Aroma de guerra y café

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Aroma de guerra y café

Emilio Calderón

2024

Ediciones B.

Penguin Random House

Novela de ambientación histórica. No es una novela puramente histórica (los protagonistas son personajes de ficción) pero aborda con profusión y precisión el marco histórico al que se refiere. Por tanto, es una novela para un público lector muy amplio, los amantes de la ficción no la encontrarán historicista y los amantes de la novela histórica no la juzgarán indocumentada. Todos, la encontrarán fácil de leer, con un estilo muy eficaz, abundante en diálogos y con un ritmo narrativo ágil.

💡 Una novela es realmente excelente. Lo que aquí nos propone Emilio Calderón es mucho más que un bodegón de novela de ambientación histórica con historia de amor al fondo. Nos sumerge en una intriga de espionaje y contraespionaje que no habría desentonado en el escritorio del mismísimo Le Carré. Tal es así que pareciera que la premisa histórico-amorosa es apenas un mundo flotante sobre una brillante novela de espías diletantes, pero espías al fin y al cabo.

Antes de conocer la novela, sepamos su premisa histórica.

Premisa histórica

7 de diciembre de 1941. Japón ataca la base militar de Pearl Harbour en Hawái. Estados Unidos declara la guerra a Japón y entra en la Segunda Guerra Mundial.

Los ciudadanos japoneses residentes en América son arrestados. Sus bienes les son confiscados y pasan a vivir en campos de internamiento.

Enero de 1942. España, país no interviniente en el conflicto internacional, es nombrada intermediaria con Japón en los países donde sus ciudadanos no tienen representación consular. Diplomáticamente, la novela plantea un escenario según el cual España se divide: los falangistas quieren ayudar a Japón, pues son afines a las potencias fascistas, pero diferentes miembros del cuerpo diplomático trabajan en una dirección contraria en sus legaciones, previendo un final de la guerra con Estados Unidos como miembro y nuevo árbitro internacional.

A partir de aquí, puede entenderse esta novela.

La trama

La novela empieza presentando a la familia protagonista. Son los Casares. La hija, María Casares, es la narradora en primera persona. Sabemos que la madre, neerlandesa, falleció, y que sus importaciones de Java, entonces isla bajo control neerlandés provienen de esa rama familiar.

Aroma de guerra y café

Durante la II Guerra Mundial, España representó diplomáticamente a Japón. Asistía a los ciudadanos japoneses en los Estados Unidos después del ataque a Pearl Harbor y la posterior declaración de guerra entre Estados Unidos y Japón. Debido a que España se mantuvo neutral en el conflicto, asumió el papel de potencia protectora, actuando como intermediaria para los intereses japoneses en Estados Unidos y otros países aliados donde Japón no tenía representación diplomática directa.

Los Casares importan café de Java. La Guerra Civil malhiere su negocio y la inmediata Segunda Guerra Mundial acaba de rematarlo, dada la naturaleza internacional del mismo. Para colmo, los intentos de estraperlo internos y las corruptelas del nuevo régimen ponían sus beneficios cada vez más a la baja. Tenemos una familia amiga del régimen, arrinconada por el régimen.

Los mandan a Japón. Tienen que instalar una delegación de su empresa cafetera para que opere como tapadera de los envíos de dinero del Japón a los ciudadanos nipones en Estados Unidos y países de su órbita. Los Casares viajan con esa empresa y con la intención de rearmar su propio negocio.

Conocemos a Hokusai Juro. Se trata de un agente del servicio secreto japonés. Se describe como una presencia masculina atractiva para María, que desde que murió su madre en 1938 (recordemos que la acción se sitúa en 1942) vive una existencia rodeada de varones toscos, rudimentarios y monotemáticos. Es evidente que terminará en amoríos desde el primer instante, pero la historia de atracción entre dos seres tan distintos resulta convincente.

La misión es la siguiente. Los japoneses confiscan bienes a sus prisioneros de guerra, en aquellos tiempos se expandían por China, Manchuria, Indochina, Malasia, Siam, etc. Quieren usar los envíos de café javanés que hacen los Casares para esconder en su interior las joyas y dinero confiscados para hacerlos llegar a los japoneses prisioneros en países enemigos.

Todo debe hacerse a espaldas del embajador español en Japón. Este hombre está muy a buenas con los aliados y temen los japoneses que pueda ponerles en aviso de estos envíos de joyas a sus compatriotas en suelo enemigo. Por eso, Japón no utilizó las valijas diplomáticas entre las distintas legaciones españolas, que hubiera sido lo normal y lo más sencillo y Emilio Calderón idea este sistema para construir su novela.

