Reseña Los papeles de Admunsen

Reseña Los papeles de Admunsen
4.6
(10)

«Los papeles de Admunsen». Es una novela inédita —o lo era—, de Manuel Vázquez Montalbán, que Navona Editorial, apoyada en el excelente estudioso montalbaniano de José Colmeiro ha dado en publicar para deleite de toda la parroquia lectora.

Especial. «Los papeles de Admunsen» es —cronológicamente— la primera novela de Vázquez Montalbán y, sin embargo, hasta ahora —la edición es de octubre de 2023— permanecía inédita. Es la primera y la última al mismo tiempo.

  • Título Los papeles de Admunsen
  • Año: Escrita en 1965. Inédita hasta 2023.
  • Autor: Manuel Vázquez Montalbán
  • Idioma: Castellano
  • EAN: 9788419552549
  • ISBN: 978-84-19552-54-9
  • Páginas: 464
  • Ancho: 14 cm
  • Alto: 21 cm
  • Edición: Primera
  • Fecha de publicación: 16-10-2023
  • Precio Edición en papel 25,00 €

Una semilla del futuro Vázquez Montalbán. Aquí ya se ven los rasgos temáticos, de pensamiento, estilísticos, y de todo orden, que habrían de consolidarse más tarde en su trayectoria.

Antes de leer la novela hay una introducción. Corre a cargo de José Colmeiro, que firma aquí un trabajo soberbio. Escritor y estudioso del autor, te permitirá entrar mucho mejor a lo que significa esta lectura.

En la introducción ya aprendes mucho. Una edición con un aparato crítico así de bueno es una bendición para cualquier lector. Es como una cena con velas antes de consumar. Consumar la lectura, claro, o en qué andas pensando.

Una novela con dos historias. Una, la literaria: la que lees. Otra, la de su historia real fuera de la ficción: la de por qué no vio la luz esta novela escrita a mediados de los años sesenta del pasado siglo. En la generosa introducción te lo cuentan y está genial.

Única. El manuscrito del que la obtenemos está totalmente mecanuscrito y firmado por el autor.

La edición muestra imágenes del original de ese trabajo. Conservado en la Biblioteca de Catalunya, fue enviado —se ve firmado de puño y letra en la portada del anexo— al Premio de Biblioteca Breve de Seix Barrall. Dice el editor, José Colmeiro, que tal vez su mala valoración desanimó al autor. Nadie sabía nada de esta novela. Ni familia, ni editor, ni nadie. Al donar sus archivos a la citada institución en 2016 la sorpresa salió a flote.

Presagioso. Cuenta Colmeiro que en este trabajo ya se ve al Vázquez Montalbán del futuro. Hay que leerlo para saberlo, pero la introducción ya te dice muchos rasgos que puedes constatar después con mayor facilidad. Es un libro que no está en el punto de madurez de lo que vendría después, pero para ser una novela iniciática… está genial.

Claro, tras Colmeiro, mi reseña será una leche cortada. Pero, pese a todo, vamos a ello.

Argumento

Admunsen es la historia y la trama. La medida de todas las cosas en esta novela. Admunsen es un Vázquez Montalbán joven disfrazado de personaje. Es un escritor frustrado. Tiene historias empezadas, —amagos literarios—, que no se atreve a terminar ni a intentar publicar. Le falta confianza, adolece de apatía, carece de fe en el gremio editorial y principalmente, tiene que pagar las facturas. Por eso, encadena su capacidad creativa a la denigrante pero lucrativa industria publicitaria. Sí, el conato de novelista talentoso es un copywriter publicitario. Además es un exconvicto político —como Vázquez Montalbán, que probablemente escribió parte de esta novela en la cárcel La Modelo de Barcelona— que ha pasado dos años a la sombra por su militancia ideológica.

Todo se amaga, sin explicitar. La historia se desarrolla en un país del norte de Europa inconcreto, pero todo es hablar de España y de Barcelona sin hacerlo. Una finta a la censura del franquismo que tantos problemas dio al autor. Admunsen vive con su mujer, Ilsa. Ella es maestra, pero no ejerce porque está enferma, postrada en una cama. Ilsa tiene esperanzas de salir del bache: “Cuando me levante…”

Y tampoco está boyante. Apenas tiene uno o dos clientes y ni tan siquiera se dedica a tiempo completo porque vive pendiente de los cuidados de su mujer.

