Felipe II y los pergaminos secretos

Felipe II y los pergaminos secretos
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Felipe II y los pergaminos secretos es una novela de Enrique Martínez Ruiz, escrita en 2005 y publicada por Ediciones Altera, editorial con un extenso catálogo de novela histórica.

Sinopsis de la editorial

El Valladolid de Felipe II vive conmocionado tras la sucesión de asesinatos que tienen lugar después de la celebración de un aquelarre en las afueras de la ciudad. Mientras, un fraile vallisoletano, experto en brujería, es llamado por el poderoso monarca para que descifre la escritura de unos pergaminos que guarda celosamente en la biblioteca de El Escorial. Los acontecimientos se precipitan con la intervención del Santo Oficio en los sórdidos sucesos vallisoletanos, donde se sospecha de una intrigante relación amorosa del todo ilícita…

Al fin, un verdadero experto en Historia nos describe, con absoluta verosimilitud, los entresijos de la vida en tiempos del rey más temeroso de Dios y de la sociedad secreta Ayuda Fraterna, a quien temió aún más que al protestantismo de Lutero.

Personajes principales

Don Rodrigo Escalante. Alguacil mayor de Valladolid. Heredero de los privilegios de una casta noble criada a los pechos de la guerra contra Al Andalus.

Fray Justo del Espinar. Inquisidor mayor del reino. Un personaje que habría disfrutado de nuestros días con la cultura de la cancelación, esa suerte de blanqueo de la censura de toda la vida.

Juana Hernández-Laso. Hidalga venida a menos. Mujer llevada a un matrimonio concertado, insatisfecha y anhelante. Un personaje femenino que reivindica una libertad no concedida a la mujer de su tiempo. Me ha parecido un personaje muy creíble y muy interesante.

Fray Juan de la Santísima Trinidad. Para mí es el gran personaje de esta novela. Interviene en todas las tramas y subtramas. Es el conector de las dos o tres historias que se cuentan en este libro. Ocupa el centro narrativo de esta novela. Es un hombre de letras, un experto en brujería y ocultismo, nigromancia, etc. A él corresponde todo lo que el Santo Oficio quiera saber del lado oscuro de lo escatológico. Me parece un personaje complejo, no plano como los demás (a excepción de Juana, la otra gran protagonista de esta historia). Presenta un interesante arco dramático, un proceso de metanoia desde los análisis y posiciones más absolutas y monolíticas hacia posiciones más relativistas, realistas y compatibles con el juicio crítico y la propia realidad de los hechos. Un personaje interesante.

Los personajes resultan muy creíbles. Aunque solo la prosopografía de Juana es completa, en todos se reconoce un trazo psicológico. Ninguno está idealizado por lo que resultan todos creíbles.

Estilo

Felipe II y los pergaminos secretos

El estilo por momentos es demasiado historicista. Una cosa es dar un contexto histórico sólido a una novela histórica y otra, ser exhaustivo en ese cometido, al punto de nublar la naturaleza de ficción de la obra.

Por ejemplo, quiere apuntarse que Valladolid adquirió relevancia eclesial. Para ello, no es necesario enumerar entre un largo paréntesis el nombre de todas y cada una de las iglesias existentes en la villa a finales del siglo dieciséis, época en que se ambienta el arranque de esta novela. Eso parece más una memoria de la ciudad que una novela histórica ambientada en el Valladolid medieval. Pero ese carácter de prolijidad excesivo desaparece al cabo de unos dos episodios y entonces la narrativa empieza a ganar su espacio, quedando muy equilibrado el texto.

Lo anterior no desmerece la novela. Simplemente, creo que es un rasgo que se aprecia y por eso se puede comentar.

Es un libro parco en diálogos. Los hay, pero la intención literaria de describir el contexto gana por mucho a la novelesca. El conflicto, la tensión narrativa, tardan en hacer su aparición.

La atención se sujeta a la construcción histórica. Como es tan interesante lo que te cuenta, te mantiene enganchado.

Sin embargo, todo cambia en la página 79. Coincidiendo con el capítulo IV, que es una delicia desde el punto de vista narrativo. Empiezan a aparecer personajes muy interesantes, unos históricos —como el propio Felipe II—, y otros literarios como Fray Juan, que empiezan a construir la verdadera trama de la novela.

Y aquí sí, aparece la literatura.

Lo que aprendemos

Cómo era la España del siglo XVI. Te cuenta todo y todo en detalle. A veces, como se dijo antes, en más pormenor de lo que exige un contexto narrativo y no magisterial o académico. Pero qué leches, aprender se aprende.

