Cumbres Borrascosas. ¿Hype u obra maestra?

Por qué leer cumbres borrascosas
4.3
(60)

«Cumbres Borrascosas» escrita por Emily Brontë y publicada en 1847. Mi ejemplar es de la colección Joyas del Milenio. Yo no te aconsejo esta edición mía, ni de broma. Mucho mejor te recomiendo las de Valdemar Gótica o las de Alma, que además de ser buenas ediciones, son un regalo para la vista. Pero bueno, yo tengo la que tengo, menos da una piedra.

Por qué leer Cumbres Borrascosas
Por qué leer Cumbres Borrascosas

De niño ponían puestos de libros viejos en la playa. En el paseo marítimo del pueblo costero en el que siempre veranean mis padres, compraron «Cumbres Borrascosas». A las pocas semanas empezaron a oírse elogios de la novela por casa. La había leído mi madre y una de mis hermanas. «Será una historia de amoríos empalagosos» supuse de inmediato, por los antecedentes almibarados de ambas lectoras. Y quedó siempre en mi recuerdo como un buen libro que no me apetecía leer.

Al cumplir años, muchas veces me la he cruzado. La lista de los cien libros que no puedes dejar de leer; las veinte mejores novelas de todos los tiempos, según no sé quién; las diez novelas que no puedes morir sin haber leído… Cualquier lista, por estrambótica o prestigiosa que fuera, siempre mencionará esta novela.

No hace mucho profundicé en su autora. ¿Quién es Emily Brontë? ¿Qué tuvo que todos recomiendan enfervorizados que se lea su novela? Su única obra: Cumbres Borrascosas.

Y me pongo a indagar. Un clásico exige un poquito de estudio previo para aprovecharlo mejor. Descubro que fuiste una niña —como tus hermanas— con una infancia complicada. Mamá muerta y papá con pinta de ser un cafre de marca mayor. Alicaída, esmirriada, poca cosa, naturaleza débil… espíritu libre. Con veintinueve años publicas tu única obra, y con treinta mueres. ¿Te dejas ir? Una escritora mortal de una obra inmortal.

Me da miedo leer la novela. Las expectativas son muy altas y eso, suele presagiar decepción, aunque la novela sea excepcional.

Cumbres Borrascosas: hype u obra maestra.

Un hombre de negocios, el señor Earnshaw, viaja a Liverpool. Transcurrido un tiempo, vuelve a casa, a Cumbres Borrascosas. Con él trae un niño pobre, del que se ha compadecido. Todos en el hogar quedan en shock. Los dos hijos, Hindley y Catherine reciben a Heathcliff con desigual tono. Para Hindley es una presencia insoportable. Le trata mal, lo aparta. Resalta una y otra vez su extracción humilde, su condición gitana —dicho como un insulto—y su antipatía. Catherine es diferente. Desarrolla una sintonía con Heathcliff. Ambos son versos sueltos, almas libres. Compañeros de travesuras y de correrías. Se hacen inseparables y Heathcliff desarrolla un amor total por Cathy. Es lo único que tiene en el mundo.

Pero el señor Earnshaw muere. Hindley ocupa la cancillería familiar y hace gala de un comportamiento propio del mejor de los déspotas. Su tiranía es especialmente voraz contra Heathcliff. Esto sólo hace que se unan más aun los dos jóvenes: Catherine y Heathcliff.

Aparecen en escena los Linton. Familia de la misma parroquia, que vive en la Granja de los Tordos, santurrones y puritanos con un —para mí—, irritante complejo de superioridad moral. Tienen un percance con los chicos —Heathcliff y Catherine— y recomiendan mayores rigores a Hindley, el kaiser doméstico que poco necesita para espolear su crueldad y prohibir a renglón seguido toda palabra entre ambos críos, ya adolescentes.