Admunsen e Ilsa se quieren, pero discuten mucho. La convivencia herida por la enfermedad y la carestía se resiente. Ilsa exhorta a Admunsen a escribir literatura y dejar la publicidad. El matrimonio es un tema constante de la novela. La relación de pareja. La exclusividad versus la infidelidad. La lealtad.

Admunsen tiene mala conciencia sartriana. Es decir, cede a presiones externas para no abordar su tarea vocacional. Utiliza la convalecencia de Ilsa para no asumir la lucha política en la que cree, y sobre todo, para no escribir seriamente su obra literaria.

Y así la historia va avanzando. A ratos leemos la vida de Admunsen y a ratos leemos sus escritos: Los papeles de Admunsen. Unas y otras secuencias hacen correr la narración. ¿Hacia dónde? Hacia descubrir qué será de este escritor frustrado, que no sigue su vocación literaria, ni política, que ha sucumbido a la presión del sistema: trabajar para pagar facturas, para mal vivir y que otros se hagan ricos.

¿Adónde le llevará todo ese malvivir?

Los personajes

Admunsen es infeliz. Ama a Ilse pero es un hombre marcado por la frustración. Frecuenta bares donde se queda embobado con camareras mucho más jóvenes que él. Es fiel e infiel a su manera. También es soñador —exagera sus relatos como viajero intrépido siempre presenre en rimbombantes acontecimientos históricos— y a la vez un poco pusilánime.

Admunsen se esconde tras Ilsa. Es su pretexto para su conducta y pobreza espiritual.

Ilsa es un personaje difícil. Produce la necesaria misericordia que experimentamos ante quien está postrado por la enfermedad —no se dice cuál es con claridad— y confinado. Es un ancla para Admunsen, pero también una justificación para todas sus reacciones ante el mundo.

Laarsen es el jefe de Admunsen. Es un degenerado, machista, abusador y maltrata psicológicamente a su mujer. Es el icono que usará el autor para exponer a la clase social dominante como depravada, desprovista de toda noción moral y únicamente preocupada por su bienestar. Individualidad frente a colectivo.

Ingrid simboliza el colectivo. Ingrid es la juventud, la fe ciega en los ideales, en la resistencia, la disidencia y la lucha. Ingrid es una mujer joven, disponible, desinhibida, grácil y tentadora. Es todo lo que era Ilsa y todo lo que ya no es. A través de este personaje, Vázquez Montalbán mostrará la maduración de las ideas políticas y el desapego de ellas cuando se acumula vida, se tiene experiencia de la decepción y se tiene una familia por la que velar y a la que priorizar.

Nora es la mujer de Laarsen. Superficial, adinerada, pérfida y un tanto arpía. Todo en ella aparenta poder. Sin embargo, es una cornuda que vive a remolque de su marido, del que depende en todos los sentidos. Nora simboliza la hipocresía de la sociedad española de su tiempo. Es un contrapunto con Ilsa. Nora está sana, tiene desahogo económico, vida social… y detesta vivir. Ilsa está enferma, urgida por la necesidad económica de volver a trabajar, encerrada en casa… pero no para de planear al son de «cuando me levante». Quiere vivir. Encuentra la motivación que la rica no halla.

En realidad todos los personajes son actantes de Admunsen. Él es el gran personaje de la obra, el trasunto del autor. Su factotum en esta novela.

Estilo

Estilo collage. Tanto de la obra, que es fragmentaria, como de la propia pluma montalbaniana, que lo mismo tiene ecos de cultura pop que de Virgilio. No te aburres.

Aparecen frases coloquiales:

«El señor Simmel le estará poniendo a estas horas las peras al cuarto» (pág 88).

Mezcladas con referencias culturales:

«No sé cómo aguantas las indecisiones morales de los personajes de Lionel Trilling» ( pág 85).