Aprendes cómo era un Santo Oficio. No sólo qué era, sino qué suponía a la logística de una ciudad como Valladolid. Comprendes cómo estaba organizado el poder y el funcionamiento administrativo, político, mercantil, religioso o policial de una ciudad española durante el reinado de Felipe II. Aprendes usos sociales, costumbres, problemas, desafíos…

Toca todos los palos y en detalle. En el campo histórico no se le puede reprochar nada en dedicación. En pertinencia o precisión no estoy en condiciones de pronunciarme, —pues excede con mucho mis saberes—, quedando convencido, pues, de que son acertadísimos todos los apuntes del autor. Enrique Martínez Ruiz, como historiador, no anda escaso de renombre, títulos y cargos que no se dan a cualquiera.

A mí la novela me ha encantado. He de decir que he aprendido muchos detalles del contexto histórico que no conocía. Desde aspectos como las atribuciones del alguacil mayor hasta otros más vernáculos, como los vestidos de falda abombada que estaban de moda por Europa y resultaban idóneos para esconder barrigas abultadas en la clandestinidad.

Se aprende y se hace sin esfuerzo.

El Santo Oficio ocupa mucho espacio en la novela. Casi el primer tercio completo. Se conoce en detalle cómo eran sus puestas en escena. A través del protagonista, se expresan las limitaciones y disfunciones del Santo Oficio en términos forenses y jurídicos, —en términos morales habría sido un truismo— con lo que al retrato formal se le añade una lectura más profunda. Este tono me gusta bastante.

Comprendemos que este país siempre fueron dos. Que siempre hizo de la «sobreburocratización» un arte. Hay un crimen en esta novela. Cuando se produce un evento de esta naturaleza, lo primordial es resolverlo. Alrededor de 1600, en España, lo primero era discernir quién tenía jurisdicción sobre el caso: la Iglesia o el Estado. Siempre hubo dos Españas. Desde la premiere fue así.

Mi impresión

Una novela que se puede disfrutar. Echo de menos un mayor énfasis en la corrección ortotipográfica, pues se le notan algunos gazapos —errar es cosa que a todos nos toca— que podrían pulirse y estoy seguro —Altera es una editorial muy seria— se hará en siguientes impresiones. Esto no pasa de ser anecdótico.

La novela muestra el contexto histórico con detalle. Llegas a imaginarte a los personajes y a entenderlos con bastante claridad.

El estilo no es fulgurante pero sí muy accesible. Desemboca en una lectura agradable por su didacticismo más que por su épica o su acción en los primeros compases. Superados estos, la trama coge ritmo y mejor equilibrio entre Historia e historia. Para situarnos: es una novela histórica que merece tal epíteto. No es como esas novelas de Ken Follet, que están ambientadas en una época —que se dibuja apenas como un tapiz al fondo—, y que resultan adictivas. Es lo contrario. Es una novela profusa y precisa en lo que a la Historia que nos cuenta se refiere. Los personajes y la trama son apenas una excusa cuando inicias la lectura. Luego, si aguantas los primeros tres capítulos, verás que la cosa cambia y mucho.

Si te gusta la novela histórica te irá bien. Si necesitas enormes gestas, héroes irreales e idealismos de toda suerte, entonces menos. Es novela histórica de verdad, más académica que de artificio o fuegos artificiales. Si quieres aprender cómo era la España del siglo XVI siguiendo el curso de una narración de ficción, entonces resulta más que apropiada. Repito, aquí lo histórico no es un paisaje al fondo.

¿Algo negativo? Aunque sea únicamente para que no se me acuse de ser demasiado complaciente, me cuesta encontrar algo inapropiado. Sólo he echado en falta una corrección de erratas más rigurosa. Una posterior edición imagino que lo habrá subsanado. Hay apenas unas pocas.

Indaga lo esotérico y lo escatológico. Tiene sabor a trama vaticana o thriller de la secta cristiana. Le ves reminiscencias a Dan Brown, pero con la seriedad histórica que no le da el anglosajón. Es una propuesta más seria, pero yo acudo a ese lugar común que es siempre un autor bestseller, al objeto de ubicarnos, grosso modo, en lo que nos vamos a encontrar, caso de meternos en su lectura.

Una vez más me ha encantado un libro de Altera. Son novelas históricas de verdad. Reales. No representan amagos de otro género —o subgénero— con un decorado levemente histórico al fondo. Lo resumo en que, cuando has terminado la lectura, sabes algunas cosas que ignorabas antes de abordarla. Y cosas que merece la pena conocer.

Novela recomendable. Catálogo editorial, el de Altera, muy recomendable.

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Alvaro

Con el tiempo y el acúmulo nuevas lecturas, se va olvidando lo que vamos leyendo. Me parece que escribir sobre ello me ayudará a recordar mejor cada pequeña o gran historia que lea. Si de paso las pongo en común contigo y te puedo animar a leer o no un libro, me parece más útil que unas notas guardadas en un cajón como un ermitaño de tinta. De qué va y qué me ha parecido, sin más vuelo ni pretensiones. No son reseñas de entendido, sino de lector a lector.

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