Debido al incidente, Catherine pasa un tiempo con los Linton. Volverá de allí refinada, altanera, costeada y con unas ínfulas de señora que nunca tuvo. Heathcliff, por el contrario, se hunde en la rudeza, la falta de instrucción y la misantropía. Cuando vuelve, Cathy ha cambiado. Ahora presta atención a los indicadores de clase social, la instrucción, la apariencia, la raza… Y Heathcliff ya no cabe en la nueva vida de Catherine.

Se suceden cambios en la vida de Cumbres Borrascosas. Muere la mujer de Hindley, no sin antes haberle dado un hijo: Hareton. Catherine, por su parte, empieza una relación con Edgar Lindon. La misma avanza pocas páginas después a un compromiso nupcial. Cathy se casará con Edgar Linton y se irá de Cumbres Borrascosas, sumiendo a Heathcliff en la mayor desesperación: ha perdido lo único que le importaba en el mundo. El muchacho huye de Cumbres Borrascosas y desaparece de sus vidas. Pero pasado un tiempo volverá, convertido en un señor refinado y distinto, aunque con un plan de venganza bien diseñado que ejecutará sin piedad.

Y desde aquí, el lector asistirá a un plan diabólico. De paso, a la creación de un personaje absolutamente espectacular: Heathcliff.

Estilo único de una mente genial

Narrado en primera persona. El narrador es Lockwood, un actante que la autora utiliza para contar su historia, siempre a través de los personajes testigos de la misma. Lockwood llega al páramo huyendo del ajetreo de la gran ciudad y buscando un remanso de paz. Alquila la Granja de los Tordos, por entonces, propiedad de Heathcliff. Sacudido por la gente que se encuentra al llegar, pide a la criada que le cuente la historia de aquellas gentes, y desde aquí, nos cuenta lo que le transmite.

Es una novela muy oscura y violenta. Es la novela extrema por anotonomasia.

Personajes extremos. Frases extremas, violencia extrema, paisajes extremos, emociones extremas… La novela te deja sin aliento como te sumerjas mucho en la misma.

«¡le habría arrancado el corazón y bebido su sangre! Pero hasta ese momento, me hubiera dejado descuartizar antes que tocar un pelo de su cabeza.»

Llena de frases exageradas. El lenguaje siempre al máximo de tensión.

Tragedia gótica. A su manera, una novela de terror antes que de amor. Y si no lo es, diré que no he leído nunca una historia de terror (y diría que he leído más de un centenar) que tuviera una ambientación tan tétrica como esta. Cumbres Borrascosas, la casa, es por derecho propio la casa de los horrores. Todo el mundo allí, es perverso, mezquino y además cínico.

Brillantez en sus metáforas. Por ejemplo:

«Como los tarros estaban fuera de su alcance, fui a ayudarla, pero se volvió hacia mí con la airada expresión de un avaro a quien alguien pretendiera ayudarle a contar su oro.»

Las descripciones de prosopografía son excelentes. Dan una idea vaga de la fisonomía, con el nivel de lirismo suficiente para que el lector encuentre cierto margen para configurar a su gusto el personaje:

«Tenía las facciones menudas, la tez muy blanca, dorados bucles que pendían sobre su delicada garganta, y unos ojos que hubieran sido irresistibles de haber ofrecido una expresión agradable.»

La ambientación es buena parte de su éxito. Se percibe una naturaleza densa, plomiza y que pesa sobre el ánimo de sus taciturnos protagonistas. Borrascoso es el clima y tempestuosos sus personajes.

Es una novela fácil de leer. A pesar de ser un clásico, tiene coordenadas muy modernas y muy adelantadas a su tiempo. La acción fluye con bastante ritmo, los personajes, se perfilan sin necesidad de abrumar al lector.

Recopilamos. Tenemos una ambientación magistral, personajes con un mundo interior y tormentos palpables, ritmo narrativo —consigue una novela de mucho trasfondo, sin aburrir—; buenas descripciones, uso correcto del estilo directo…

Es la primera novela de una chica de veintinueve años. Se reconoce al genio.