ó

«Ubi sunt» (pág 93)

Como es una edición muy generosa en notas, sin problema. Cuando la lectura se vaya por el alto ramal de la cultura, tendrás un apoyo a mano para asegurarte de que vas a entender perfectamente el texto. Muy bien trabajado por parte de Colmeiro y de Navona.

Hay más alternancias. La novela, contada por un narrador protagonista, o en primera persona, alterna pasajes en pasado con otros en presente narrativo, que suelen coincidir con los momentos en que se cuentan los encuentros de la pareja, Admunsen e Ilsa.

Hay referencias culturales modernas. Por ejemplo, el cine. La película Romeo y Julieta y las tinieblas (1960) se cita, pero además, se usa como recurso metafórico en la narración y, a mayores, se emplea una narrativa visual con fundidos a negro y planos secuencia que serían incomprensibles para lectores “pretercinematográficos“. Esto se hace en algunos momentos del relato, no de manera constante.

Una prosa joven, imberbe aún, pero lírica. Bella. Muy literaria:

«Un mar que perdía transparencia con el sol poniente»

«las llamas los troncos en la chimenea»

Es innegociable la intención estética al narrar los acontecimientos. Literatura.

Trasfondo

La novela toca muchos temas de fondo. Entre todos destaca uno: Vázquez Montalbán. Una obra donde el personaje Admunsen es el claro trasunto del autor, y lo percibes perfectamente gracias en parte a la sensacional anotación de la edición que te da pistas para que no se te escapen esos detalles. Por eso siempre doy la tabarra con las ediciones anotadas, críticas, comentadas… porque la experiencia de lectura está a otro nivel. En los papeles de Admunsen, —que son amagos literarios del protagonista que se van intercalando en la novela— se nota aún más. En esas metaficciones Vázquez Montalbán se explaya en el uso de ecos de su propia vida. A más sabes de Admunsen mejor conoces a Vázquez Montalbán. Por ejemplo su sentido del fracaso y de la no realización personal —en buena parte por culpa del régimen censor— se palpa en uno de los mecanuscritos:

«-¿Lo dices por la escasez del apio?

-Lo digo por la escasez de todo…

-Porque falte apio no…

-No se trata del apio.

-¿De qué. pues…?

-De principios… de realización… No nos realizamos.

Enide se vio ya definitivamente impelida a meditar y acentuó el ceño, pero no mucho.

-Estás hablando en profundo. ¿no?

-Así es.

Enide siguió meditando mientras ajustaba la media a su muslo blanco. de venas azuladas bajo la piel delicadisima. Se volvió inusitadamente a Erec y asintió resueltamente.

-Pues si. Te daré la razón. No nos realizamos.

-Hay que hacerlo.» (pág 170).

España es tema y problema. La novela se ambienta en un país escandinavo no específico como ya te he dicho, pero trasunto de España. De la España franquista de los sesenta, a los que Montalbán atiza unos buenos sopapos cada vez que puede. Con ironía. Hay muchísimo del autor en esta obra. Fijémonos en este extracto de uno de los papeles de Admunsen:

«Un Sartre español se jactó de haber publicado en la prensa oficial de su país, situado al sur de los Pirineos, un artículo en el que hablaba de Sartre indirectamente y sin colocarle más adjetivo que el de “sibilino”, adjetivo que mereció el siguiente comentario del censor de turno.

-Hombre. Yo sabía que Sartre era ateo, masón, semita, comunista, socialista, sindicalista, existencialista, masoquista, feminista, articulista, resistencialista…. lo que no sabía es que tuviera enfermedades venéreas.»

Admunsen es Vázquez Montalbán. El país escandinavo, sea el que sea, es España. Es una obra de disfraces. Una crónica política y social con piel de novela.

Vázquez Montalbán vivió a la contra del régimen franquista. Su Admunsen, en un momento dado va a expresar en uno de sus recortes, su desazón por la manera en que el español se ha rendido al régimen sin más lucha, aburguesado en las pequeñas posesiones que el desarrollismo le va trayendo con cuentagotas. «Qué ha sido de tí, famélica legión» (pág 176) se va a decir como expresión nostálgica de un pasado activista, militante y dispuesto a dar la batalla.

