serlo, pero es la pieza clave.

Una velada en la librería Morisaki. Una buena novela, —realismo a la japonesa—, sobre la vida prosaica de gente normal, vista con intención psicológica e introspectiva pero sin representar por ello un desafío al ritmo lector.

Libro sentimental, pero libro realista. Detesto los libros idealistas. Yagisawa plantea una perspectiva realista de la vida: el dolor es inevitable.

Y basándose en eso, plantea una hipótesis existencialista. Hay que tomar las penas sobre los hombros y continuar adelante. Esto implica no huir de ellas —van contigo— pero no detenerse por ellas, vas caminando. Continúas adelante.

Creo que este es el planteamiento central de la novela.

Es un libro sensiblero, sin que suene despectivo. Pero su emotividad está psicologizada. Esto es: hay un esfuerzo por explicar las emociones que sienten los personajes. Creo que esto tiene una importancia sustantiva en nuestro tiempo, donde la sociedad se guía sin más brújula que la sensibilidad del individuo y desplaza la razón. Lo sensible sobre lo inteligible amenaza con desembocar en una sociedad de analfabetos emocionales que no saben expresar ni explicar lo que sienten, siendo que, esto es paradójicamente lo que guía su mundo. Este libro calmado, sosegado y morigerado hace un favor y un llamamiento a la sociedad, a utilizar la razón allí donde sólo está la emoción.

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Alvaro

Con el tiempo y el acúmulo nuevas lecturas, se va olvidando lo que vamos leyendo. Me parece que escribir sobre ello me ayudará a recordar mejor cada pequeña o gran historia que lea. Si de paso las pongo en común contigo y te puedo animar a leer o no un libro, me parece más útil que unas notas guardadas en un cajón como un ermitaño de tinta. De qué va y qué me ha parecido, sin más vuelo ni pretensiones. No son reseñas de entendido, sino de lector a lector.

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