Esta es la obra de Emily Brontë. No porque de facto sea la única que publicó, sino porque es la novela que nos mete en el mundo interior de la autora. Nadie más podría haber escrito esta novela. Ni Cervantes, ni Shakespeare. Nadie. Porque esta novela es Emily Brontë, tanto como Catherine dice ser Heathcliff. Y no es que Brontë estuviera loca, ni enajenada ni nada de eso. Yo no comulgo con esas interpretaciones a vuela pluma que leo por ahí.

Brontë se volcó en su obra. Supo ambientarla en los mismos páramos que ella conocía. Acertó en su indagación del alma humana atormentada. Pero Emily no es Heathcliff. No diría yo tanto.

Trasfondo

Muy al fondo se ve la sociedad de su época. La Inglaterra decimonónica, con sus afectados señores, sus puritanas señoras y sus clases marginales. Se ve, pero no quiere decir que a Brontë le importe un pimiento o quiera reflejarla. Emily no era una persona que se mezclara en sociedad.

No es una novela a los Dickens. No se busca reflejar, denunciar o refrendar ninguna realidad social. Aquí no hay más sociedad que Cumbres Borrascosas y la Granja de los Tordos. Apenas un puñado de personas que cabrían en un ascensor de El Corte Inglés por Navidad.

Una sociedad racista. A Heathcliff no lo aceptan bien, por su tez oscura. Constantemente se refieren a él como el gitano, de modo peyorativo y nunca descriptivo.

No se admite que una mujer decida sus pasos. No se concibe una vida de hogar sin un mando férreo y autoritario y una verticalidad necesaria pero aquí llevada al extremo de lo omnipresente.

Infancias duras. Vidas miserables si no tienes el apellido.

Pero nada más. Emily Brontë vivía aislada en la naturaleza rural. No verás nada del desarrollismo del siglo XIX; nada del ferrocarril, la revolución industrial o el éxodo rural; tampoco nada de la creciente ilustración burguesa. Para Emily como para Heathcliff, Catherine y compañía no hay mundo más allá de la montaraz Yorkshire.

Sé que la novela no tuvo buena acogida de inicio. No me extraña. Subvierte todas las categorías morales de la época:

La gente es violenta, atrabiliaria y visceral. Esto que es plato del día en la literatura comercial actual, en 1847 era motivo de escándalo.

Además las tesis del libro, carecen de moralinas:

«como no me puedo vengar por mí misma, tampoco me será posible concederle el perdón»

En esta cita por ejemplo, perdonar pierde su matiz piadoso. El personaje lo entiende casi como una transacción. Verbigracia de lo que venimos diciendo.

Personajes

Catherine y Heathcliff. Los dos pesos pesados de la novela. En mi opinión, Heathcliff es el gran personaje de la novela.

Catherine es insufrible. Es caprichosa, irresponsable e irrespetuosa. Manipuladora, atrabiliaria y déspota. Sin embargo, también es cariñosa, leal y capaz de sentir. «Las personas reales no son un plano, sino un poliedro», decía Camilo José Cela. Cuando emergen buenos sentimientos en ella —lo cual sucede sin dificultad—, se apresura a decir: «¡Soy tan buena como un ángel!». Su narcisismo es de tal punto. Catherine es el verdadero objeto de la venganza de Heathcliff, que es una víctima de ella. Pero el amor le impide vengarse de ella, y no hará, sino buscar vicarios para su ira. Toda la ira y todo el amor concentrados en la misma persona: Catherine.