El mundo capitalista, materialista, publicitario, consumista, se lleva un repaso. Ya sabemos de qué ideas era partidario el autor.

Aquí refleja —por ejemplo en sus clientes— la burguesía draconiana. Al calor de los negocios emergentes en un país en pleno desarrollismo —como lo era la España de los sesenta— Vázquez Montalbán muestra hombres horribles, que abusan de su poder y de las mujeres que contratan, que explotan y cosas peores:

«Se ponen nerviosas, se cansan, se traen libros para leer. Contestan con monosílabos. Todo para poder comprarse un bolso de verano y pasearlo por las playas. Interesan más las otras chicas, cumplen mejor. Las despides y les creas un problema. ¿Las universitarias? Las despides y se quedan sin bolso.» (pág 90)

«Fingí estar enamoradísimo. Una pasión otoñal, debió pensar. A este le saco yo hasta el lumbago. Y sí, sí…» (pág 90)

«-Pasamos la tarde en la vía Zarst. Y otras tardes. Pero después de la bofetada que le di porque se negó a salir conmigo hasta que no le diera <<la prueba de confianza>> de llevarla a mi piso…» (pág 91)

La mujer también es un tema. Hay una chica, Berta, más liberal de lo que acostumbra la época aquí relatada. La chica al dar razón de sus maneras repite el mismo argumento sin cesar:

«Ellas…, el novio, se casan, los hijos. Yo soy más libre. Por eso pienso distinto. Me gano la vida. Yo lo atribuyo a eso.»

Hay un repique en ese argumento. Se repite. Creo que el autor nos está diciendo a las claras su manera de ver el rol social de la mujer. Su sometimiento se debe a que gane su propio dinero o no. La mujer libre, para serlo, parece decirnos Vázquez Montalbán, debe tener su propio salario.

El matrimonio. La pareja y la fidelidad —o durabilidad de la misma— son puestas bajo la lupa continuamente. Ilsa es una especie de Penélope esperando a su Ulises. Encerrada en casa por una enfermedad, vemos a Admunsen relacionado con otras mujeres en el trabajo, en cafetería con amigos que sí acuden acompañados de sus esposas… Admusen se ve tentado.

Otro gran tema es la resistencia. La militancia política contra el régimen —aquí indeterminado, pues el temor a la censura no invitaba al autor a ser más explícito—, los pisos clandestinos, los investigados, las organizaciones en el anonimato y tantas otras andanzas que el propio Vázquez Montalbán vivió en carne propia.

Es el siglo XX puesto por obra. Ese divorcio entre una moral clásica y otra identificada con nuevas realidades sociales. Sobré todo, un contraste —de eso tiene mucho este libro—, entre el zoon politikón aristotélico y el hombre de marcada identidad individualista que emergen en el último tercio del siglo veinte:

«No puedo proponerte mi conducta como regla. No te serviría. La moral es intransferible. Las morales generales las han impuesto los más fuertes. Cada moral tiene sus héroes y sus traidores, sus mártires y sus cobardes. Solo en cada cual puede resolverse el conflicto.»

De vuelta de todo. Un personaje que —por lo vivido—, ya no parece tan poseído de sus ideales ni sus ideologías. Desencantado, enraizado en su mujer, ya no parece dispuesto a arriesgarse por unos camaradas que necesitan cobijo o coartada.

Esto ya lo he visto en novelas posteriores a esta. La muerte del hombre ideológico del siglo XX, por ejemplo, la tienes también en Beltenebros de Antonio Muñoz Molina.

La edición y el diseño del formato

Edición de José Colmeiro. Navona —que de serie tiende a hacer ediciones muy cuidadas y muy bien trabajadas— se ha volcado en este libro.

No hablo de la novela ahora, sino del libro. Del continente de esta obra. Pasta dura o cartoné. Tapas holandesas —una variante moderna sin lomo de piel— donde están garantizadas la durabilidad y la conservación. Impresión a todo color.