Se establece que será María quien acompañe los envíos. Su padre se opone enérgicamente, pero la naturaleza de la operación hace aconsejable que así sea, y esto además resulta creíble en la narración. La chica puede moverse sin despertar sospechas, puesto que era una mujer joven y hace ochenta años nadie pensaba que una mujer pudiera manejar situaciones de ninguna enjundia en el conflicto. Ni su propio padre:

En cualquier caso, sigo estando en desacuerdo con el papel que quiere que María juegue en este delicado asunto. Es solo una joven sin experiencia… ¡Si ni siquiera puede tener una cuenta bancaria propia sin mi autorización!

El comentario de mi padre me dolió, tanto que no hizo sino reafirmarme en la idea de que había llegado el momento de volar por mi cuenta. Algo que, por otra parte, llevaba deseando desde hacía algún tiempo

(Pág. 64)

¿Qué pasará con esa empresa tan delicada? ¿Sufrirá algún percance María actuando como traficante internacional? ¿Qué será de la familia con el transcurrir de la guerra?

Esto en cuanto al arco narrativo principal. También hay otro arco narrativo interesante, el de la relación amorosa —amor prohibido si nos atenemos a las circunstancias de cada uno—que se puede establecer o no entre el agente secreto japonés y María. ¿Llegará a buen término? ¿Cómo afectará el hecho de que Hokusai trabaje para un poder que está cometiendo crímenes de guerra atroces en países como China?

Anotaciones de estructura y estilo

La novela aporta cierta ironía que resulta divertida. Baste suponer a un veterano español conservador, de gustos filogermánicos, obligado a vivir en un espartano pisito japonés con paneles correderos de papel de arroz, mesas bajas sin sillas y futones por cama.

Aparecen también referencias culturales propias del país nipón. Esto era muy de suponer. Por ejemplo El libro del té de Kakuzō Okakura o El código Bushido, clásico del pensamiento japonés e imprescindible para entender esta nación y su cultura.

Subyace el tema feminista de manera recurrente. Sirve, además, para generar conflicto entre los protagonistas, María y su padre. Ella, una mujer moderna, joven y de ideas avanzadas a su época. Él, un hombre ultraconservador, aferrado al ideario de un partido, Falange, más por falta de puntos de referencia vitales que por convicciones genuinas. Muchos fueron así, parecían adeptos, pero no eran más que rebaño suplicando pastoreo.

En el marco puramente histórico, registro apuntes muy interesantes. Por ejemplo ese pulso de los falangistas por asumir el control de las embajadas por ejemplo en legaciones donde el embajador continuaba siendo alguien con una trayectoria y experiencia dilatada, que podría datar incluso de épocas anteriores a la II República. Esto conforma un arco narrativo menor, una subtrama, que participa del principal pero que en cierto modo tiene entidad propia. Se aprecia por ejemplo cómo el Régimen de Franco se fue distanciando de Falange en los primeros compases de la dictadura, quizás temerosos del poder que su popularidad podría granjearles.

La prosa es de una eficacia total. Muy pocas licencias estilísticas, aquí hay una devoción por la facilidad de lectura y por el avance narrativo que se impone a todo criterio. El libro se lee de un tirón como diríamos en Andalucía o de corrido. Si tienes alguien cerca a quien le cueste lo de leerse un libro, dale este y verás cómo te lo agradece.

El arco dramático de María es notable. Yo diría que un poco acelerado, pues en apenas unos compases pasa de ser una niña mimada y un poco mojigata a ser una mujer empoderada, sensual y desafiante, sin que medie mucho más que un viaje de avión a Tokio. Supongo que vivir circunstancias especiales puede hacernos madurar más deprisa.

La novela crece en interés conforme avanza el relato. Poco a poco, alcanza una tensión narrativa sostenida y una sinfonía de diferentes arcos narrativos que permiten reconocerla como una estupenda novela de espionaje y acción.

Simbolismo también hay. María, hija de neerlandesa, como ya hemos referido, se define varias veces como una holandesa errante. Teniendo en cuenta su misión, vagar por los mares desde Japón hasta Lisboa, es inevitable acudir a la referencia del holandés errante. El “Holandés Errante” es un famoso barco fantasma de la leyenda marítima. Según el mito, este barco está condenado a navegar por los océanos eternamente sin poder llegar a puerto. La leyenda tiene su origen en el folclore del siglo XVII y se ha convertido en un símbolo de mal presagio para los marineros. Si se conoce este dato, la novela gana más tensión dramática si cabe.