Heathcliff también es complejo. Hay quien dice que no tiene arco dramático. Yo no estoy tan seguro de eso: el Heathcliff que se enamorisca de Catherine vive sólo concentrado en ella e ignorante del mundo. El Heathcliff adulto es misántropo, taciturno, hosco y hostil. Junto a Catherine, al principio, es divertido, protector, y experimenta el amor más puro. Esta complejidad se ve también respecto de otros actantes. Por ejemplo, con Lockwood, el narrador de la historia. Lo echa como un animal en plena llovizna, lo abandona a su suerte en un páramo nevado y poco poblado que además no conoce y, sin embargo, es capaz de acompañar su recuperación y llevarle un obsequio durante la convalecencia de una pulmonía que le ocasiona precisamente su inhospitalaria atención. Heathcliff es un personaje inabarcable. Heathcliff es el gran personaje. Es muy complejo. Parece sentenciar la autora que, quien mucho odia, es porque mucho sufre:

«señor Heathcliff, a usted no le ama nadie, y por muy desgraciados que nos haga ser, nos desquitaremos pensando que su crueldad procede de su desgracia»

¿Reflexiona Brontë sobre la capacidad comunitaria para crear monstruos?

Es una novela emocionalmente demoledora. Todos los personajes, tanto el más protagonista como el último mono, son —en distinto grado, eso sí— amargados, agrios, interesados, tóxicos y violentos. Si lo pasas mal con atmósferas así, —y esta es una de las novelas más densamente atmosféricas que yo haya leído—, no vayas a Cumbres Borrascosas. Mejor lee las otras Brontë.

Estructura

La estructura no sigue la línea temporal normal. Esto la convierte en una moderna para su época. La historia empieza por el final —conocemos a un Heathcliff ya muy adulto— y a través del actante Lockwood, iremos recapitulando y descubriendo con él, qué paso en ese lugar con esas personas tan extrañas. Este esquema lo veremos influir en novelas muy posteriores, me atrevo a decir, por ejemplo, Rebeca de Daphne Du Maurier en 1938.

Por qué leer Cumbres Borrascosas

Mi impresión

Colosal. Dice Juan Manuel de Prada —al que cito casi tanto como él mismo a Chesterton—, que el escritor tiene que estar a disgusto con su tiempo, con el mundo en que le toca vivir. Porque si está agusto, cae en la complacencia y se deja seducir de todas sus tentaciones. Tiene que ser un disidente, un desclasado. Emily Brontë lo era y no me cabe duda de que eso influye de manera decisiva en tener el cuajo de escribir una novela tan capaz de incordiar al pacto social de su época. Eso subyace a su argumento. Lo demás, lo pone el genio de una escritora que si no hubiera muerto tan pronto… Genial.

Mi impresión: sorpresa. Yo esperaba un folletín victoriano. Una historia de amor almibarada. Pasteleo. Me he encontrado una historia oscura, lóbrega, personajes que son una banda de malajes de no tener cerca; una atmósfera tenebrista… Total, una novela de altos vuelos. De muy altos vuelos. Por derecho propio, entre lo mejor escrito.

Importante: si esperas una historia de amor romántico, mal. Te vas a pegar una buena caída. El señor Heathcliff no es un pagafantas decimonónico, suave y delicado. No es el yerno perfecto, una pasión turca ni un compañero ideal. Que no te pase como a Isabella Linton. Respecto a Catherine, directamente es insoportable. Si los personajes fueran cromos, Emily no habría podido prestarlos a Jane Austen.

Es un libro en total oscuridad. La casa tétrica, el paisaje yermo, el clima duro, los personajes atormentados, los sentimientos exaltados y desordenados; la violencia latente, la crueldad, la venganza, la falta de alicientes… Es impresionante que una joven de veintinueve años escribiera algunas de las escenas en su primera novela. Son escenas macabras —me acuerdo, por ejemplo, del plan de quitar un lado a un ataúd y el inverso al contiguo para mezclar cadáveres en su descomposición—, que evocan unas imágenes literarias potentísimas en la mente del autor y que nada tienen que envidiar a Poe, Lovecraft o King.