Viene con camisa. Cuando la retiras, la pasta dura del libro está impresa exactamente igual que la camisa, en lugar de unas correctas pero espartanas letras sobre un color sólido que yo esperaba encontrar al desnudarlo. Un libro muy costeado que diríamos los andaluces cuando en una cosa se aprecia la inversión que se ha hecho para tener un acabado soberbio. Cuando lo abres, guardas en color rojo con una textura ligeramente diferente a las textuales, páginas de respeto, etc. Alta gama. 25 € es un precio muy barato para la calidad que te da. Hay editoriales vendiendo pasta blanda por veintitantos euros.

El grosor de las páginas es muy generoso. Esto hace que si estás leyendo las últimas líneas cuando ya los dedos están empezando a pasar la página, el texto de atrás no se clarea sobre el de delante. A eso voy. Esta calidad de papel no la ves más que en libros de Valdemar de cuarenta y pico euros. Bravo otra vez por Navona.

Un libro de los que gusta tener en el anaquel. De los que las visitas husmean mientras vas trayendo el vino a la mesa.

Y superado el aspecto físico, llegas a lo mejor. El aparato crítico del libro. Cuando una edición tiene una obra de apenas 300 páginas pero el total del libro son casi 500 estás ante una experiencia a otro nivel. Me explico: tiene una introducción de 46 páginas, escrita por José Colmeiro, el editor. Esto ya te prepara a un nivel de aprovechamiento superior de cara al texto que vas a leer. Una edición comentada a este grado se disfruta en otro plano.

Después de leer, tienes una catarata de información. Notas de la edición, un apéndice bibliográfico y un anexo maravilloso de muestras del manuscrito original del autor tal como se conservan en la Biblioteca de Catalunya.

Ergo, una joya. Como lector, la recomiendo sin duda y, como librófilo, la encarezco sin dilación, porque una primera edición a este nivel será mañana un orgullo en tu biblioteca. Garantizado.

Un libro imberbe. Superior a muchos escritores pero todavía inferior al nivel que exhiben obras posteriores de Vázquez Montalbán. Se aprecia el protoescritor de lo que será después y resulta muy necesario para entender la figura que siempre acompañará a uno de los grandes del siglo veinte español.

Es un libro y una experiencia. Llegar de forma inédita al primer trabajo de un escritor del que ya has conocido tanto. No es que siempre leamos a los autores siguiendo la cronología de su bibliografía, ni mucho menos, pero sí conoces sus trabajos anteriores antes de entrar en uno de tu preferencia. Sin embargo aquí, cuando hemos leído a Montalbán ignorábamos la existencia de este manuscrito. Leerlo ahora es una epifanía.

Se aprecian tics de neófito. Por ejemplo, hay un cierto narcisismo intelectual —del que dan cuenta las más de cien anotaciones del editor— a base de referencias culturales que unas veces vienen a cuento y otras no. La impaciencia por lucirse propia de los autores en ciernes que buscan epatar al lector y comprimir en un primer intento todo su acervo. Esto, sería imperdonable en cualquiera, pero como sabemos quién fue después este novelista, no sólo se lo perdonamos sino que nos enternece.

Reseña Los papeles de Admunsen de Manuel Vázquez Montalbán

¿Qué es esta novela, entonces? Un precioso hallazgo que Navona, —con la valentía de las editoriales que ponen todo el mimo imaginable en libros que no son para todos los lectores—, ha sabido producir a la perfección: contando con Colmeiro, experto redomado que ha tomado las riendas del proyecto y lo ha guiado como un auriga augusto; y rematando el trabajo con un esfuerzo de formato que consigue un acabado a la altura del gesto prometeico de rescatar esta joya de las catacumbas de la Biblioteca de Catalunya para lucirlas en disfrute de todos.

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Alvaro

Con el tiempo y el acúmulo nuevas lecturas, se va olvidando lo que vamos leyendo. Me parece que escribir sobre ello me ayudará a recordar mejor cada pequeña o gran historia que lea. Si de paso las pongo en común contigo y te puedo animar a leer o no un libro, me parece más útil que unas notas guardadas en un cajón como un ermitaño de tinta. De qué va y qué me ha parecido, sin más vuelo ni pretensiones. No son reseñas de entendido, sino de lector a lector.

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