El lenguaje figurado es crudo, como corresponde en novela bélica. Las imágenes literarias que evoca respecto de la ocupación japonesa de china durante el pasado siglo son espeluznantes y capaces de competir en impacto con cualquier escena de la Polonia nazi.

Un punto a favor de esta novela: la localización. Nunca antes un conflicto se produce simultáneamente en tantos países del mundo y tan diferentes. Sin embargo, la producción cultural que emana de este momento histórico podría hacer pensar a alguien que se acerca al tema por primera vez, que la II Guerra Mundial aconteció solo en Francia, Rusia, Alemania, Inglaterra y Polonia, con la participación invitada de Italia, Estados Unidos y Japón. Este libro amplía mucho la mirada. Nos habla de China, Japón, Vietnam, España, la Rusia Oriental, etc. Me parece que esto puede destacar como punto a favor.

Filosóficamente plantea ciertas afirmaciones. Se dibuja un contraste entre la espiritualidad oriental y la occidental, que no aporta grandes novedades —tampoco es una novela dedicada a esto— y que a ese respecto puede pecar de un punto de maniqueísmo. Presenta una moral oriental de seres prístinos, éticos y en perfecta armonía con la creación y unos occidentales que como han dejado de matarse por la religión, ahora se matan por las ideologías. No está mal planteado, pero sí parece un poco simplista, o reduccionista al menos, y por otro lado, los orientales estaban metidos en la misma guerra y cometiendo los mismos o peores atropellos, por mucho que el personaje de Hokusai Juro los presente como seres de luz. No mean colonia. Nadie lo hace. Pero bueno, esto tiene poco espacio en la novela así que tampoco la lastra.

Hemos dicho que es una novela fácil de leer. Sí, desde el punto de vista del léxico, la sintaxis y la ausencia de toda soberbia intelectual en un autor volcado en transmitir eficazmente su historia. Pero es difícil de tragar desde el perfil humano. Los atropellos de la guerra en los territorios bajo abuso nipón durante el periodo que contempla este relato son estremecedores. No es una novela cómoda para lectores sensibles. Yo, creo que es necesario conocer el horror, la ausencia de límites en la capacidad humana de maltratar, para valorar la paz y el orden; para luchar por conservarlo a toda costa. En este sentido, me parece una novela extraordinaria.

Una novela muy entretenida, que permite disfrutar de su lectura. Muy interesante, pues tras la historia de amor —arco narrativo principal de la historia— de los protagonistas, la trama deja ver al fondo aquella España oportunista de la II Guerra Mundial que se mecía al compás de los avances aliados, queriendo agradar a un tiempo a Dios y al Diablo. Una dictadura donde un Franco plenipotenciario se desembarazó de la Falange en favor de tecnócratas que nada tenían que ver con el ideario de quienes habían sido sustento ideológico de su movimiento. Es una novela con mucho interés histórico por razones que ya se han expuesto.

Aroma de guerra y café. Un título evocativo que en contraste con el café, nos hace preguntarnos: ¿cuál es el aroma de la guerra?

El fracaso. Hablamos de vencedores y vencidos, pero en una guerra todos pierden y nadie gana, porque todos sufren lo indecible, termine como termine. La diferencia está en la responsabilidad de llegar a esa guerra.

Emilio Calderón, pese a todo, ha escrito una obra esperanzada. La guerra es un material literario de extraordinaria riqueza. Puede provocar las imágenes más atroces pero al fondo, se verán familias más unidas que nunca tratando de cuidar de los suyos; se verán parejas que siguen enamorándose aunque todo se oponga a una vida medio normal; se verán mujeres portando en su interior la llama de la vida, siendo luz en la inmensa oscuridad. Porque cuanto mayor es una oscuridad, más brilla la más pequeña de las luces. Y eso es lo que Calderón ha prendido en esta novela publicada cuando el mundo en Europa y en Oriente vuelve a estar en guerra, una antorcha de esperanza en que al final, los deseos de felicidad, paz y vida serán más fuertes.

Buena novela.

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Alvaro

Con el tiempo y el acúmulo nuevas lecturas, se va olvidando lo que vamos leyendo. Me parece que escribir sobre ello me ayudará a recordar mejor cada pequeña o gran historia que lea. Si de paso las pongo en común contigo y te puedo animar a leer o no un libro, me parece más útil que unas notas guardadas en un cajón como un ermitaño de tinta. De qué va y qué me ha parecido, sin más vuelo ni pretensiones. No son reseñas de entendido, sino de lector a lector.

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