Pero eso, es lo que hace genial la obra. Es única. Tanto como quien la plasmó. Porque Emily no escribió la novela: la proyectó, se vertió en ella. Dicen que Emily se dejó ir tras su enfermedad. Esto no estoy en condiciones de afirmarlo ni desmentirlo. Pero creo adivinar su compleja personalidad apareciendo por debajo de sus personajes, protagonistas o actantes:

«Me parece apreciar en la muerte un reposo que ni el infierno ni la tierra son capaces de quebrantar, y me invade la sensación de un futuro eterno y sin sombras. Sí; la Eternidad. Allí donde la vida no tiene límite en su duración, ni el amor en sus transportes, ni la felicidad en su plenitud.»

Un clásico con 176 años de edad (en 2023). Un texto que te puedes leer de corrido, sin pausas. Mira que eso es difícil en la literatura clásica, pero no, en este se puede.

En GoodReads

Cumbres borrascosasCumbres borrascosas by Emily Brontë
My rating: 4 of 5 stars

Cumbres borrascosas
Emily Brontë, 1847
Mi ejemplar es de la colección Joyas del Milenio. 335 páginas

Extrema. Es la palabra que define esta novela. Personajes extremos. El lenguaje, llevado al extremo, emociones extremas, atmósfera extrema, amores y odios extremos.

Tantos años la he dejado de lado. Presumía que sería un culebrón victoriano. Cuán equivocado estaba.

Es una novela casi de terror. Sí, hay una historia de desamor, pero desenvuelta en un contexto de odios, irás y venganzas que bien podrían figurar en la estantería del más preciado lector de terror.

No hay ambientación más tétrica que la de esta novela. Un amor imposible y roto, el de Heathcliff y Catherine, producirá en él una oscuridad y una sed de venganza que asolará todo asomo de vida en un páramo del norte de Inglaterra, y alcanzará a las siguientes generaciones.

Novela inglesa de 1847. Vale. Pues no tiene nada de decoro, puritanismo, hipocresía social tal vez pero en la mínima dosis… nada de cambios sociales, ni de detallar su contexto histórico.

Cumbres borrascosas es un lugar apartado. Sólo el odio florece allí. Lo demás no existe para los seres que viven en el páramo, si a eso se puede llamar vivir.

No es mucho lo que te cuento de la trama. Te he hablado más del aura de la novela. Creo que acierto. La trama está bien, pero el aura es lo que marca la diferencia y la hace algo inefable. Si no lo has leído, no seas tan torpe como yo, y ponle remedio. Yo acabo de hacerlo. https://porqueleer.es/cumbres-borrasc…

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Alvaro

Con el tiempo y el acúmulo nuevas lecturas, se va olvidando lo que vamos leyendo. Me parece que escribir sobre ello me ayudará a recordar mejor cada pequeña o gran historia que lea. Si de paso las pongo en común contigo y te puedo animar a leer o no un libro, me parece más útil que unas notas guardadas en un cajón como un ermitaño de tinta. De qué va y qué me ha parecido, sin más vuelo ni pretensiones. No son reseñas de entendido, sino de lector a lector.

Esta entrada tiene 4 comentarios

  1. Trini

    Me encantan tus reseñas…..y me hacen leer más. Gracias

    1. Alvaro

      Me alegro mucho, Trini. Muchas gracias.

  2. Margarita

    Leí Cumbres Borrascosas en mi adolescencia está tan bien escrita que la veía mientras la leía. Nunca más la pude volver a leer,tal era la sensación de miedo y espanto,en ningún momento pensé que fuese de amoríos ñoños. Por aquellos años era yo socia del Círculo de Lectores, la sinopsis dejaba claro el tipo de novela que era,lo que no podía yo saber era lo bien escrita que estaba, y no podía abandonar su lectura. Le doy las gracias por este rato agradable que me ha hecho pasar diseccionando la novela a través de sus protagonistas y sobre todo a través de su escritora.

    1. Alvaro

      Gracias por tu comentario, Margarita. Mi error con esta novela siempre fue el mismo: prejuzgar. Efectivamente, si hubiera leído una sinopsis o indagado acerca de ella habría visto que no es una historia cursi, sino lo que me encontré: una novela extraordinaria, con una ambientación fuera de serie y unos personajes principales que quedan en el recuerdo.

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